¿Desnudos?, ¿orgasmo?,
¿masturbación, penetración? No hay consenso entre las lesbianas de lo
que se entiende por ‘follar’. Sensaciones y necesidades muy personales
que se entremezclan con el oscuro pasado de lo que históricamente se ha
considerado sexo entre mujeres. Chicas de toda España nos cuentan qué es
follar. ¿Y para ti?
Dos chicas se conocen en una discoteca. Toman una copa, bailan y terminan la fiesta encerradas en el baño del local. Se besan en la boca, se quitan los sujetadores, se levantan la camiseta. Se tocan. La mano de una de ella busca el clítoris de su compañera. La compañera prefiere hacer lo mismo con su lengua. Transcurren diez minutos y alguien golpea la puerta. “Salid ya, que aquí tenemos que entrar a hacer pis”.
Follar o no follar. Esa es la cuestión. No todas las mujeres entienden lo mismo por sexo. Esto tiene una herencia, una historia. Durante siglos se consideraba que el sexo entre mujeres no era realmente sexo. En un juicio contra dos mujeres acusadas de comportamientos inmorales, en Escocia en 1811, el juez las exculpó afirmando que “No existe la más mínima posibilidad de que una mujer en la cama con otra mujer mantengan comportamiento inmoral. Si una mujer abraza a otra, no quiere decir nada”.
Mientras algunos códigos penales
castigaban los actos sexuales entre varones, las amonestaciones a
mujeres eran muy leves, a no ser que existiera cualquier tipo de
artilugio utilizado entre ellas con el fin de emular un pene y perpetrar
una penetración. Lo que realmente se castigaba, en estos casos, era la
desobediencia del rol de género.
“La escasa preocupación por el
homoerotismo femenino fue contribuyendo a extender una ignorancia
profunda acerca de lo que podían hacer las mujeres unas con otras y de
cómo calificar estos actos”, sostiene Beatriz Gimeno en su libro Historia y análisis político del lesbianismo.
“Una vez una novia me preguntó, ¿con cuántas te has acostado tú antes? Y yo me quedé un poco pillada, porque ahí hablando nos dimos cuenta de que entendíamos cosas muy distintas. Para ella las caricias y masturbaciones eran previos, juegos sexuales, pero no follar. Si no había desnudos u orgasmos ella no consideraba sexo propiamente tal. Follar. Para mi follar se puede hacer con ropa y en un parque, un bar, lo que sea”, comenta Ana María, profesora de 39 años.
“Creo que follar es mucho más que simplemente correrse, un orgasmo no es más que una parte. Es algo realmente difícil de definir, sin embargo, si vemos a dos personas que están follando lo identificamos perfectamente. Es posible que la cuestión sea, ¿dónde comienza a ser sexo? Creo que follar empieza en el momento que los cuerpos de las personas implicadas se entregan al deseo, ya sea con una caricia, un beso, una mirada o una penetración. En el momento en el que todo lo demás desaparece y se despiertan los instintos más básicos”, opina Fátima, de Madrid.
Patricia Huelves, sexóloga de MíraLES, sostiene que definir lo que es “follar” desde un punto de vista sexológico es prácticamente imposible, puesto que es un término más coloquial que técnico. “Desde la sexología podemos aportar es una visión no coitocentrista de la sexualidad: las relaciones eróticas, las prácticas sexuales o lo que llamamos ‘follar’ o ‘hacer el amor’ es mucho más que penes y vaginas. Utilizo como referente el modelo biopsicosocial de la sexualidad. Desde un punto de vista biológico, con la función reproductiva por bandera, follar es coito, penetración vaginal. Pero si atendemos a factores psicológicos y sociales debemos incluir las otras funciones de la sexualidad, igual de importantes: el placer y la comunicación. En relación a estas funciones follar es besarse, meterse mano, rozarse, tocarse, insinuarse, seducirse, masajearse, disfrutar, susurrar, acariciar, masturbar, chupar, fantasear, morder y un larguísimo y casi infinito etcétera”, afirma la profesional.
“Para mi follar implica dos personas, tiene que existir atracción entre las personas y puede ser con o sin penetración, por supuesto, con o sin juguetes. Para mí el acto de follar en si sería mantener sexo con otra persona, sea como sea y creo que no es necesario llegar a correrse puesto que alguna vez nosotras, las mujeres, también hemos tenido gatillazo ¿no?”, comenta Rosa, embarazada de nueve meses.
