dilluns, 21 de juliol del 2014

Nguillatún de fluidos y otros placeres ferales, Shihâb Alen

Penetración

 Los católicos intentaron cristianizar el concepto mapuche de nguillatún traduciéndolo como “rogativa”, y aunque los pueblos sin estado, vinculados a la Tierra y sus poderes, poco saben de rogar, esta operación de colonización cultural resultó en gran medida efectiva. Los nuevos imperialistas, capitalistas, quieren traducir nguillatún ahora como “compra” o “negociación”. Yo propongo –a propósito de lo que escuché y presencié el año 2008 e.C. cuando participé de un nguillatún en el Walmapu- traducir nguillan (raíz de nguillatún) como dar-recibir, unificados en un solo verbo, tal vez “intercambiar”, resultando así un concepto coherente con la cultura de la reciprocidad propia de los pueblos vinculados a la Tierra. El hombre de la civilización, el wingka, no hace nguillatún,  porque la civilización rompe las relaciones de reciprocidad, de comunidad, por eso wingka se puede traducir como “ladrón”, aquel que toma sin dar nada a cambio, que explota la Tierra sin retribuirle nada, hasta volverla desierta, que toma de las relaciones humanas todo lo que “desea” sin retribución. Pero el deseo no es egoísta como se nos quiere hacer creer.[1] La etimología que hace provenir wingka de güi-inka, “nuevo inca”,  no es contradictoria con esto, tanto el inca como el occidental practican una cultura que rompe las relaciones de reciprocidad conla Tierra y entre las personas.

Nguillatún de fluidos entonces. Pero el Imperio desde hace poco más de tres décadas desplegó una operación policial para impedir el libre derrame de nuestros fluidos y los afectos que conllevan. Esta operación se llama “sexo seguro”. Al imperialismo no le basta con fragmentar el cuerpo dela Tierracon fronteras y aduanas, prohibir el intercambio de alimentos y semillas no sanitizadas, llenar las calles de policías por nuestra seguridad, la seguridad ciudadana, ahora también se nos exige que nuestras relaciones carnales sean seguras y sanitizadas, y se instalan fronteras y aduanas entre los cuerpos de los amantes. Lamentablemente, así como se logró convencer a los mapuche de que el nguillatún era una rogativa, también se logró que la punta de lanza de la revolución sexual –(post)feministas, queers, (post)pornógrafas/os- enarbolaran la bandera del sexo seguro. Pero ya basta, ¡nguillatún de fluidos! ¡Insurrección sensual, ya!


La operación policial “sexo seguro” está intrínsecamente relacionada con otras operaciones de guerra imperial biopolítica llamadas “SIDA” –lo que explica porque la vanguardia (contra)sexual, sensibilizada por la enfermedad de sus camaradas, enarboló tan fácilmente la bandera de la seguridad- y “control poblacional”. Bien, procederé a la ofensiva de ambas operaciones a través del pensamiento.[2]



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A pelo


Para enamorarse o comenzar un proceso desintoxicante no se requieren estados diferentes del ser. Hace falta asumir la vida como una aventura y ejercerla con pasión.
(Carlos Inza)

Llamando a chicas sin protección
Las chicas infectadas
Lo hacen mejor
(Electric Six, Infected Girls)


