Debo decirles que no hemos pecado, jamás lo hemos hecho, pero sobre todo, debo decirles que el “pecado”, esa absurda palabra reproducida e impuesta a lo largo de la historia, no existe.
Lo que existió, existe, pero dejará de existir son los miles de principios éticos, morales y religiosos que han mutilado nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Existió, existe, pero dejará de existir, la esclavitud, la vergüenza falsa, el pudor absurdo, el dolor, la culpa y el arrepentimiento que hemos sentido, o dicho de una forma más clara, nos han hecho sentir los miles de hombres y mujeres creadores y pertenecientes a todos esos principios éticos, morales y religiosos, a todo ese aparataje represor, machista y sexista que se camufla cada día detrás de un falso feminismo, detrás de una falsa igualdad, detrás de una falsa libertad. Porque aunque es totalmente cierto y valioso que hemos luchado por lo que nos robaron desde que nacimos, aún se sigue viviendo en cada esquina, en cada calle, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada revista de moda, de ropa, de maquillaje, en cada comercial, en cada iglesia, en cada escuela, en cada canción de reggaetón (y demás mierda que nos ve como objetos sexuales) en cada parámetro para el comportamiento, en cada mujer violada, ultrajada, golpeada, estigmatizada, culpada, satanizada, tildada de puta, de perra, de zorra, de cualquiera, y demás calificativos que la sociedad utiliza para referiste a una mujer libre, a una mujer que disfruta de SU cuerpo con quien quiera y como quiera, en cada parámetro para el comportamiento, en cada modelo de vida, de consumo, de éxito, en la mayoría de argumentos contra el aborto, en todo eso se siguen viendo los estereotipos, las normas morales y los valores para la conducta, la violencia, el feminicidio, la mercantilización del cuerpo, las relaciones de poder, el machismo, el sexismo y el sistema patriarcal. ¡Que sin duda, nosotrxs acabaremos!
Prenderemos fuego a todas sus doctrinas, quebraremos sus reglas, destruiremos sus libros más sagrados, gozaremos de nuestro cuerpo como nos venga en gana, dejaremos de servirle sexualmente a los demás, para empezar a complacernos a nosotras mismas, la masturbación reemplazará las tareas domésticas, -pero ésta nunca será una obligación sino un acto que nace de la libertad, la rebeldía, el amor propio y el placer-, no seguiremos su modelo de vida, no encajaremos en sus moldes, no seremos una pieza más de su maldita máquina hecha de dolor.
Destruiremos todas las cadenas, las cárceles y las imposiciones, todo eso por la sed y las ansias de justicia y libertad, por las ganas y el deseo de hacer resurgir un mundo nuevo.
¡No más esclavitud, no más vergüenza falsa y pudor absurdo, no más dolor, ni culpa, ni arrepentimiento, no más reprimir-nos!
Es ahora o nunca, compañerxs a luchar, a destruir pero sin duda, a construir.
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