Yurena, de Canarias, sostiene que para ella el follar es todo. “Todo lo que sea sexo, todo lo que me lleve al orgasmo o no. Con dildos, arneses, sólo con las manos y la boca, desnudas, semidesnudas o mediovestidas, si me hace sudar y vibrar eso es follar para mi”.
Para Mayte, de Tenerife, la definición de follar ha ido cambiando a lo largo de sus 45 años. “Antes tenía el término tan heteronormalizado que lo reducía a la penetración con un dildo o con los dedos. Con el tiempo fui entrando en una sexualidad más lésbica, en la que el concepto de follar empezó a ser mucho más que penetrar, y además lo que entraba ya no lo hacía como sustituto del pene, sino con entidad y morbo propios. Me costó hacer el cambio en mi mente -¿influenciada, entre otras cosas, por la industria de un porno hecho para hombres?-, y liberarme de estereotipos. Hoy por hoy, creo que he follado cuando he alcanzado el orgasmo con mi compañera de cama, independientemente de la forma en que haya llegado a él. ¿Y qué pasa cuando una de las dos no llega, por el motivo que sea? Pues que mido si hemos follado por cómo hemos sudado la camiseta, y por esa sonrisita tonta de satisfacción que se te queda pintada en la cara luego”.
“Para mi follar es un acto sexual entre dos personas que se desean, no tiene por qué incluir ni penetración ni orgasmo, ni desnudos. Pero para si que hay que tener roce con genitales. Puedes restregarte por la pierna de tu amante y conseguir placer. Y a eso le podría llamar follar aunque no me corriese o aunque llevase bragas mientras me restriego. Pero imagino que para personas que tengan limitaciones, por ejemplo una parálisis que haga que pierda la sensibilidad en los genitales, follar puede ser algo diferente. Y que también es válido, que cada una folle como quiera o como pueda”, concluye riendo Isabel, estilista alicantina.
“Para mí hay una distinción entre follar y hacer el amor. Incluso estando en pareja. Follar sería algo más instintivo, más visceral, más guarro, en el sentido siempre positivo, al tratarse de algo más desinhibido. Considerar que si no hay un pene no es follar me parece una concepción absolutamente cerrada y heteropatriarcal. Hacer el amor para mí es algo que tiene que ver más con la expresión de un sentimiento muy hondo, de un cariño, de una delicadeza, de una sensualidad, de juegos eróticos, que pueden ser más cañeros o menos, pero siempre dentro del amor, del respeto, de la ternura, del goce compartido y lleno de complicidades de todo tipo, desde las más simples hasta las más retorcidas. Insisto en que para mí, follar y hacer el amor son cosas distintas y todas en algún momento caemos en una u otra opción, según el momento, las circunstancias vitales personales o de tu pareja o amante”. Afirma Paz, profesora y escritora catalana.
Virginia, desde Pamplona, también hace la distinción entre follar y hacer el amor. “En sentido ‘bíblico’, para mí es la práctica más salvaje que puedo hacer con una desconocida, llegar al orgasmo como objetivo pero no como fin, según pericia y ocasión. Todas sabemos discernir un cuerpo y una cara bonita, pero no como resultará cuando la deseamos tanto como para acabar acostándonos con ella a nivel de sincronización sexual y es que lo recalco tanto porque coño, me ha pasado. A nivel emocional lo de follar no tiene ninguna carga en ese aspecto, porque para mí es otra cosa sentir algo o hacer el amor”.
Para Rebeca, activista LGTB madrileña, el follar es un cúmulo de sensaciones. “Hay juegos de seducción que te ponen los pezones de punta y hacen arder tu entrepierna. Adrenalina y ganas de poseerla y de que te posea. A veces se queda en agua de borrajas, porque no hay conexión. Expectativas que se van al traste dejándote insatisfecha, no en lo puramente físico sino en alguna parte más profunda de ti. Otras veces, te camelan unos ojos, unos labios, una sonrisa. Los persigues durante tiempo. Tienes fantasías nocturnas y cada vez que la ves poned cara de boba. También hay veces en las que follas sin follar. Creo que muchas de nosotras lo hemos experimentado. De repente notas una mirada clavada en ti, o eres tú quien la mira así a ella. Puro fuego y deseo sexual en el aire, y en ti. Se materializa y el aire se vuelve denso de tanta ferohormona. Y al final no sucede nada, pero tu cuerpo y tu mente terminan tan exhaustas como si lo hubierais hecho de verdad. Alguien me dijo una vez que a esto se le llama follar con la mente”.
