De repente le vi en una bata negra. Estaba sentado, bebía un whisky,
fumaba.
Me dijo que me había dormido, que se había duchado. Apenas sentí
la llegada del sueño. Encendió una lámpara, en una mesa baja.
Es un hombre que tiene hábitos, pienso de repente respecto a él,
debe venir relativamente a menudo a esta habitación, es un hombre
que debe hacer mucho el amor, es un hombre que tiene miedo, debe
hacer mucho el amor para luchar contra el miedo. Le digo que me gusta
la idea de que tenga a muchas mujeres, de que yo esté entre esas
mujeres, confundida. Nos miramos. Comprende lo que acabo de decir. La
mirada alterada de repente, falsa, sorprendida en el mal, la muerte.
Le digo que se acerque, que tiene que empezar otra vez. Se acerca.
Huele bien el cigarrillo inglés, el perfume caro, huele a miel, su
piel ha adquirido a la fuerza el olor de la seda, el afrutado del
tusor de seda, el del oro, es deseable. Le hablo de ese deseo de él.
Me dice que espere. Me habla, dice que enseguida supo, ya desde la
travesía del barco, que yo sería así después de mi primer amante,
que amaría el amor, dice que ya sabía que le engañaría y que
también engañaría a todos los hombres con los que estaría. Dice
que, en lo que a él respecta, ha sido el instrumento de su propia
desdicha. Me siento feliz con todo lo que me vaticina y se lo digo.
Se vuelve brutal, su sentimiento es desesperado, se arroja encima de
mí, come los pechos infantiles, grita, insulta. Cierro los ojos a un
placer tan intenso. Pienso: lo tiene por costumbre, eso es lo que
hace en la vida, el amor, sólo eso. Las manos son expertas,
maravillosas, perfectas. He tenido mucha suerte, es evidente, es como
un oficio que tiene, sin saberlo tiene el saber exacto de lo que hay
que hacer, de lo que hay que decir. Me trata de puta, de cochina, me
dice que soy su único amor, y eso es lo que debe decir. Y eso es lo
que se dice cuando se deja hacer al cuerpo y buscar y encontrar y
tomar lo que él quiere, y todo es bueno, no hay desperdicios, los
desperdicios se recubren, todo es arrastrado por el torrente, por la
fuerza del deseo.
Que maravillosa escritura,una mujer que se permite amar,desear,disfrutar...en un tiempo donde las mujeres fingian o "el deber ser"consumía sus vidas ¡¡¡
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