Si tuviera que pagar por soñar,
y me hicieran registrar cada sueño
en alguna sociedad intelectual,
ponerles título y letra de imprenta,
margen a la izquierda y a la derecha,
harían de una ilusión una obligación.
Pero aún no me lo han impuesto,
actualmente sigue siendo gratis soñar
y aún hay quien vive de ilusiones,
aún hay quien duerme cuatro horas
y se pasa veinte soñando.
Aún queda gente que le da color a la vida.
En una sociedad en la que todo está impuesto,
dentro de un sistema que nos robotiza,
pueden existir hadas y duendes,
sólo tenéis que quererlos ver,
¡y qué! si me llame loca el vecino del tercero,
loca, pero yo salto y bailo,
mientras él grita a su mujer
por no tener la cena a tiempo,
y su hija se cambia de ropa en el lavabo del colegio,
para llegar a casa disfrazada de buena chica.
En la cola del supermercado me lo encuentro,
yo pago lo justo para mal comer un par de días,
eso sí, me despido con un educado "buenas tardes",
mi vecino lleva el carro lleno,
le grita a la cajera por no ir más deprisa,
y se marcha, golpeando al anciano que acaba de entrar,
sin ni siquiera disculparse.
Y resulta que yo estoy loca
y de él dicen: ¡que está cuerdo!
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