Al travestismo de Guiseppe Campuzano
Presentación Fanzine “desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato” diálogo transfronterizo con valeria flores, Tomás Henríquez Murgas y Jorge Díaz Fuentes
(Texto leído en la primera semana de diciembre de 2014 en santiago centro)
Es importante cuando lo cuir comienza a
escribirse con c, cuando ya no es necesario sólo mirar hacia el norte
para escribir y habitar políticas de la desobediencia sexual. A Judith
Butler la pillé en un curso de la universidad. Yo estudié algo que no
era ni ingeniería, ni medicina, ni derecho, por lo mismo parece que
había posibilidad de introducirme al feminismo. Si no estás más
condenado a la heterosexualidad. Aún tengo la fotocopia de ese libro
donde aparecía esa interrogante frase “el falo lesbiano”, frase que sigo
sin comprender en su absoluto, pero que promueve hasta hoy múltiples
asociaciones y posibilidades perversas. Eso ocurre cuando te enfrentas a
palabras desafiantes, donde el sexo interfiere la escritura objetivante
masculina, cuando la “justicia erótica” es el motor de nuestra
escritura como activistas no heterosexuales habitando espacios y tiempos
heterosexuales. Cuando ya no lees sólo lo que te corresponde por tu
género o clase.
Este libro trans andino obliga a pensar
en eso que se nombra: en una cordillera de los Andes, eso que siempre
vimos, eso que nos enseñaron a dibujar en nuestra educación sexista y
nacionalista, esa cordillera que la imaginamos como nuestro muro, ese
muro que nos da seguridad, ese muro que siempre me la hicieron pintar de
azul, una tierra azul y que da orgullo. Una tierra que separa. Siempre
estuvo muy presente esta cordillera cuando dibujábamos la familia, una
masa infranqueable y que en el caso de Santiago nos encierra, ya que se
busca vivir encerrados, asegurados. Una cordillera con nieve que pocos
pueden conocer. Dos, tres, cuatro, sesenta, mil montes que como
senos me los imagino trans andinos, una cordillera trans, ese lugar
entremedio, esa insistencia por la separación. Imaginar una política
feminista trans andina, como tránsfuga, como una política de otro tiempo
significa re-escribir los territorios, encontrar espacios en nuestros
contextos sudakas donde poder habitar. Unos Andes travestis, un
territorio no unificado de figuraciones que trastoquen estas historias
que nos imponen las biografías. “escribo desde Neuquén, pero no como
neuquenina, una identificación que resisto” (24), afirma valeria
adscribiendo a un feminismo que no soporta la imposición de
nacionalismos, un feminismo que resiste al orgullo identitario.
Estas lenguas trans andinas del texto,
son deslenguadas porque hablan de todo, porque se cruzan entre la
poesía, la política, la filosofía, la física de los cuerpos, la
biografía que nos da vergüenza, (porque avergüenza reconocer ese
patriarcal, colonial y heterosexual tiempo que habitamos), entre la
escritura, el feminismo, las política intersex, la enfermedad y la
masculinidad lesbiana. Una intensidad de debates locales que surgen por
la escritura feminista, por la decadencia de un movimiento gay y lesbico
que despolitiza los cuerpos o por la llegada de los cuerpos trans al
colegio.
La escritura de valeria es un lugar, un
hogar no femenino, sino altamente crítico. Esta disidencia andina
transfronteriza donde no nos satisface nuestro origen cuestiona esos
colonialismos internos que constituyen la biografías nacionalistas de la
feministas que habitamos el sur. “La neuquinidad como ficción
normalizadora tendió a la desactivación de los antagonismos y a la
activación de una orientación homogeneizadora, y uno de los “otros” a
los que impugnó en su conformación identitaria fue a los inmigrantes
chilenos” (24). Se reconoce esa razón colonial argentina, la provincianeidad
de ese pensamiento nacionalista que nos constituye y donde se comienzan
a reconocer esos lugares de fobia racista de argentinos contra
chilenas, de chilenos contra peruanos, de dominicanos contra haitianos.
Ese patético odio identitario que también se puede ver entre patéticas
competencias entre gays, travestis o lesbianas, es un deseo que separa
en fronteras, que nos vuelve islas y que nos dice que sólo quedaría
mirar hacia el norte como ejemplo de como debe la vivir. Pensar la razón
colonial es pensar una razón heterosexual que nos constituye, que nos
da un lugar, que nos dice qué hacer con nuestros cuerpos. Es a lo Wittig
decolonial que valeria ingresa a reflexionar esa razón hegemónica. Se
trata de pensar las lógicas heterosexuales que están en el colegio, en
la política, en el feminismo, en como se exponen nuestras biografías.
Esas lógicas que “modulan nuestra manera de pensar, sentir y actuar los
cuerpos”.
