(…)
W: Más o menos cuando hablas del amor multifacético, en las mil maneras de amar
RF: Nosotros somos monogámicos sólo cuando el amor es demasiado bueno. Si él se queda en bueno, o sea, normal, nosotros rápidamente nos volvemos poligámicos. Entonces, cuando es demasiado bueno, no hay forma de pensar en otras cosas, en querer a otras personas. Estamos inmersos en esta experiencia, queremos profundizarla, vivirla por entero. Esto deriva de nuestra manera de pensar que no podemos ser sólo una cosa si se desea la libertad. (…) En la vida uno tiene que aparentar mucha incoherencia para poder vivir todos sus lados. Hoy en día me siento una perfecta incoherencia. Y así vivo muchas experiencias, amo de mil maneras mil personas, y sigo lo que la naturaleza me impone. Sin entrar en un modelo, vivir la moda, obedecer patrones. Vivo mis impulsos, mis funciones vitales que a veces coinciden con las generales, las institucionalizadas, las ya clasificadas; otras veces, la mayor parte de las veces, no, parezco un loco, doy escándalos, vergüenzas...
W: ¿Y eso incluye alguna pasión?
RF: Actualmente tengo varias a la vez. Vivo una fase diferente, interesante, porque me siento muy disponible. Estuve mucho tiempo preso a una gran y exclusiva pasión y, después que ha terminado, tuve la sensación de renacimiento. Ahora intento vivir relaciones diferentes. Me quedo totalmente enamorado por la persona que está a mi lado, en la hora que estoy con ella. Y pasan siempre cosas fuertes y bonitas. Y nos quedamos juntos el tiempo que es bueno para nosotros. Preciso de personas que no me cobren infidelidad, ni continuidad, ni exclusividad. Me gusta el noviazgo, el encuentro, que propicia sexualidad original, lúdica, alegre, desechable. Así, nosotros vivimos en permanente estado de descubrimiento, sorpresa y encantamiento.