¿Es el amor el problema o lo que el amor produce?
A nadie le conviene criticar el amor, la historia conocida del
pensamiento se inscribe bajo una serie de nociones que se presentan
como naturales (justicia, educación, amor…) pero que en el fondo
son fabricaciones humanas, atadas a su carga histórica y política
que nos llevó a estar parados en este período de esa historia. Se
dice que el amor es siempre bueno, se dice que el amor es puro, que
es imperante en la conducta, dios es amor, dicen mucho para reforzar
e idealizar ese conjunto de saberes, han querido dotarlo de tal
naturalidad que el humano lo desea encontrar en el animal, llegaran a
decir que la leona que se come a sus crías es un acto de desamor. Al
parecer al humano se le olvida que en la tribu le movía solo el
deseo y no el amor.
Parece resultar tan complicado superar el amor, incluso para los llamados criticos, todo parece indicar que esto se debe a que el humano -como otra producción- necesita de amor, desea el amor, ya que su inconsciente dejó la creación en su período de guagua y ahora se ha vuelto una representación teatral de las necesidades sociales, el amor y muchas otras.
“No es el deseo el que se apoya sobre las necesidades, sino al contrario, son las necesidades las que derivan del deseo: son contraproductos en lo real que el deseo produce.”
Deleuze & Guattari, El AntiEdipo
Todo lo que creemos necesitar en torno al eterno
juego de la carencia, no lo necesitamos en principio, lo deseamos y
cuando se apoya en la necesidad social es porque la alienación en
los términos que utilizo Sartre ha convertido el deseo en función
del status quo y solo eso. Inclusive las necesidades más aceptadas
por la cultura (comer, cagar, dormir…) no lo son tal, esto porque
la arrogancia de creer que el vivir humano es necesario se cae por sí
solo; el humano no necesita vivir, desea existir, en ese sentido lo
que hace funcionar la existencia es el deseo y no ese peligroso
invento llamado necesidad. Deseas comer, deseas beber, deseas dormir,
son flujos de deseo.
Pero volvamos al amor, ya al entender que nunca va ser una necesidad intrínseca, es necesario comprender qué nos lleva a amar, precisando en la desconfianza de dicho deseo a todas luces producido intencionalmente por el status quo.
Si el amor es un saber que narcotiza, necesario porque dijeron que lo era, ¿hacia donde nos llevará? Para que existan determinadas instituciones sociales de coacción en pos del orden burgués se requiere que se encuadren bajo este saber que todos aman y nadie desconfía, el amor encuentra su gran hogar en la patria, en la familia y en su antesala, la pareja.
La pareja y el amor
Donde más el amor cobra sentido es en la pareja,
ahí se nutre y adquiere las más diversas formas, la pareja como
institución propia del amor es un problema por sí misma, otros
apuntan a los celos y la violencia dentro de ella pero me parece que
al ser una institución basada en la individualización, en el deseo
convertido en necesidad, en la pobreza sexual y la monogamia
heterosexual inevitablemente conllevara dominación. Creo que en pos
del afecto y el deseo liberado la pareja debe ser destruida, el
problema es que los críticos creyentes e idealistas del amor
prefieren cambiar la forma pero manteniendo la estructura del amor
(liberarse de la sociedad idealista platónica no es nada fácil), es
entonces cuando nos hablan de la pareja libre, de la pareja de
compañeros u otras formas eufemisticas de reforzar no solo a la
pareja sino mucho más al amor: poliamor, amor libre, amor
revolucionario. Ni el anarquista desconfía del amor.
Necesariamente en pos de algún deseo revolucionario y de resistencia debemos dejar de amar, abolir el amor, ya que ha demostrado ser un fracaso y evidenciado sus reales intenciones. . Volver a pensar en el erotismo de Bataille, desviarse, regresar a la manada para devenir animal y recuperar la maquinaria deseante, liberar los afectos del secuestro del amor.
publicado originalmente en periódico el amanecer
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