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Aquella fuerza destructora que acompañó a la tormenta ha dejado tras de sí una gran claridad de sentimientos. No voy a reprimir esta lágrima que quiere descender mejilla abajo mientras escribo estas palabras y es que esta última tormenta ha sido brutalmente desgarradora. Hay momentos en los que la sangre parece que deja de correr por mis venas, el aire se solidifica, entonces viene a mi el indeseable desengaño al querer disfrutar de esos momentos en los que estando contigo no existía nada más y era como estar en el lugar más maravilloso del universo incluso inimaginable para nuestras mentes, para olerte, hablarte y escuchar a tu alma, al darme cuenta de que es imposible realizarlo ahora.
Durante días solamente el cielo y la tierra me han servido de consuelo, su inmensidad me ha ayudado a descargar todo mi dolor devolviéndomelo en forma de sabiduría, núnca deja de sorprenderme la gran capacidad de transmutación que la naturaleza ofrece.
Nostalgia y tristeza empiezan ahora a convertirse en amor y gratitud.
Morir para nacer me ayuda a apreciar la importancia de los ciclos ... de que las cosas cambien ... de que la tormenta aleje, aún en contra de mi voluntad, proyectos creados o seres queridos. Gracias a este suceso natural puedo seguir construyendo algunos aspectos utópicos de mi existencia.
Cada vez estoy más convencida de que aunque haya parecido lo contrario nadie ha querido hacerme daño en mis relaciones de amor. Estamos aprendiendo a no culparnos, a divertirnos y a gestionar nuestros sentimientos.
Hoy voy a intentar conocerme un poquito mejor.
Ya sabes que te quiero.
Me ha gustadp
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