En el Tibet, los monjes dzogchen que trabajaban en el cuidado de leprosos no se contagiaban la lepra pese a estar en constante contacto con los enfermos, sin ningún tipo de protección. Esto ayudó a su mistificación como seres espirituales a quienes no afectaban las enfermedades del mundo material. Sin embargo hay otra explicación para este hecho. El higienismo moderno o higienismo vital[3] postula que todas las enfermedades son una misma enfermedad que se manifiesta de distintas formas, tratándose siempre de un proceso curativo de desintoxicación. Mientras la medicina oficial y su ciencia de la patología se esmeran en clasificar enfermedades y sus agentes, el higienismo propone que no existe una enfermedad separada del enfermo. La intoxicación se debe principalmente a dos causas: alimentación inadecuada y eliminación deficiente de los residuos; lo que llamamos enfermedad usualmente es una crisis a través de la cual el cuerpo expulsa los deshechos tóxicos acumulados en el organismo. En teoría, no existen enfermedades contagiosas, y cada enfermedad es responsabilidad de cada enfermo.[4] Por supuesto, estas afirmaciones pueden molestar mucho y no encontrar ninguna aceptación en quienes acostumbran a irresponsabilizarse de sus hábitos y prefieren culpar de sus enfermedades a otros: el frío, un virus, otro enfermo. Como animales domésticos que somos estamos acostumbrados a alimentarnos de los pellets que nos suministra el sistema industrialista y muchos no están dispuestos siquiera a probar el sabor de lo crudo y salvaje. Además, al reducir nuestro desplazamiento dentro de jaulas, nuestro organismo se halla tan debilitado como los de los pollos de las factorías; nuestra piel, fría como la de un cadáver, acostumbrada a los ambientes artificialmente calefaccionados y al abrigo –casi siempre innecesario-, cubierta de cosmética industrial, es incapaz de expulsar las materias malsanas acumuladas en la sangre. Lo mejor es que el veterinario nos de una pastillita, una inyección o tal vez nos mutile un poquito para atenuar o detener  nuestra enfermedad, nuestro proceso curativo, y así continuar el show. Si las concepciones higienistas son verdaderas o no, es algo que debe demostrarse en la práctica y no en la argumentación inexperiencial basada en supersticiones, aún cuando éstas sean derivadas del credo de los sacerdotes de la sagrada Ciencia.

¿Y el SIDA? Afortunadamente no soy médico y puedo decir que creo que se trata de una especie de depresión –en el amplio significado de la palabra y no sólo sicológico- profunda y sostenida. Como escribió el biólogo molecular Harvey Bialey: “El SIDA es muerte por consenso”. Y parece obvio que el problema de inmunodeficiencia en África no es producto del tal VIH sino de la devastación ejercida por el Imperio. Pero para los que prefieren creer en que éste es provocado por un virus, aquí va: Apenas comenzaba a escribir este texto cuando me topé con la noticia de que un grupo de científicos suizos hizo polémica al demostrar que personas enfermas de SIDA, pero con bajísima carga viral, no son sexualmente infecciosas. Por supuesto estas personas con carga viral casi nula fueron sometidas a tratamiento farmacológico. Pero esto querría decir que la posibilidad de contagio está relacionada con la carga del presunto virus en la sangre. Ahora falta que investiguen por el otro lado, es decir cómo también está relacionada con la capacidad del cuerpo de quien intercambia fluidos con un enfermo para deshacerse rápidamente de las materias malsanas llamadas virus o bacterias, volviéndonos así hacia los postulados del higienismo, que afirma que en ocasiones las enfermedades llamadas de transmisión sexual, como la gonorrea o la sífilis (y si se quiere también el SIDA), son detonadas efectivamente por un intercambio de fluidos vitales, pero esto sólo es posible porque el cuerpo del supuesto contagiado ya está enfermo, resultando terreno propicio para las formas-de-vida malsanas. Esto explica porque no todos quienes tienen “relaciones de riesgo” resultan contagiados, hecho que la ciencia médica reconoce, pero no investiga a profundidad, pues lo suyo es la taxonomía y producción de la enfermedad y no de la salud.



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Si el aborto es asesinato, una mamada es canibalismo


Vente en mi boca, te quiero saborear
(Las ultrasónicas, Vente en mi boca)

Dando por sabido el papel de la píldora en la construcción biopolítica de la feminidad, expuesto por Beatriz Preciado, cabe señalar que, desde su invención, la población mundial no ha dejado de crecer hasta muy recientemente y nada más que en un puñado de países. O sea, la población, en la mayoría de los países, sigue aumentando.

