Soy un gran defensor de las pajas. Hace unos años escribí una obra que se llamaba El Club de las Pajas. Mi pasión por las pajas proviene de la mala prensa que tienen. Siempre se habla de ellas con coña, con humor, como chiste, como una cuestión de segunda división.
A mí me intrigan mucho las pajas, sobre todo lo que se esconde tras ellas. A veces es pasión no conocida, a veces amor desmesurado, a veces sexo, a veces vergüenza, a veces deseos ocultos. Las pajas siempre dan más información de una persona que todos los datos que preguntemos.
“Uno es lo que es después de una paja.” Eso me dijo un fisioterapeuta. Me explicó que después de hacerte una paja, quien queda eres sólo tú. En esos dos o tres minutos después de la masturbación aparece la esencia de quién eres.
También decía: “Las pajas son como suicidios exteriores. Es como matarte por fuera”. Era un tipo muy alto, de casi dos metros diez, y hablaba de las pajas como otra gente habla de fútbol o de cine. Hablaba con tanta pasión que era imposible no escucharle. Me encanta cuando descubro pasión; la pasión es lo que más me interesa.
Sin duda hizo que me interesara por las pajas, y ese interés jamás ha decaído. Creo que las pajas se hacen cuando te sientes bien y cuando estás jodido. Es algo invariable de la vida. Es una forma de canalizar energía.
El fisioterapeuta era un apasionado de las “pajas positivas”, que, según él, eran las pajas que te haces pensando en una persona y que le traen suerte. Tras dedicarle una paja la suerte va al citado inspirador.
Siempre me pareció poética esa manera de enfocar las pajas. ¡He dedicado tantas pajas positivas en mi vida! Te sientes poderoso, dotado de un don.
Así que no temas, hazlo. Tan sólo piensa en una o varias personas. Y deja que la magia haga el resto.
Es muy bonito esta manera de enfocar las pajas. Muchas gracias. Voy a mandar pensamientos positivos :)
ResponEliminaRelexiono mucho esto, no entiendo un carajo.
ResponEliminaAlls@nauta .com
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