Y ya con esto me siento doblemente invisibilizado, doblemente
apolitizado, enajenado políticamente. A partir de ahora, más que nunca,
me reafirmo en las identidades: Hombre, bisexual y feminista. Tres
palabras que despiertan prejuicios y miedos cuando van en la misma
frase mínimo dos de ellas, por lo que ahora más que nunca seré hombre,
bisexual y feminista.
Los feminismos no se pueden definir como un movimiento identitario, en
algún momento fue necesario que el movimiento feminista fuese propio de
las mujeres, pero ahora existen múltiples formas de entender los
feminismos, por lo que no podemos definirlos en sí mismos como un
movimiento identitario, a diferencia del movimiento LGBTI que si es un
movimiento identitario como su nombre indica.
Muchos feminismos utilizan las nociones de “sexo” y “género” de manera
diferente, obviamente, sexo haciendo referencia a si la persona es
“hombre o mujer” (disculpen el binarismo) y el género a todas las
características socioculturales asignadas a ambas categorías,
entendiendo entonces que los hombres y las mujeres estamos generizados
de manera distintas, donde los hombres se encuentran en una posición de
superioridad frente a las mujeres. Pero la gran mayoría estamos de
acuerdo que esos privilegios masculinos no forman parte de la categoría
“sexo” sino de la categoría “género”, y por lo tanto se puede cambiar, y
en ese camino nos encontramos.
Lo que oprime no son los hombres, sino la masculinidad hegemónica que
por lo general la solemos encarnar los hombres. Entonces decir, “la
violencia que ejercen los hombres” o decir “la violencia que ejerce la
masculinidad hegemónica” son prácticamente sinónimos, y no me importa
utilizar las dos expresiones. Lo que me preocupa es la diferencia de
matiz que algunas personas (feministas o no) le dan. La primera frase se
relaciona con la categoría “sexo” y la otra frase con la categoría
“género o de roles de género”, por lo que la primera tiene un matiz
biologicista o esencialista y la segunda, constructivista. La primera la
encarna las personas con un cuerpo considerado “cuerpo masculino o de
hombre/pene, testículos,…” (Visión cisexista y mayoritaria) y/o personas
cuyo sexo es “hombre” independientemente de cómo este desarrollado su
cuerpo, y la segunda expresión parte de los “roles de género”, por lo
que lo puede encarnar cualquier persona, con cualquier cuerpo y sexo,
pero con los roles de género asociados a esa masculinidad hegemónica.
Pero insisto, veo bien que se hable de “hombres”, siempre y cuando no
olvidemos desde donde partimos. Bueno, y si se les olvida tampoco pasa
nada, ahora, no hay que imponer a otras personas sus capacidades de
agencia políticas y activistas.
Otra cosa es pensar que ser “hombre feminista” significa hablar por las
mujeres, representar a las mujeres o ayudar y apoyar a las mujeres. Ser
hombre feminista, para mí, no tiene nada que ver con salvar a las
pobrecitas mujeres del malvado sistema patriarcal. Ser hombre feminista,
para mí, significa ser consciente de ese sistema e intentar no caer en
sus sucias manos y no seguir representando ciertas formas de
masculinidades. Ser hombre feminista, por ejemplo, es estar a favor de
la autonomía corporal, decidir abortar o no, en el caso que tengamos esa
capacidad, como algunos hombres transexuales e intersexuales, ya que
no todas las mujeres tienen la capacidad de gestar y no todas las
personas que sí tienen esa capacidad, son mujeres. Pero igualmente uno
puede llegar a entender que se hable desde una mayoría cisexual que
puede gestar y que constantemente relaciona la gestación o el aborto con
las “mujeres”, pero el acto de poder decidir sobre mi cuerpo, es una
lucha feminista y eso tiene que ver conmigo, y si no tiene que ver
directamente, es justo que otras personas tengan ese derecho ¿Te
imaginas el disparate de debatir sobre nuestros espermatozoides, si
estamos o no matando, si tenemos o no el derecho a masturbarnos?
Ser hombre feminista tiene que ver con disfrutar de tu sexualidad sin
hacer daño a nadie, y esperar que todo el mundo tenga ese derecho y que
se tenga esa política del cuidado. Ser hombre feminista es creer y hacer
que las relaciones sean más igualitarias. Ser activista bisexual, me
hace ser inevitablemente feminista, ya que quiero construir relaciones
igualitarias con las personas de cualquier sexo/género con la que
mantengo relaciones afectivas/románticas/sexuales. Y como las mujeres
feministas tienen en sus agendas políticas muchos de estos temas,
inevitablemente uno se une a esa agenda política feminista.
republicado desde la radical bi
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