Me
jode cuando veo que en ambientes de sexo no-convencional o la
no-monogamia (sea BDSM, swinger, gay, poliamor, fetish etc) caemos en lo
que cayeron en los 70 en España: decir sí para no ser “la estrecha”.
Eso nos contó —en una charla que organizamos sobre el consentimiento y
saber decir que no— una mujer que lo vivió de primera mano en aquellos
años. Y de como ella lo hizo entonces, y de cómo se hacía y se sigue
haciendo, haciendo algo para evitar las críticas del grupo, para cumplir
las expectativas que creemos que tienen sobre nuestro
comportamiento. Como decía @AlicanteBDSM: De imposición a imposición: De la moral, la cultura del “DEBES reprimirte” a la cultura promiscua del “DEBES ser un putón”. Decía @dejamehablarr “La liberación sexual es un estado mental, no una práctica en sí”.
Algo que también pasa en el ambiente gay, como lo comentó @PajasMentales y
se ve en la captura de más abajo: Que en cuartos oscuros se da por
hecho que vas a por sexo, sea como sea, sea con quien sea, y dando igual
lo que fueses buscando. Como dice él “un cuarto oscuro es para tener sexo, pero con quien quieras y con condiciones, como todo en la vida”.
Algo que parece TAN obvio cuando se lee pero que es en realidad tan
complicado en la vida real. Porque cuando llegas la primera vez te da la
impresión de que esa gente lleva toda la vida ahí y que tú eres la
única persona que está ahí por primera vez, con lo que tiendes a hacer
lo que hace todo el mundo: Hacer lo que ves que hace el resto.
Pero
claro, si alguien con más tablas te ve entrar con cara de despiste, de
que es tu primer día, y tienen cierto carácter depredador, irán rápido a
por ti, y verás que te piden que hagas esto o aquello y piensas “bueno,
pues lo hago, debe ser lo normal en este ambiente”…hasta que te haces
habitual y descubres que no, que de eso nada, que estaban sacando de ti
lo que querían. Y si cuela, cuela. Lo mismo pasaba cuando empezamos en
el ambiente swinger.
[Para la gente swinger recién iniciada ¿sigue pasando?¿os habéis sentido así?]
Y creo que aceptar
la presión para hacer cosas que no queríamos hacer, en el caso de estar
en una relación más o menos continuada, es mucho peor de lo que podéis
creer. Esa situación creo que es una puerta de entrada INMENSA para el
chantaje emocional*. Como decía @2neuronas_,
“a veces cuesta diferenciar entre «lo deseo» y «deseo cumplir
expectativas»”, algo que hay trabajárselo, que no es tan fácil de ver.
Como sigue diciendo 2neuronas_
pasa con prácticas sexuales, que el grupo o la persona con quienes
estás las desea o las da por supuestas y presiona para que las hagas.
¿Cómo se identifica el chantaje emocional?
Porque es algo que nos sucede en todos los terrenos: La madre con
depresión porque has dicho que no irás en navidades, la amenaza en el
trabajo, las amistades que te acaban exigiendo cosas más allá de lo
razonable… Pero mientras que en esos terrenos nos darán la razón si nos
quejamos a nuestras amistades…no pasa así con las relaciones
emocionales. Así como los celos mal gestionados cada día se reconocen
más como una parte problemática del “amor” (y dejando atrás aquello de
“si tiene celos es que te quiere”), todavía tiene que llegar el día en
que se empiece a vigilar y detectar cuándo hay chantaje emocional y
cuándo se está cruzando la línea.
El patrón que sigue el chantaje emocional para que se pueda considerar como tal es
1. Exigencia: “Quiero que hagas tal cosa”
2. Resistencia: “Es que a mí no me apetece”
3. Presión: Puede ser con silencio tenso, con malas caras, mirada de odio, dejar entrever que puede haber una bronca posterior o insistencia verbal.
4. Amenaza: “Si no lo haces, te dejaré”, “Si no lo haces, me deprimiré, no me cuidaré, me hundiré en un agujero muy profundo”, “Si no lo haces te voy a hacer la vida imposible”
5. Obediencia: Se acepta y se hace lo que nos decían que hiciéramos en el punto 1, “exigencia”.
6. Reiteración: Se utiliza el mismo sistema una y otra vez para conseguir lo que se desea.
2. Resistencia: “Es que a mí no me apetece”
3. Presión: Puede ser con silencio tenso, con malas caras, mirada de odio, dejar entrever que puede haber una bronca posterior o insistencia verbal.
4. Amenaza: “Si no lo haces, te dejaré”, “Si no lo haces, me deprimiré, no me cuidaré, me hundiré en un agujero muy profundo”, “Si no lo haces te voy a hacer la vida imposible”
5. Obediencia: Se acepta y se hace lo que nos decían que hiciéramos en el punto 1, “exigencia”.
6. Reiteración: Se utiliza el mismo sistema una y otra vez para conseguir lo que se desea.
Todo
esto mezclado con mensajes que dicen lo contrario, con caricias, buenas
palabras, buen sexo, etc lo que hace complicado verlo desde dentro.
