La vida debería ser una celebración continua, un festival de luces todo el año. Sólo entonces puedes crecer, florecer. Transforma las pequeñas cosas en una celebración. Cada cosa que haces debería ser una expresión de ti, debería llevar tu firma. Entonces la vida se convierte en una celebración continua. Incluso si enfermas y has de permanecer en cama, sucederá que esos instantes serán de alegría, de relajación y descanso, de meditación; serán momentos para escuchar música o poesía. No hay necesidad de entristecerse. Deberías alegrarte de que mientras todo el mundo está en la oficina tú estás en tu cama, como un rey, relajándote; alguien te está preparando té, la tetera entona una melodía, un amigo ha venido a tocar la flauta para ti. Estas cosas son más importantes que cualquier medicina. Cuando enfermes, llama al médico. Pero todavía más importante: llama a todos aquellos que te aman, porque no hay ninguna medicina más poderosa que el amor. Llama a quienes pueden crear belleza, música, poesía a tu alrededor, porque nada sana tanto como una atmósfera de celebración.
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