No te has preguntado cómo es que el resto de los seres vivos autorregula su población sin saber nada de anticonceptivos ni condones y menos aún de moral y represión. El sistema social nos ha convencido de que existe algo así como un mandato biológico de reproducción, de que todos los seres buscan reproducirse para la perpetuación de su especie. No existe tal cosa. Es sólo un timo útil a la reproducción del sistema social y su monocultivo de consciencia. En todos los linajes animales hay individuos que no muestran interés alguno en reproducirse, ya sea porque encuentran el placer en otras formas de erotismo y no en el acto breve reproductivo, ya sea porque se entregan al coito y de alguna forma naturalmente misteriosa no conciben, ya sea porque se embarazan y abortan o cometen infanticidio.

El biólogo canadiense Bruce Bagemihl ha escrito un libro titulado “Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity” (“Exuberancia biológica: homosexualidad animal y diversidad natural”) donde documenta prácticas sexuales no reproductivas en muchísimos linajes animales.

Hasta el día de hoy los trobriandeses rehúsan creer que existe una relación entre la sexualidad y el embarazo. ¿Será acaso que no han tenido clases de religión o biología donde se les ha enseñado que el sentido último de las relaciones carnales es la reproducción?

El antropólogo Joan Merelo Barbera propone una teoría sexológica en la que la función erótica básica es relacional, se trata de conocer a los otros y establecer lazos (u hostilidades) con ellos a través del contacto corporal. Es el erotismo polimorfo de los niños y de la criatura con su madre. La total compenetración del uno con el otro resuena en la experiencia orgásmica, la que no puede ser explicada sólo en términos genitales o fisiológicos. El orgasmo es una experiencia de compenetración total y para los seres dotados de pene no se reduce a la eyaculación como nos quiere hacer ver la ideología reproductivista. Cualquiera que tenga pene y goce de experiencia al respecto sabrá reconocer que ha eyaculado sin tener orgasmos y, lo que tal vez es más importante, que ha tenido orgasmos sin eyacular. Para Merelo Barbera, la función reproductiva es sólo secundaria.

Aquella función básica relacional está rígidamente delimitada en nuestra civilización anorgásmica. Entre amigos podemos rascarnos y hacernos cariñitos, pero todo está codificado para que el deseo espontáneo no se desparrame. No nos chupamos, ni nos lamemos, ni nos mordemos, ni nos rasguñamos, ni nos damos de nalgadas, a no ser que nos reconozcamos como amantes o algo similar y así todo esto también se codifica en torno a la reproducción.

El orgasmo no es una experiencia exclusivamente genital, en eso estamos de acuerdo. Yo los he sentido mientras me lamían los muslos, mientras me lamían el perineo y el ano e incluso una vez columpiándome. Pero en los animalitos pareciera que este erotismo relacional está bastante desligado del acto reproductivo. Como si se dedicarán a follar para reproducirse algunas ocasiones al año y todo el resto del tiempo se regocijaran en el erotismo del cariño, los mordiscos, las chupadas, las lamidas. De todos modos no quiero ser tajante, como demostró Bagemihl la diversidad es mucha y hay de todo en el reino del señor. Mas se ha dicho que hay linajes, como el nuestro, que se diferencian porque “tienen sexo por placer”. Aunque el enfoque del sexo por reproducción no es demasiado distinto del enfoque del sexo por placer, en cuanto éste último es malentendido como una pulsión hedonista egoísta, incluso ciega, y no como el deseo consciente de conocer y compenetrarse con el otro. Linajes como el de los delfines, los bonobos y los humanos parecen, en su deriva evolutiva, haber extendido el erotismo relacional a lo genital, que anteriormente pudo ser exclusivamente reproductivo.

El caso de los bonobos al sur del Congo es paradigmático. El erotismo, incluido el genital, cruza sus relaciones sociales. Sin embargo su tasa de natalidad es igual a la de otros primates salvajes ¿Cuál será el secreto que hemos olvidado?

Disciplinas filosóficas como el tantra y el taoísmo enseñan el control consciente de la eyaculación. Como yo lo veo éste conocimiento es una “tecnología” evolutiva que combinado con la consciencia del ciclo menstrual vuelve innecesarias la farmacopea anticonceptiva y la profilaxis.

