divendres, 3 de juny del 2011

Carta de despedida, Renzo S.

El otro día pensaba que me moría cuando te vi pasar. No podía imaginar que estarías ahí y mucho menos que todo se me caería cuando descubriera que te habías convertido en un ser abstracto, de moda, de fashion look y cuentos de navidad.

Llevaba rato pensando qué es lo que te iba a decir, pero no se me ocurría nada, aunque sé sin lugar a dudas que sentía una emoción muy grande de verte y sentirte cerca. No esperaba que me miraras como antes, no puedo esperar que las cosas cambien si siempre acabo haciendo lo mismo.

Siempre le doy vueltas al hecho de que tengo que dejar de enredarme y generar relaciones sexoafectivas que acaban en rupturas feas, distanciamientos eternos, sinsabores que se te incrustan en el alma y miradas esquivas.

Yo te gusté a ti y te atraje sexualmente, ¿cómo entonces no te van a atraer otras personas? Y si le sumamos que si tú me gustaste a mí y me atrajiste sexualmente, ¿cómo otras personas no se van a sentir atraídas por ti? Intento que esas premisas guíen mi vida para aceptar las diferentes relaciones que rodean a los seres que amo y con quienes tengo relaciones sexuales íntimas y profundas.


Otra cosa que pienso últimamente es que por más idealizaciones que otras personas hagan a mi alrededor, éstas se acaban cayendo en cualquier momento. Además, me doy cuenta que soy yo quien fuerza esa “desilusión” para que me miren en la justa medida. Siempre digo que no quiero ser más que nadie ni tampoco menos.

Te puede parecer duro pero siempre acabo pensando que no soy tu hombre ideal ni aunque te comas todos los alucinógenos del planeta. Al principio parezco comprensivo y luego no te escucho. Cuando me conoces, soy muy cariñoso; y luego no quiero ni tocarte. Puedes hablar de todo conmigo, pero luego callo y estoy ausente. Te pienso y te mimo, y luego desaparezco de tu piel por días e incluso semanas y no sabrás el porqué. Parezco el padre de tus hijas, pero en el fondo no quiero saber nada de ese tipo de responsabilidades. Parece que quiero volar libre y cargo amarras que te atarán irremediablemente a situaciones que nunca imaginabas que ibas a vivir. Mi primera mirada te conmueve hasta las entrañas y luego ni siquiera se sostiene. Te canto para enamorarte y luego para esquivar situaciones incómodas. Soñarás y luego te desilusionarás. Te ilusionarás y luego te desesperarás. Esperarás, en vano, hasta que te cansarás y me pondrás en el lugar que realmente merezco. Y ese lugar no encaja en tus proyecciones.

Obviamente no es toda mi responsabilidad, pero no encontrarás mejores explicaciones para la situación que culparme de tus males. Te envenené con mi pócima no tan secreta y ahora no puedes desintoxicarte. Esa droga es una mierda porque muchas quieren probarlo y al final hasta se vuelve en mi contra y ni siquiera el dolor y el malestar rompen su hechizo. Todas conocen sus consecuencias pero igualmente se quieren arriesgar a probarla. Luego se quejan por ello. Su adicción es como la peste y por eso se contagia. Puedo ser o parecer duro pero mirándolo crudamente, esa es la realidad más o menos disfrazada, peor o mejor maquillada.

No merezco tu amor ni tu cariño, ni siquiera tu comprensión; ni siquiera merezco tu olvido o tu indiferencia. Esa es la frase que escribiré en mi lápida antes de morir. Más vale que le pidas a los Reyes Magos tu hombre ideal con todos los atributos que desees ya que yo concentro todos los males que puedes odiar de un hombre.

Sin rencor y con un gran afecto, me despido para siempre.

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