“Es un poco limitado pensar que el sexo solo se consigue con un pene o algo que lo iguale, puesto que para mí el encuentro debe ser un fluir químico o un fluir de energías, para que resulte rico y placentero o, si no, por más que se tenga un pene entremedio no resulta una experiencia cien por ciento gozosa. Es rico cuando no se tiene una fórmula para follar y se va dando distinto con cada persona. Lo importante es conocerse uno y estar en sintonía con la otra persona. Para mí el sexo es igual a orgasmo. Con un dedo, la boca, de pie, en la cama. Y bueno, si no se llega, al menos se intenta”, sostiene Constanza, de Chile.
Una respuesta más elaborada entrega Serena, nombre artístico que utiliza como cantante: “Para mi follar es la satisfacción de una necesidad psicológica y fisiológica para conseguir devolverle al cuerpo el estado de equilibrio. Por otra parte es la única que, aún siendo fisiológica, puede no ser realizada sin que con ello el cuerpo sufra consecuencias. Ignorar la sed nos llevaría a la muerte en 76 horas, ignorar la necesidad de sexo no. Para algunas mujeres, es necesario realizar actividades que satisfagan dicho desequilibrio fisiológico sexual, desde la libertad que la imaginación ofrezca, con o sin implicación emocional. Se puede follar con amor, o sin él, con contacto físico duro o tiernas caricias, todo depende de qué necesita cada mujer para devolverle al cuerpo el estado de equilibrio”.
Diana, activista de Alicante, sostiene: “Para mi follar es una fusión de dos mentes en un determinado momento. Dos personas en conexión que saben satisfacerse mutuamente, dejando a un lado los complejos, miedos e inseguridades para dejarse llevar y volar con la otra persona hasta explotar de placer. Pero personalmente, para que esta explosión sea posible, previamente y durante, ha de haber una follada de mente, imaginártelo antes incluso de que suceda, las mentes son maravillosas y la imaginación una de nuestras más potentes armas. Y es que hay miradas y caricias orgásmicas y polvos que te dejan vacía e indiferente. La penetración es una forma más de satisfacer y jugar, como cualquier otra, por lo tanto no es imprescindible. El coño, si es entre dos mujeres, me parece importante, pero como cualquier otra parte del cuerpo: el pecho, el cuello, las piernas, el abdomen, la espalda, los glúteos, la cara. Considero fundamental desnudarse porque puedes sentir a la otra persona, su olor, su tacto, la suavidad de la piel. Poder tocar, lamer, envolverte en toda ella, y que ese mismo deseo de tocar a la otra persona se vuelva tan fuerte que lleguen a estorbar los mismos cuerpos. Follar siempre ha de ser un placer para los sentidos, desde el polvo más sucio hasta el más romántico”.
Noe, de Lanzarote, piensa que follar es el momento de pasión entre dos personas. “No es necesario que hayan desnudos, pero sí que hayan orgasmos, sin eso no hay nada”.
Follar o no follar. Esa es la cuestión. Para algunas es un juego de seducción, roces y miradas. Para otras la implicación de cuerpos desnudos y la coronación de un orgasmo.
Patricia Huelves insiste que es un modelo sexual anticuado y discriminatorio el seguir asociando la erótica y las prácticas sexuales con relaciones heterocéntricas y coitocéntricas. “Follar es lo que cada una busquemos en cada momento: caricias tiernas, un sexo oral muy apasionado, besos intensos, una mastubación lenta y pausada, un povo rápido, una seducción continuada en el tiempo. Follar es todo lo que nuestro imaginario nos permita y todo lo que pretendamos: reproducirnos, comunicarnos, disfrutar y todas las combinaciones posibles de estas cuestiones”, concluye la sexóloga.
Fotografías Zoe Riudavest
republicado de miraLES
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