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La vida es un riesgo, carnal


Porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren
(Joaquín Sabina, Amores que matan)

No se trata de no eyacular jamás porque hacerlo sea muy poco elevado. Personalmente me encantan las bajezas. Se trata de saber cuándo y dónde vas a eyacular. El semen, como la saliva y la sangre, está cargado de nosotros; son fluidos vitales (están tan vivos como nosotros lo estamos, no son materia inerte o excretas) y al derramarlos y compartirlos con otros estamos uniéndonos a ellos, creando un lazo energético. Ésta es la verdadera razón por la cual, en este tiempo de atomización social, de solteros solitarios en departamentos como jaulitas, se nos pide que tengamos sexo seguro. Si tus expectativas son vivir encerrado en un departamento sin tener auténtico contacto jamás con nadie, acompañado sólo de tus mezquindades mentales, el sexo seguro es lo mejor para ti.

Se nos dice que las sexotecnologías nos protegen de los embarazos no deseados y de las enfermedades de transmisión sexual. Pero el riesgo que se intenta atenuar es otro. Es el riesgo de que, en el compartir de nuestros fluidos, formemos manadas y deshagamos la alienación social; que se formen bandas guiadas por sus afectos y no por los intereses mentales de la competitividad, la producción, el trabajo. Que se formen bandas que se amen tanto que disuelvan su ego en baba y no les quede otra que hacer la guerra contra todo lo que les impide amarse, contra todo lo que ofende lo que aman.  

Jamás me he enfermado tras darle un beso infame a mi amada, meter mi lengua en su ano y buscar ahí a dios. Cada edgeplay, cada RACK -como llaman los gringos a las prácticas sexuales consensuales riesgosas- me ha acercado más al espíritu del otro y al mío, incrementando nuestra potencia, y por ningún motivo me ha enfermado o me ha llevado a la reproducción no deseada. No importa si me han cortado el pecho y me han lamido la sangre; si nos hemos bañado en escupos o en lluvia dorada; si nos hemos dado de cachetadas o puñetazos; o si nos hemos amarrado o ahorcado hasta la asfixia; si  me he tragado su menstruación o si le he eyaculado en el culo; si lo hemos hecho con otro hombre, otra mujer u otro ser, compartiendo nuestros fluidos todos. Ni siquiera un dolor de guata me ha dado. Sólo nos hemos acercado más el uno al otro; y, ése, es el verdadero riesgo.

Gradualmente la caricia se va volviendo más apasionada, y entonces la boca se vuelve predominantemente activa; se succionan los labios inferiores y se muerden  hasta que sangran; se deja que la saliva fluya de una boca a la otra. Se utilizan libremente los dientes, para morder la mejilla, dar un bocado a la nariz y a la barbilla […] se utilizan frecuentemente las expresiones “bebe mi sangre” y “arráncame el cabello”. Otro elemento de la relación sexual, que el europeo medio puede comprender todavía menos, es el arrancarse las pestañas a mordiscos.
(Bronislaw Malinowski, La vida sexual de los salvajes)

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Un perreo inteso que recorre el universo


¡Peligro! ¡Peligro! ¡Alto voltaje!
Cuando nos tocamos, cuando nos besamos
(Electric Six, High Voltage)

La profilaxis es el dispositivo de control último sobre el amor carnal. Antes se nos convenció de que había lugares, momentos y personas adecuadas para abandonarse al deseo. Se delimitó muy bien un campo –un campo de concentración- donde el intercambio de fluidos es social y moralmente legítimo. Así se redujo nuestra pasión feroz para transformarla en un conflicto mental de baja intensidad, el cual se encauza hacia los rituales del cortejo y la reproducción del orden social.

