divendres, 2 d’octubre del 2009

Pues tampoco, H.R.Herzen




El otro día una amiga me decía que las relaciones que ella llamaba “abiertas” acaban mal. Imagino que lo decía porque las relaciones que no son de “esa manera” acaban bien, lo cual me generó una mueca para no reírme demasiado. El caso es que se acaban las dos, pensé también. Es como los matrimonios: hay unos que acaban bien; y otros, duran toda la vida. Las relaciones humanas son como la vida, como el ser humano: efímeras, caducas, perecederas. Nacen. Y mueren, de forma natural, por enfermedad, suicidio o eutanasia; accidentalmente, por azar o por el destino, de mutuo acuerdo o si te he visto no me acuerdo. ¿Bonito? No ¿Triste? Pues tampoco. No puedes evitar una tormenta, pero sí mojarte. Ante la lluvia puedes decidir quedarte en casa o dejar que el agua te cale o moje tu cara. Después agradecerás una buena ducha y sopa calientes. Tampoco estoy diciendo que no te pongas unas buenas botas o un chubasquero. Como dice Sabina, “Si lo que quieres es vivir cien años, no pruebes los licores del placer. Si eres alérgico a los desengaños, olvídate de esa mujer”.

Como dice mi gran amor susurrándome al oído: “Seguir apostando por la libertad con alegría en las relaciones humanas parece más complicado que ser sindicalista combativo en Colombia”.

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