prefiero mi torpeza,
porque puedo amarte en bruto,
amarte sin método,
sin comino y con mucho color.
Yo te amo en silencio,
desde adentro
y a los cuatro vientos,
en cada exterior y hasta la espontaneidad.
Te amo sin infección,
solo con mi pulso;
yo voy a blindar mi amor hasta de ti,
es mi amor al fin.
Y te pienso a las once y trece
con la Luna medio llena y con Júpiter a la vuelta;
contando tus unidades de obscenidad
para soportar la insensibilidad que gana mi piel
porque tú no la tocas;
para justificar el instinto,
pero no voy a excusarme.
Te recuerdo y te abrazo entre mis piernas.
Y me pregunto cómo luces hoy,
y sonríes, y me encantas:
Yo te amo con todo y nada alrededor,
con un universo girante ante mis ojos,
abierto bajo mis pies y sobre mi cabeza;
con la existencia tuya iluminando
un paisaje de sabores en mis papilas,
encendiendo mi piel.
Yo beso en ti la creación;
te beso como si no existiese el silencio,
sólo una pintura de ti
que me descubre en cada instante.
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