Una pareja de amantes es sorprendida fornicando en la calle a plena luz del día el día de año nuevo. Una niña es filmada con un celular en un parque chupándole la verga a un amigo rodeada de otros niños. Las condenas son de toda calaña y pelaje. Lo cierto es que si el deseo nace en un lugar legislado como inadecuado debe contenerse, para eso están los moteles, para eso están los dormitorios, para eso está la noche. El deseo debe ser planificado. Los calientes que no pueden aguantar su calentura son dignos de desprecio. Nada más bonito que la lencería de ocasión y una cena romántica a la luz de las velas. ¿Será posible barrer con todos los prejuicios morales y recuperar nuestra espontaneidad? ¿Sabremos reconocer el deseo auténtico, aquel que nos dice quiénes somos y hacia dónde ir para potenciar nuestra vitalidad, de los caprichos de la mente ansiosa?

¿Pero qué hay de malo con aguantarse? ¿No es de humanos poder someter nuestros deseos en nombre de la razón y el bien común? ¿Y qué es eso que llamas razón? ¿Cuál es ese bien común? ¿No es acaso el orden social interiorizado y sus miserias? ¿No es acaso la mente –y no la razón-, siempre buscando asegurarse a sí misma  y al orden social –valiéndose de nuestra razón como defensa-, nuestra peor enemiga? El control de la mente y del orden social sobre nuestros cuerpos produce bloqueos energéticos en nosotros y en toda la trama vital de la que formamos parte; dichos bloqueos son los verdaderos causantes de las enfermedades y de la falta de vitalidad generalizada en nuestros tiempos.

Pero el exceso es el otro polo de la represión. La promiscuidad no es la causa de las enfermedades llamadas sexuales, pero tampoco su cura. Una vez más, no hay senderos hacia la liberación, la liberación es el sendero.

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Cada hombre y cada mujer es una estrella (porno)


Creo en la carne ahora como siempre… porque […] nadie encontrará nada salvo a través de su carne.
(Austin Osman Spare, citado por Kenneth Grant en Los Sortilegios de Zos)

Para mí, no hay camino excepto mi camino. Por lo tanto, vayan ustedes por su camino -nadie los guiará hacia ustedes mismos. ¡Permitan que sus placeres sean como puestas de sol!,  ¡honestos!, ¡sangrientos!, ¡grotescos!
(Austin Osman Spare, Anatema de Zos)

El sendero del exceso lleva al palacio de la sabiduría.
(William Blake, Matrimonio del cielo y del infierno)

Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. […] ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita.
(Carlos Castaneda, Las enseñanzas de Don Juan)

La transgresión es más sabia que el rezo.

La experiencia es por contacto. La gran experiencia: sedúcete a ti mismo hacia el placer.
(Austin Osman Spare, The Focus of Life)

Podemos elevarnos mediante lo mismo que nos hace caer.
(Kularnava Tantra)

Los excesos lo son respecto a los límites. No hay transgresión sin ley. Bombardear una represa significa inundarlo todo, al otro lado. Ciertamente es peligroso. ¿Recuperaremos el equilibrio después? ¿Cómo hacer? No es mi idea reemplazar ése “sexo seguro” de los técnocratas por otro que te vengo a regalar.  ¿Cómo hacer? Sólo tú puedes descubrirlo.

