Continuando el tema del amor trataremos otros asuntos muy relacionados que debemos también mantener en equilibrio conciente.
Tenemos muy claro el conocimiento del dolor y el conocimiento de la causa del dolor. Debemos estar dispuestos a reconocer que el sufrimiento y la congoja los fabricamos nosotros mismos, pero también reconocer que tenemos en nuestras manos la curación para ellos. Generalmente el ser humano busca alivio y no curación.
El mundo esta lleno de dolor que genera sufrimiento, la raíz del sufrimiento es el deseo, si queremos arrancar esa clase de dolor, tenemos que arrancarnos del deseo.
La base del sufrimiento es el apego y el deseo, en cuanto deseamos una cosa compulsivamente, se ponen todas las ansias de felicidad en ello y nos exponemos a la desilusión de no conseguirlo.
De no desearse tanto las cosas o las personas, no importaría tanto el rechazo o la indiferencia de los demás, donde no hay deseo-apego, no hay miedo.
Sin esta clase de deseos y apegos, nada ni nadie puede intimidarnos, nadie puede controlarnos o robarnos, porque no tenemos deseos ni apegos. Si no tenemos miedo a que nos quiten nada, no nos pueden quitar nada.
El enamorarse de alguien no es amar, sino desear para sí mismo una imagen que uno se imagina de esa persona, pero cuando conocemos la realidad de esa persona, como no coincide con lo que imaginábamos, nos desengañamos.
La esencia de todo enamoramiento son los deseos, deseos que generan emociones como los celos ó el sufrimiento, porque viven de la inseguridad y de la desconfianza.
El enamoramiento proporciona cierta emoción que gusta a las personas con inseguridad afectiva y que alimenta una sociedad y una cultura que hacen de ello una oportunidad para comerciar. Cuando estamos enamorados, no nos atrevemos a decir toda la verdad por miedo a que el otro se desilusione, porque el enamoramiento se alimenta sólo de deseos, de ilusiones y de imágenes idealizadas.
El enamoramiento supone una manipulación de la verdad y de la otra persona, para que se sienta bien y desee lo mismo que uno y así poder poseerla como un objeto, el enamoramiento no es más que una enfermedad y una droga.
La gente insegura no desea la felicidad de verdad, porque teme el riesgo de la libertad y por ello prefiere la droga de los deseos, con los deseos vienen el miedo, la ansiedad, las tentaciones y por descontado, la desilusión y el sufrimiento.
¿Cuánto dura el placer de creer que se ha conseguido lo que se deseaba?.
En algunas ocasiones se escuchan personas que dicen: ‘Yo amo a mis padres, a mis hijos y a mi esposo o esposa, a las demás personas las quiero’.
Somos tan faltos de amor que hasta hay canciones que pregonan esa clase de amor, que sólo es egoísmo, algunas dicen: ‘como yo te amo tu me perteneces’, ¡cuán lejos del verdadero amor!.
Relaciones sexuales
El hombre y la mujer se acusan mutuamente de que no se entienden, esto no sucedería si a cambio de entenderse se amaran. Es lo mismo con el Universo, si tratamos de entenderlo nos perderíamos y nunca desentrañaríamos los fenómenos de la naturaleza, es mejor volvernos la vida, vivir la vida, regocijarnos con la vida, gozarnos la vida y no tratar de entender la vida. Dejémosle esos temas a los científicos, disfrutemos el misterio de la vida a cambio de entenderlo.
Ni siquiera nos entendemos en algo tan gratificante como las relaciones sexuales. Generalmente la mujer demora más que el hombre en llegar al orgasmo, debiéndose esto a que el hombre es más genital y la mujer extiende su sexualidad en todo su cuerpo, entonces ella requiere mucho tiempo para su excitación. El hombre no ha entendido esta diferencia y cuando él termina, ella apenas empieza. El hombre termina, da la espalda y se dedica a dormir, millones de mujeres ni siquiera conocen el orgasmo, se quedan frustradas, llorando, sintiéndose humilladas; trayendo como consecuencia la infidelidad, la ruptura de pareja y el aborrecimiento hacia la sexualidad, ya que la mujer se siente utilizada por el hombre, tanto para hacer niños, pues la mujer no requiere del orgasmo para procrear, como para servir de caneca de la basura. En algunas partes del mundo se priva a la mujer del orgasmo, ya sea mutilando sus genitales o no permitiéndoles su expresión sexual.
Y es que la mujer requiere de mucho preámbulo, un juego largo para que su cuerpo empiece a sentir, a vibrar su sensualidad, a sentir uno de los mayores gozos que nos regala la naturaleza como es el orgasmo.
Mujeres y hombres necesitamos unirnos por el amor total, ganaríamos mucho y nada perderíamos, respetando cada uno la libertad de su pareja, el sexo no es pecado, es gratificación de la pareja y la experiencia del mutuo orgasmo es una experiencia sin tiempo, sin mente, sin ego; donde se funden y disuelven dos seres humanos, hombre y mujer de forma placentera, alegre y divertida. Así es la meditación, magnificada miles de veces.
Pero, mientras el hombre no acepte que la mujer tenga una experiencia orgásmica, que pierda el control, que gima, grite y suspire, que su mente, cuerpo y emociones participen de forma conciente, ella seguirá quejándose de forma huraña. El hombre después de hacer el amor tampoco debería dormirse pues la mujer que da tanto gozo, merece agradecimiento, cariño, y un poco mas de atención.
Las relaciones sexuales entre la pareja estable, hombre y mujer, deben ser sinónimos de fiesta, no debe ser apresuradas. A la mujer hay que despertarle su sensualidad y su sensibilidad en todo su cuerpo con juegos preliminares, coqueteos, masajes, una cena romántica a la luz de velas, incienso, perfume, flores, música, relajación y meditación. Se debe bailar, cantar, beber champaña y tener contacto en toda la piel de su compañero(a). Convirtamos la alcoba de la pareja en un templo sagrado, donde el hombre adore la mujer y la mujer adore el hombre.
El Tantra nos enseña el orgasmo como crecimiento espiritual ya que en la meditación, el shamadi, la culminación de la meditación, ofrece un gozo conciente y pleno de éxtasis permanente con amplitud miles de veces mayor que el de un orgasmo. El orgasmo es momentáneo, el shamadi puede durar el tiempo que se desee.
Los famosos movimientos de liberación femenina erróneamente propenden por imitar al hombre, dejando de ser revolución por reacción. Las mujeres deben liberarse pero no para vengarse, no para perder su feminidad, su belleza, su encanto, su misterio; ante todo debe ser la mujer delicada, femenina y amorosa, viendo al hombre como su complemento y no su rival. El hombre debe ser el varón, el protector. Puede ser fuerte pero debe tratar a la mujer de forma cariñosa, amorosa y suave; también debe verla como su complemento y no su rival.
Ni la mujer, ni el hombre deben sentirse superiores uno del otro pero tampoco inferiores. Los dos géneros somos de la misma especie y cada uno tenemos cualidades complementarias, nos necesitamos mutuamente, únicamente juntos somos completos. Las diferencias no son contradictores, son condicionales que permiten la mutua atracción. Pero definitivamente el amor no debe formar ataduras, debe ser libre e incondicional. La mujer y el hombre no somos iguales ni desiguales, somos únicos.
Texto original en http://blogs.elespectador.com/larevolucionpersonal/2011/03/05/015-%e2%80%93-enamoramiento-y-relaciones-sexuales-de-pareja-en-la-revolucion-personal/
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