Si
te ves “tragando”, aceptando cosas que en realidad no harías, si
quieres saber más sobre el chantaje emocional (algo que tenemos todos
los días encima de la mesa de una manera u otra), recomiendo “El chantaje emocional” , de Susan Forward—que me recomendó a su vez Bluttie Kat y tenía razón que está bien para reconocer el patrón— y “El acoso moral” de Hirigoyen. De El Chantaje Emocional se puede ver aquí una presentación/resumen.
Como no cambiemos la cultura sexual en la que vivimos vamos a seguir perpetuando la misma mierda por los siglos de los siglos.
No me refiero a que de repente sepamos diferenciar cuando hacemos cosas
por tener baja autoestima, cuando por las expectativas ajenas, cuando
por un “no quiero montar un pollo” mal entendido o “no quiero que sufra”
fruto del chantaje, es complicado cambiar la percepción de muchas cosas
que consideramos naturales… hasta que nos damos cuenta de que, a la
larga, nos hacen sentir mal. Me refiero a por lo menos “encender la
bombilla” del instinto de supervivencia que nos avisa de que, no sabemos
por qué, algo nos chirría y pidamos ayuda.
Esa es la cultura sexual que creo que debemos cambiar.
Que equiparemos libertad sexual a libertad auténtica:
A follar cuando queremos, con quien queremos, de la manera que
queremos. Que libertad sexual NO signifique follar mucho, sino follar
cuando se quiere, y eso para alguna gente es muy a menudo, o con mucha
gente, y para otra es poder llevar a la realidad sus fantasías con quien
le da la gana, o no hacer nada porque sólo quiere pasearse en pelotas
en un evento/espacio sexual para mayores de edad, o pajearse, o sólo
mirar sin molestar.
Que no equiparemos libertad sexual a “que cada cual haga lo que quiera respetando a las otras personas”,
porque al final eso sólo significa “mantengamos las normas que había
hasta ahora sin cambiar nada, excepto en tener que reprimir los
comportamientos sexuales MÁS ACEPTADOS SOCIALMENTE”, dejando apartados
otra serie de comportamientos que son criticados, o vistos negativamente
en ese ambiente. Aún estoy esperando a que alguien me explique por qué
en los locales swingers no hay enchufes para cargar las baterías de
vibradores, ni tampoco se usa ni uno por la gente. Ya sé que me va a
salir el caso típico “Yo un día vi uno”. La norma es que no se usen,
porque “no hacen falta”. Sentir como amenaza de que te pueda sustituir
un trozo de plástico, un motor y una batería… si no te consideras más
que eso, allá tú.
Que deje de considerarse el chantaje, o los comportamientos amenazantes o agresivos como “un asunto privado”,
como se ha hecho tantas veces en colectivos supuestamente alternativos
(no esperaba nada de los conservadores) donde, cuando había algún caso
de maltrato que no llegaba a las manos, se consideraba “un problema de
la pareja” en el que nadie más debía de intervenir. Y ahí sí creo que
hay que intervenir, no como una caza de brujas, como hablaba @_tuplacer_,
sino haciendo que el ambiente en que nos movemos algo hostil a ese tipo
de personas mediante charlas, debates, formación para reconocer
patrones de comportamiento tóxico.
Y no sólo formación: Crear espacios para la queja, para el apoyo. Crear la costumbre de que hablar de lo que ha pasado e intentar mejorarlo sea lo habitual.
Animar a quejarse, a decir cosas que han sido incómodas sin que eso
suponga un culebrón, sin que te tengas que enfrentar a la persona que te
hizo sentir mal en caso de que haya pasado algo más grave. Que sientas
apoyo en tu entorno cuando destapes el chantaje que sufrías. Que se
normalice contarlo, que se comparta una cultura de saber cómo tratar
esos temas, que se sepa tanto de técnicas BDSM como de chantaje
emocional y maltrato psicológico.
Si
no, lo dicho, follaremos más, sí, pero a costa de quemarnos por el
camino y acabar diciendo unos años después “Uy, sí, esa vida la llevaba
yo y al final tanto me jodieron que me acabé retirando”. Algo que pasa
tan tan a menudo. ¿Habéis visto fotos de hace más de 10 años? Yo sí. Y
de aquella gente del ambiente BDSM en Madrid en 1999 quedan una o dos
personas, todo el resto ha desaparecido, supongo que lo consideran “una
fase” en su vida, con lo que creo que al final acabamos perpetuando los
mismos tópicos de siempre respecto a esos colectivos. Aunque
aportemos unas prácticas sexuales diferentes, en realidad, si no se
ofrece un modelo alternativo de relaciones, seguimos reproduciendo las
mismas situaciones de las que queríamos huir y de las que pensábamos que
nos habíamos distanciado tanto.
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Este post es una recopilación de mis tuits
de ayer por la mañana sobre este tema y lo que me respondieron. Mis
tuits (las contestaciones se ven debajo) fueron este, este y este.
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