Pero la promiscuidad total no significa que nos la pasemos en orgías todos con todos todo el tiempo, necesariamente. La promiscuidad total por la que aboga este panfleto se trata de deshacer los tabúes y normas que dirigen nuestros deseos y afectos, ya sea que nos impidan o nos obliguen a comportarnos de alguna forma. ¿Quieres jugar?
Footnotes    (↵ returns to text)
  1. “No podemos ni imaginar algo tan simple como el deseo descodificado. Pero lo cierto es que, sin mediar la destrucción del tejido social y los procesos de devastación y de domesticación de las criaturas, el deseo no codificado es inducido por el deseo de otra; y basta sentirse deseado para desear a quien te desea.
    El deseo, por su propia condición, se derrama para fundirse con otros, y se guía por su anhelo de complacer a otras. Es cierto que, cuando de la integridad de nuestro ser mana el deseo y el sentimiento puro, su tránsito es como una caricia que lame todos los vericuetos de nuestros cuerpos y de nuestras almas; pero el hecho de que el derramamiento del deseo nos produzca placer, no debe de confundirnos. El deseo genuino no es egocéntrico. Como diría Kropotkin ‘se obtiene placer dando’, porque la búsqueda del placer y la solidaridad son las vías generales del mantenimiento y de la expansión de la vida. […] Desear a otro es ante todo deseo de saciar sus deseos; y al saciar los deseos del ser deseado, nos fundimos y nos saciamos. Es el complacer del placer, y el placer de complacer. El sentir del consentir, y el consentir de los sentimientos que se originan precisamente para expandirse –‘la condición del mantenimiento de la vida es su expansión’-, y por eso decimos que, en su origen, los deseos no son ni posesivos ni egocéntricos. La posesividad, con palabras de Deleuze y Guattari, es un contraefecto de la represión.
    (Ana Cachafeiro y Casilda Rodrigañez, La sexualidad de la mujer)
  2. “La asunción de una forma-de-vida no es solamente el saber de tal inclinación, sino el pensamiento de ésta. Llamo pensamiento a lo que convierte la forma-de-vida en fuerza, en efectividad sensible. En cada situación se presenta una línea distinta de todas las demás, una línea de incremento de potencia. El pensamiento es la aptitud de distinguir y de seguir esta línea. El hecho de que una forma-de-vida no pueda ser asumida sino siguiendo el incremento de la potencia, lleva consigo esta consecuencia: todo pensamiento es estratégico.” (Tiqqun, Introducción ala Guerra Civil)
  3. Hay quienes pretenden relacionar el nacimiento del higienismo con las ideas eugenésicas y el nazismo debido al contexto en que vivieron Kneipp y otros de sus precursores –católicos de todos modos-, aquel de la Alemaniade la higiene social. Sin embargo el concepto de vigor y fortaleza propuesto por el higienismo no tiene que ver con chovinismos raciales o nacionales, sino con el óptimo despliegue de nuestra vitalidad como seres vivos.
  4. Para profundizar en los conceptos higienistas de salud, enfermedad y cura recomiendo la lectura de “La medicina natural al alcance de todos” de Manuel Lezaeta Acharán, quien suspendió sus estudios de medicina tras enfermar de sífilis y no encontrar solución alguna en sus maestros y, habiéndose retirado en un pueblo, tropezó con Tadeo de Wiesent quién lo guió en el sendero de la cura natural, luego de lo cual Lezaeta dedicó el resto de su vida al estudio de la salud natural.
    Sobre alimentación natural recomiendo la lectura del capítulo IV de “La revolución de una brizna de paja” de Masanobu Fukuoka.
    Personalmente creo que la consciencia juega un rol importantísimo en los procesos de enfermedad, sin embargo ésta no puede ser separada del cuerpo.
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republicado de la página shihâb alen 

1 comentari:

  1. Varias tonteras, una que otra frase rescatable. Suponer que aquello que llamamos enfermedad (el nombre no es adecuado, concuerdo) se debe a el "bloqueo energético de nosotros y de toda la trama vital" es de una espiritualidad antropocentrista (jipierio basura, no puedo pensar en otra palabra) repulsiva. Compartimos mundos con virus y bacterias cuyas existencias pueden debilitar cuerpos hasta la muerte, nada que parezca gran cosa, la "vida" no es en ningun caso vida humana (ni vida espiritual, solo concebible por homínidos). Convivimos con estos seres, transitan nuestros cuerpos, pueden acabar con comunidades completas, la taradez teologica de que nuestros cuerpos alegres se mantendran asi sólo por que el yoga y el ayurveda nos mantendrá limpios de "las formas-de-vida-malsanas" es como creer que los mundos "conjuran" para que el humano viva. Las especies desaparecen, los virus y bacterias mutan, sea por productos farmaceuticos que los buscan eliminar o controlar, sea por la misma interaccion entre ellos y con cuerpos humanos y no humanos. Si en el camino mueren 10, 100 o 1000 humanos importa nada. No creer en la estupidez jipi de que la felicidad es lo que nos mantiene sanos, putos jipis capacitistas que creen que con matico te puedes quitar una clamidia y que el amor aleja el VPH. Tarados, siempre tarados.

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