Debo decirles que no hemos pecado, jamás lo hemos hecho, pero sobre todo, debo decirles que el “pecado”, esa absurda palabra reproducida e impuesta a lo largo de la historia, no existe.
Lo que existió, existe, pero dejará de existir son los miles de principios éticos, morales y religiosos que han mutilado nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Existió, existe, pero dejará de existir, la esclavitud, la vergüenza falsa, el pudor absurdo, el dolor, la culpa y el arrepentimiento que hemos sentido, o dicho de una forma más clara, nos han hecho sentir los miles de hombres y mujeres creadores y pertenecientes a todos esos principios éticos, morales y religiosos, a todo ese aparataje represor, machista y sexista que se camufla cada día detrás de un falso feminismo, detrás de una falsa igualdad, detrás de una falsa libertad.