Estos
 días de verano, en los que muchas hacemos visitas a la familia no 
elegida, a la elegida, nos vamos de vacaciones con unas y con otras, me 
apetecía hacer referencia a estas cuestiones de las redes de afinidad, 
las manadas, las familias... y pincelar por encima su relación con la 
precariedad y el sistema social en el que (sobre)vivimos.
Unas más, otras menos, aquí nadie se salva de su familia nuclear
 de origen, en la cual crecimos y nos sociabilizamos, unas más, otras 
menos, opresivamente, en medio de relaciónes de parejas heterosexuales, 
cual aguanta-velas (vaya rollo). Para colmo, esos vínculos establecidos 
mediante una relación unidireccional de cuidado tendremos que 
aguantarlos de por vida, o de alguna manera gestionarlos, sin poder casi
 cuestionarlos o rechazarlos. Allí donde “la sangre”, o en su caso la 
ley de un estado o de un dios “legítimo”, parecen ser el sostén 
indispensable de las relaciones duraderas y con más valor.
¿Pero cuántas veces ésto es real? ¿Cuántas
 veces nuestra familia no-elegida (por nombrarla de alguna forma) es a 
la vez nuestra red de afinidad y apoyo, dónde te sientes reconocida, 
cuidada, no juzgada, dónde puedes compartir tus dudas y reflexiones, 
dónde se comparten los códigos, los lenguajes... y en definitiva te 
sientes “en familia” (curiosa expresión)? Pues como bien sabemos, muy 
pocas veces es así... A pesar de que de una forma hipócrita muchos, 
sobretodo las instituciones sociales, lo sigan presuponiendo. O más 
bien, lo que hacen es seguir reproduciendo ese modelo de familia que le 
interesa. ¿Se imaginan una excedencia para cuidar a un amigo? ¿O un 
traslado para vivir más cerca de tus amigas? ¿O pedir una hipoteca entre
 10 personas muy afines?
¿Pero a la vez me pregunto cuántas 
personas, o cuántas veces, nos sentimos en ese tan necesario “en 
familia”? A pesar de lo indispensable que es sentirse en una red de afinidad para vivir, para vivir bien, sobre todo emocionalmente bien.
Desde luego, no hay psicólogo o psiquiatra
 que te pueda construir una red de amigas, cuando son precisamente estas
 redes las que hacen que no nos volvamos locas en este mar de 
precariedad, sin dinero, sin curro o con curros de mierda, sin casi 
inteligencia emocional, sin aire limpio... Cuando una red de afinidad es
 lo que más necesitas para ser creativa, mantener el ánimo, pensar más 
allá de la simple supervivencia, confiar en ti y no entrar en una gran 
depresión.
El otro día pensé: el mundo debería 
cambiar la industria de los anti-depresivos por centros de aprendizaje y
 refuerzo de inteligencia emocional, donde te enseñaran a cuidar(te) y 
generar una buena red de amigxs y amantes, de familia elegida... pero 
claro, eso sería muy peligroso para el sistema, como bien re-cita Javier
 Saez:
Como decía Foucault, lo que molesta al
 poder no son las relaciones homosexuales, sino la amistad. Es decir, la
 posibilidad de crear redes de amigas, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles
 de localizar, que escapa al control social y que van más allá del 
modelo individualista o liberal: “pareja-amor-matrimonio”. [1]
Redes que te sostienen si en algún momento
 te caes, no solo en un el plano más emocional, sino que posibilitan 
respuestas colectivas a episodios individuales que provienen de 
problemas estructurales. El significado vital y político que Itziar Ziga
 le da a “la manada”, que podemos asimilar a lo que venimos llamando red
 de afinidades y afectos, es más que inspirador:
La manada es el grupo de 
supervivencia, lucha y placer que se autoconstruye y muta mil veces para
 hacer posible las vidas de sus perras, permanentemente amenazadas, 
ninguneadas, oprimidas. Es la familia soñada y encarnada. Por haber sido
 socializada como mujer, soy colectivista. No sobrevivo fuera del grupo.
 Aunque la manada debe siempre funcionar de forma flexible sabiendo que 
cada una es cada una. Y esto a veces es difícil. [2]
Por lo tanto, seguro que ya es fácil concluir que es realmente contradictorio esperar de la familia nuclear
 - y todo lo que se le parezca - algo de esa red utópica de apoyo y 
afinidades, esa manada. Para empezar tiene una estructura cerrada e 
inmutable, está llena de jerarquías, hay división sexual del trabajo, el
 trabajo de cuidados está desvalorado, la inteligencia emocional no se 
cultiva, te juzgarán, no podrás cuestionar casi nada, es un grupo 
pequeño y ocultará muchas violencias internas... etc, etc... ¿Qué os voy
 a contar yo...?
Así que para terminar, desearos a todas un
 buen y feliz verano en compañía de la familia elegida, la manada, la 
mejor red de afectos y afinidades con la que podáis sentiros una misma, 
con la que podáis afrontar la precariedad cotidiana.
 
1 http://www.hartza.com/amorhetero.htm
2 http://www.culturamas.es/blog/2011/02/25/la-fuerza-imparable-de-la-manada-entrevista-con-itziar-ziga/
Martu
republicado de diagonal periódico  
Para complementar y relajar el ambiente recomiendo leer Ética promiscua
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