Alex Comfort (1920-2000) fue un hombre de múltiples facetas, con
seguridad más conocido y valorado como científico que como escritor. Una
de sus obras más conocidas es The Joy of Sex (El placer del sexo,
según una de las últimas ediciones, aunque al parecer ha tenido otras
traducciones), escrito en 1972, ingenioso y liberador manual para el
placer sexual. Es posible que a Comfort se le llevaran los demonios al
descubrir que ha sido más conocido por una obra de esas características,
la cual tuvo una importante repercusión en su momento, ya que su
producción científica y literaria es enorme. Su militancia anarquista y
pacifista es el hilo conductor de muchos de sus libros, y es de
agradecer que se vea la revolución sexual como una parte (primordial,
hay que deicir) de la social; es el juego y el erotismo como una parte
primordial de la libertad y del desarrollo del ser humano. No es posible
no acordarse del conocido comentario de Woody Allen acerca de que, tal
vez, lo mejor del mundo es el sexo con amor, pero lo segundo mejor es
sin duda el sexo sin amor.
Después de El placer del sexo, Comfort escribiría también sobre los efectos sicológicos y sociológicos del amor libre en una revisión posterior llamada More Joy of Sex en la que confirma la intención liberadora de la primera obra y denuncia la cantidad de absurdos y barreras que el ser humano ha construido sobre la cuestión sexual. En esta cuestión de la liberación sexual, parece evidente que los ácratas también han llevado una considerable ventaja a otras tendencias revolucionarias. Comfort, además de en el comportamiento sexual, era experto en biología y en siquiatría, y en concreto se le consideró una eminencia en gerontología, ya que dedicó gran parte de su vida al estudio del envejecimiento en hombres y animales; dos obras suyas recogen esta temática: La biología de la senescencia y Una buena edad. La tercera edad (Debate, Madrid 1978). En sus estudios, Comfort observa a las personas mayores como una clase oprimida, por lo que trata de combatir todos los acomodos políticos, sociales y morales que contribuyen a esa situación. Otras obras suyas destacables son: El comportamiento sexual en la sociedad, Autoridad y delincuencia en el Estado moderno, La novela y nuestro tiempo, Naturaleza y naturaleza humana (Proyección, Buenos Aires).
Comfort se educó en el Trinity College, en Cambridge, y en el London Hospital; en los años 40, tuvo una gran actividad en el mundo británico, en el grupo en torno a la publicación Freedom, uno de los más importantes del pasado siglo, junto a otros anarquistas como Marie Louise Berneri, Nicholas Walter, Herbert Read, Vernon Richards o George Woodcok. Comfort fue un beligerante pacifista, valga el oxímoron, y son muy conocidas sus disputas con George Orwell sobre la intervención en la Segunda Guerra Mundial. La primera toma de posición pública sobre la libertad sexual la hizo precisamente en un libro publicado en 1948 por Freedoom Press, Barbarism and Sexual Freedom, basado en unas conferencias que impartió en el London Anarchist Group. Tal y como contó en cierta ocasión Colin Ward, el cual valoraba especialmente la faceta sociológica de Comfort, no hay lector que pueda hacerse una idea exacta de lo asfixiante que resultaba el clima sexual de la época; es de agradecer la inteligencia sutil de Comfort, el cual usaba la ironía para desmontar y denunciar los comportamientos autoritarios. Se le atribuye una frase muy bella, una especie de imperativo que el anarquista puede hacerse a uno mismo, acerca de la obligación de dejar este mundo con menos dolor del que había cuando lo encontró.
Después de El placer del sexo, Comfort escribiría también sobre los efectos sicológicos y sociológicos del amor libre en una revisión posterior llamada More Joy of Sex en la que confirma la intención liberadora de la primera obra y denuncia la cantidad de absurdos y barreras que el ser humano ha construido sobre la cuestión sexual. En esta cuestión de la liberación sexual, parece evidente que los ácratas también han llevado una considerable ventaja a otras tendencias revolucionarias. Comfort, además de en el comportamiento sexual, era experto en biología y en siquiatría, y en concreto se le consideró una eminencia en gerontología, ya que dedicó gran parte de su vida al estudio del envejecimiento en hombres y animales; dos obras suyas recogen esta temática: La biología de la senescencia y Una buena edad. La tercera edad (Debate, Madrid 1978). En sus estudios, Comfort observa a las personas mayores como una clase oprimida, por lo que trata de combatir todos los acomodos políticos, sociales y morales que contribuyen a esa situación. Otras obras suyas destacables son: El comportamiento sexual en la sociedad, Autoridad y delincuencia en el Estado moderno, La novela y nuestro tiempo, Naturaleza y naturaleza humana (Proyección, Buenos Aires).
Comfort se educó en el Trinity College, en Cambridge, y en el London Hospital; en los años 40, tuvo una gran actividad en el mundo británico, en el grupo en torno a la publicación Freedom, uno de los más importantes del pasado siglo, junto a otros anarquistas como Marie Louise Berneri, Nicholas Walter, Herbert Read, Vernon Richards o George Woodcok. Comfort fue un beligerante pacifista, valga el oxímoron, y son muy conocidas sus disputas con George Orwell sobre la intervención en la Segunda Guerra Mundial. La primera toma de posición pública sobre la libertad sexual la hizo precisamente en un libro publicado en 1948 por Freedoom Press, Barbarism and Sexual Freedom, basado en unas conferencias que impartió en el London Anarchist Group. Tal y como contó en cierta ocasión Colin Ward, el cual valoraba especialmente la faceta sociológica de Comfort, no hay lector que pueda hacerse una idea exacta de lo asfixiante que resultaba el clima sexual de la época; es de agradecer la inteligencia sutil de Comfort, el cual usaba la ironía para desmontar y denunciar los comportamientos autoritarios. Se le atribuye una frase muy bella, una especie de imperativo que el anarquista puede hacerse a uno mismo, acerca de la obligación de dejar este mundo con menos dolor del que había cuando lo encontró.
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