Aún a riesgo de que parezca que pretendo dar lecciones, sigo diciendo lo que pienso. Ese es uno de mis “chips”. Considero que cuando nos sentimos molestas con alguien tenemos que mirar qué nos molesta de nuestra propia actitud. No es fácil, pero es un ejercicio vital ya que colocar el origen de la molestia únicamente en otras personas aunque es muy sencillo de resolver oculta raíces de otros conflictos.
No es la primera vez que me dicen que yo defino, decido, administro o manejo los hilos de las relaciones que me unen a otras personas. Lo escucho de la mejor manera posible sin dejar de pensar que entonces esa misma persona que me lo dice se trata como un simple objeto sin voluntad ni decisión.
Repito e insisto, y lo he dicho en público y en privado, que el sostén de las dictaduras —porque en esos términos se me plantea la cuestión— se fundamenta básicamente en quienes se dejan someter. Ahí intervienen una cantidad indefinida de miedos, la mayoría legítimos y comprensibles. Desde el miedo a lo desconocido hasta el miedo a la muerte. La esclavitud se derrota con la rebeldía, la desobediencia y la no cooperación. Podemos decidir rechazar la autoridad, pero parece que la aceptamos en el fondo aunque nuestras camisetas y nuestras chapas la critiquen. Por mi parte: antes muerta que sumisa.
Siempre que me han dicho eso propongo que sean las otras personas las que decidan y administren las relaciones —y hablamos de relaciones tanto afectivas como políticas—. El objetivo es probar a ver qué cambia, qué pasa. Suele resultar que entonces me dicen que sigo siendo yo quien administra la relación desde la pasividad, la distancia o la indiferencia. ¿La pelota siempre está en mi tejado? No lo creo.
Sé cómo soy: siempre pretendo controlar lo que me rodea, lo que vivo, lo que decido, lo que me afecta. Creo que es un defecto que me nace de querer asumir plenamente las consecuencias de la autogestión y la autonomía en mi vida. Eso no significa que no me deje llevar muchas veces por los criterios, las locuras o los deseos de otras personas, pero siempre quiero afirmar mi punto de vista. Aunque no siempre parezca, escucho más de lo que muchas personas hablan.
Hola...!!! Habemos hombres que tal vez nos gusta el Problema, problema que se crea cuando encontramos una mujer libre, pero, pero que cuando la queremos para nosotros tropezamos con la filosofía de Arjona: "Quien soy yo para cambiarte"... Canción que conocí y me enseñó una femina SANCRISRO
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