Puedo simplificar mis temores con una
vieja fórmula.
Combate:
mis demonios contra mis demonios.
Miedo:
no me tienes,
yo te tengo,
tu nervio es el mío.
Esquivo a las personas, el contacto
físico y visual,
miro al vacío y no a los ojos para no
desgastarme;
me gusta la gente y la quiero
a un metro:
insensibilidad más hipersensibilidad
igual a sensibilidad.
También soy egoísta,
solo pinto mis labios de arrebol, piel
natural
y no me comparto ni me reparto.
Pero tú, ángel,
me desarmaste con un lanzallamas,
porque cuando recuerdo tus alas y velos
esparcidos por el suelo;
tu desnudez dormida entre mis brazos,
ya no quiero luchar, perder ni ganar.
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