dimecres, 22 de desembre del 2010

Amor Libre: ¿Una locura que escapa a las costumbres o parte de la naturaleza humana?, Osvaldo Luciani

“Juntarse”, “vivir en concubinato” o
cualquier otro nombre que se le otorgue a las “nuevas” formas de
convivencia, no son nada nuevas. Hubo, hay y habrá uniones de estas
características a pesar de las costumbres impuestas, sólo que hoy se
practican más abiertamente.
¿Amor libre? ¿Acaso el amor puede ser
otra cosa más que libre? Cuando existe amor, la cabaña más pobre se
llena de calor, de vida y de alegría; el amor tiene el poder mágico de
convertir a un pordiosero en un rey.

Emma Goldman - De Anarchism and Other Essays (1917)


Posesión y entrega no van de la mano... Una cuestión conceptual
Para abordar la temática resulta imprescindible aclarar algunos conceptos que serán de gran utilidad. De esa manera se intentará una definición simple del término AMOR: "apego sentimental o gusto pronunciado a una persona o cosa".
Partiendo de esta escueta base se puede afirmar que este sentimiento puede ser hacia los demás pero también hacia uno mismo. Este último caso está representado por el instinto de conservación, felicidad y bienestar personal; el "amor propio" es el "a sí mismo" pero desde un punto de vista moral, es decir, es el respeto a uno mismo. Este sentir no es un defecto, sino una gran cualidad que vuelve activo y de trato agradable al individuo, tanto en lo particular como lo social.
Es importante no confundirlo con egoísmo que no es una virtud sino un vicio de satisfacciones personales sin considerar las consecuencias hacia el prójimo.
Por otra parte, el gusto pronunciado por una cosa está caracterizado por el deseo de la posesión, que no llega a ser un mal mientras no tome proporciones extremas como el deseo irrefrenable de apropiación o acaparamiento.
Ahora bien, cuando existe amor hacia otra persona en la que -además- hay atracción sexual, dicho sentimiento estará muy ligado a un frenesí de apropiación de esa/s persona/s; y esto antítesis de la libertad que este medio pregona. Puede así encontrarse algunos puntos en común con el deseo de posesión de objetos.