Esta escritura deslenguada intensamente
feminista habla desde un lugar, un territorio político de constante
cuestionamiento, un territorio que es imposible de afincar en límites,
es el sur-sur, un sur transandino donde se asume y hay acumulación de
una experiencia local sobre Feminismos disidentes. Este es un Fanzine,
un libro, una conversación con sólo seis preguntas donde se escribe un
tiempo político otro. Se asume que existe una generación de producciones
y prácticas políticas disidentes sexuales y feministas.
En este texto se presentan
investigaciones y se recopilan experiencias, casos muy locales, donde un
feminismo se presenta ya no asumiendo un lugar de la diferencia, la
igualdad de las mujeres, ni menos al que le basta con defender
identidades sino que se trata de un feminismo que se instala, orienta,
motiva y se escribe desde el trabajo de una crítica a un pensamiento
binario, desde una disputa a las identidades masculino y femenino, es
decir desde un trabajo que significa des instalar la hegemonía de la
hetero normatividad, ese concepto que por primera vez se escucha y que
te queda retumbando. Un “ronroneo del pensamiento” que quiebra ese modo
heterosexual de pensar “cuando hablás de hetero normatividad en alguna
clase, las primeras expresiones son: no sabía nada de eso, no tenía idea, no conocía”. Se
afirma que hay un conocimiento o una información que se nos está
ocultando, hay historias que no están siendo parte de nuestra historia,
hay conocimientos excluidos como pueden ser las historias de las
primeras operaciones de resignaciones de sexo o la no heterosexualidad
en la educación que se mantienen como contenido prohibidos. Cabe
preguntarse, siguiendo a valeria y otras feministas, ¿qué es un modo
heterosexual de pensar? Uno sin preguntas, uno que asume que la
identidad cualquiera sea es natural. Necesitamos entonces quebrar los
modos hetero centrados del pensamiento.
Esta lengua, que no es la lengua del amo,
es una interferencia, es más lengua, es más ronroneo. No es el lenguaje
transparente. No es un texto transparente, sino que es un “hablamiento”
que se opone a una comunicación que produce capital. Hoy la
comunicación transparente, sencilla y políticamente correcta produce
capital y plusvalía cuando ciertas identidades se expresan y toman un
lugar. valeria reivindica “la experimentación más torcida y desvíante.”
Aquí no es necesario entender una identidad, no es el sentido buscar
explicar un proceso social o una política feminista programática ¿cómo
podríamos explicar la sexualidad? ¿Acaso alguien puede pretender tener
la razón sobre la sexualidad? ¿Acaso alguien podrá comprender el sexo?
Sí algo he aprendido es que la sexualidad es un proceso de investigación
constante, nunca es idéntico, siempre supone transformaciones más
cotidianas, excitantes o frustantes. Es conocimiento personal y
colectivo. Pensar en las trayectorias de cada una de nuestras
sexualidades como procesos no idénticos, no resumibles a categorías,
supondrá reconocer un modo político feminista del cuerpo que hace que la
sexualidad no reduzca su potencial político. La sexualidad no debe ni
puede explicarse en palabras sencillas, esto sería traicionar nuestra
política en post de la búsqueda de un exitismo pro familia, pro
políticas liberales, ya que “el imperativo tiránico de ese entender
supone la supresión de toda curiosidad, disloque o alboroto, todas
tácticas que abisman a la propia subjetividad a la exposición de la
contingencia” (15).
Considero que este texto es fundamental
para la trayectoria de una reflexión feminista y disidente sexual
localizada en el sur ya que aquí estos activistas, artistas y
estudiantes no se entrampan en discusiones antiguas con Feminismos
reaccionarios a una escritura creativa o que aún creen que el feminismo
es sólo para mujeres biológicamente asignadas. Sino que la intensidad
del trabajo intelectual y crítico está en proponer pautas, prácticas y
ejercicios sobre cómo desmontar la lengua del patriarcado en nuestros
contextos sureños y trans andinos. Es un feminismo que a través de la
conversación, la revisión biográfica, la re escritura y el atentado
contra la heterosexualidad busca generar transformaciones en el modo de
hacer feminismo. No es un feminismo de grandes políticas, sino que como
dijera Bell Hooks se trata de luchar contra “ese enemigo interno”
que todas tenemos. Este texto promueve las escrituras locales
disidentes biográficas, escrituras feministas donde lo cotidiano local
es pensando. Obviamente debemos asumir que no se trata de una política
heroica, sino de un feminismo disidente que muchas veces es “lento y
solitario”, que se hace muchas veces desde la “precariedad económica”
porque no sólo las ricas pueden y deben escribir. Así lo describe
flores: “Escribir en el activismo feminista y de la disidencia sexual
tal vez sea un oficio de riesgo. Una tarea más de abandono que de
amparo, de deserción de los formatos conocidos, del desapego al ojo
occidental burgués hetero patriarcal racializado adherido a nuestra
retina” (19).
Es así que con un giro transandino puedo decir que ya no leo a Butler, leo valeria flores.
encontrado en disidencia sexual cuds
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
¿Qué te ha parecido este texto? ¿Algún comentario?