Cuando esa pasión se modera, comienzan a intervenir sentimientos más durables y dulces: el cariño compartido, la estima mutua, la comunidad de costumbres y aspiraciones. ¿Hasta que la muerte los separe?
¿Qué pasaría si una pareja -dominada por una fuerte pasión durante un período de sus vidas- decide unirse en “sagrado matrimonio”, pero los años de convivencia, las distintas situaciones a enfrentar, la propia condición humana -entre muchos otros aspectos- se interponen entre ellos agotando las fuerzas de ese espíritu amoroso?
En el contexto actual, la injusta unión religiosa, cada vez menos los oprime a vivir HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE, haciendo casi imposible sostener esa carga a no ser de vivir en absoluta infelicidad.
Por ello es necesario ser conscientes de que los sentimientos humanos están signados -mayoritariamente- por la inconstancia y que la opresión no ha podido impedir nada y ha generado vicios. Lamentablemente, el amor intenso hacia una persona se vive -en cierta medida- como el temor de la posible pérdida de posesión generando malestar en el/la otr@.
La experiencia muestra hasta el cansancio que la fidelidad es poco posible ya sea materialmente o -como diría la iglesia católica- de pensamiento, palabra, obra u omisión, que la monogamia es para muchos una ilusión y que los impulsos del deseo humano muchas veces están en conflicto con las leyes de la costumbre. Además hay que reconocer que, más allá de los condicionamientos culturales de esta sociedad, la pluralidad de afectos es un hecho no contemplado por las religiones como tampoco la consideración de sentimientos entre personas de un mismo género.
Libertad en el amor
Aquí, unas palabras del escritor libertario Luiggi Fabbri que simplificarán el abordaje a la temática: “La cuestión en realidad tiene mucho menos importancia de la que se le ha dado en ciertos momentos; pero si su importancia ha sido exagerada, ello depende de los prejuicios que tienden a a complicar una cuestión por sí misma muy simple. (...)
¿Pluralidad de amores? ¿Amor único? Será lo que será...
Quien tenga el deseo de un/a compañer@ toda para sí y sienta no poder amar más que a esa persona, buscará una que tenga esta misma necesidad y este mismo deseo. Aquell@s a quienes guste más volar de flor en flor harán su gusto, siempre que encuentren flores bastantes y deseosas de dejarse librar por bocas diversas.
Si la mujer tiene el valor de pasar sobre todas las convenciones sociales, si no tiene miedo de luchar contra las probabilidades del porvenir, si el amor es fuerte y es fuerte a la vez el deseo de hacer una afrenta a las leyes; y bien, tome el brazo a su enamorad@ y váyase a dormir con él/ella, riéndose de todo y de todos. ¡Tal vez las consecuencias no sean tan tristes como algunos se imaginan!”
Así se puede afirmar que cualquiera sea la relación de amor entre personas, ésta debe ser libre. Admitir el principio de la libertad del amor es reivindicar intensamente para los demás, como para sí mismo, el derecho de amar a quien fuere, de la manera que fuere, sin otra obligación que la de tomar bajo propia responsabilidad el daño que esta conducta provoque en la existencia del prójimo.
Aquello que la libre voluntad ha formado, también puede deshacer. Es decir, una relación de dos personas es creada por el consentimiento de ambas partes y puede ser finalizada cuando al menos una de ellas decide hacerlo. Esta idea es extensible para relaciones de más individuos.
Por ello se recomienda dejar a la naturaleza humana guiarse de sus propios instintos, sin reglamentaciones absurdas y forzosas que luego se transgreden bajo un manto de discreción.
Pero no todo es tan simple como parece. Otro ácrata, Errico Malatesta, advierte de situaciones comunes que aumentan la complejidad de esta cuestión: “Queremos la libertad; queremos que los hombres y las mujeres puedan amarse y unirse libremente sin otro motivo que el amor, sin ninguna violencia legal, económica o física.
Pero la libertad, aún siendo la única solución que podemos y debemos ofrecer, no resuelve radicalmente el problema, dado que el amor, para ser satisfecho, tiene necesidad de dos libertades que concuerden y que a menudo no concuerdan de modo alguno; pues la libertad de hacer lo que se quiere es una frase desprovista de sentido cuando no se sabe querer algo.
Es muy fácil decir: cuando un hombre y una mujer se aman, se unen, y cuando dejan de amarse, se separan. Pero sería necesario, para que este principio se convirtiese en regla general y segura de felicidad, que se amaran y cesaran de amarse al mismo tiempo. Pero ¿y si uno ama y no es amado? ¿y si mientras uno ama, el otro ya no lo hace y trata de satisfacer a una nueva pasión? ¿Y si uno ama al mismo tiempo a varias personas que no pueden adaptarse a esa promiscuidad?”
Los vicios de las relaciones forzadas
Como ya se ha explicado, muchas veces las relaciones forzadas por las “pócimas mágicas” de las creencias (entiéndase por casamiento religioso) suelen terminar en caminos inesperados. Entre ellos, el adulterio: éste es “completamente opuesto al buen matrimonio, llega de manera natural, sin siquiera haber sido invitado. De pronto te sientes transformad@, despertad@ de ese cementerio de pasión -ya muert@- que ha sido tu relación, para sentir de nuevo esa excitación. No deberías estar sintiendo nada de esto... ¡maldita sea! e incluso es la primera vez que has sido exaltad@ por una felicidad pura y no forzada....
¿Crees que puedes proteger a las nuevas generaciones de la trágica tensión que existe entre la complejidad del deseo y la simplicidad de las prohibiciones sociales sólo por respetar tus propias órdenes? Si sofocas tus aspiraciones de felicidad, terminarás sofocando a tus hijos como a ti mism@.
Tus niños se beneficiarán si crecen en un mundo donde la gente se atreva a ser honesta con lo que quiere sin medir las consecuencias. ¿Preferirías que aprendan a aplastar sus propios deseos y reducirlos a chatos recuerdos de vergüenza y remordimiento, como lo haces tú?”. Así lo expresa el colectivo CrimethInc.
La familia
“Ahora bien: se puede analizar la abolición radical de la familia; la abolición de la pareja sexual más o menos estable, reduciendo el amor al sólo acto físico o, mejor dicho, transformándolo, con el añadido de una unión sexual, en un sentimiento semejante a la amistad, un sentimiento que conozca la multiplicación, la variedad, la simultaneidad de afectos.
¿Y los hijos...? Hijos de todos....
¿Puede ser abolida la familia?¿Es de desear que lo sea? Notemos ante todo que, a pesar del régimen de opresión y mentira que ha prevalecido y prevalece aún en la familia, ésta ha sido y continúa siendo el mayor factor de desarrollo humano, porque es allí donde una persona normalmente se sacrifica por otra, donde realiza el bien por el bien, sin desear otra compensación que el amor de su pareja y de sus hijos” afirma Malatesta.
La dependencia económica en la mujer
Un obstáculo muy grande para las damas de realizar su propia felicidad, está vinculado al mantenimiento material de sí misma y de sus hijos. Es imprescindible que la emancipación económica de la mujer esté en las mismas condiciones que la del hombre y que ella no tenga, en general, que supeditarse a los caprichos de él.
Cuando se ha llegado a este extremo, el hombre -dicen los moralistas al uso- puede permitirse el recurso de obtener mujer por dinero, en otra casa cualquiera, sin que la dignidad de la mujer propia sufra más deterioros que los materiales; pero para ella es diferente, pues está sometida a la voluntad del hombre porque él la mantiene, y por tanto tiene omnímodo derecho a negarle el disfrute de la vida.
Por dónde comenzar?
Es necesario partir de la base de ser enemigo de la realidad existente, es decir, de nuestra concepción de lo real, para reconstruir la cosmovisión de una manera más humana. Para ello es necesario generar instintos de rebeldía e independencia, de amor a la libertad y libertad para amar a quien sea y a decidir una actuación conjunta (en caso de correspondencia) sin tener que dar explicaciones a nadie reduciendo así la infelicidad de los mismos ante una vida forzada y también descomprimiendo la situación disgustante de aquellos que viven alrededor de la pareja -entre ellos- los hijos.
Bibliografía
- Extractos de Jean Marestan compilados en el “Glosario no monogámico básico”
- Artículo del suplemento La Protesta de 1922 en Bs.As. bajo el título “Amor Libre” por Evelio Boal
- Introducción a la compilación del libro “El amor libre: eros y anarquía” de Osvaldo Baigorria en Argentina (2006).
- Artículo publicado en La Cuestione Sociale entre 1895 y 1898 en Bs.As.
- Artículo “El amor libre en la sociedad actual” publicado en el periódico La Protesta del 22 de diciembre de 1924 en Bs.As. con autoría de Luiggi Fabbri.
- Fragmentos de Errico Malatesta publicados en la revista Ekintza Zuzena en Bilbao en 2004.
- “Carta a Pablo”: postal que enviara Mijail Bakunin a su hermano en marzo de 1845 desde París

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