Los animales migratorios
recorren miles de kilómetros para obtener alimento y reproducirse;
si no se movieran, no podrían sobrevivir, ese es su instinto.
Durante años me he rodeado de migrantes afectivos y catadoras de
placer, exquisito plato de cualquier lugar del mundo para conocer
culturas, cuerpos, mentes y sensaciones. A todas esas bellas personas
las quisiera en mi vida de una o de otra manera ya que entraron en
ella por alguna bonita razón, tan romántico como que ante
un conflicto de intereses deberíamos aprender a no privilegiar las
razones de una persona sobre otra. La mejor opción —aunque también
la más difícil— consiste en entender que la solución no está de
un solo lado de la balanza, sino que hemos de tratar de mantener el
núcleo de las necesidades de las personas implicadas para beneficio
de todas las partes.
Pero la tela de araña no siempre resiste un dolor en el alma, un
vendaval o un aguacero, incluso hay quien dinamita sus propios
puentes y yo no siempre llego con la bandera blanca. Conclusión:
equilibrar momentos vitales y necesitar algo compatible en el mismo
tiempo no depende de la buena voluntad y tampoco puedes forzar la
dimensión del sentimiento que vuelcas en otras personas, pues
también suele ser desigual. Además hay que tener en cuenta que la
resolución de ese dilema nunca es definitiva y más que respuestas,
hay que encontrar la pregunta adecuada para conseguir el bien común.
A veces nos equivocamos de pregunta porque nos dejamos llevar por la
corriente, el reloj controlador de las relaciones que nos marca el
paso del baile.
En el laberinto del maizal las lágrimas indican lo contrario de su
apariencia, el silencio también es un escudo y la protección va de
lado a lado rodeando todos los pasos. Para saltar al infinito hay que
tener una cuerda de seguridad para que por más duro que resulte un
posible golpe no sea mortal. Siempre me regañaron por trepar a
cualquier altura sin un simple arnés, pero nadie veía mis cuerdas
escondidas que uso en caso de necesidad.
En mi caso vivir una película resulta emocionante, pero como las
reglas me las comí para subvertirlas, no siempre el final es como en
las pantallas: mi película no se vende ni se proyecta y el malo —es
decir, yo— puede ganar en cualquier momento porque el guión cambia
con los sueños. Los cuadros no siempre son del mismo color —y
menos de rosa princesa ni de azul príncipe—, entonces enfadarse es
simplemente sano y necesario si es que sirve para que la crema del
pastel salga cada día un poco mejor. Acepto que me odien lo justo y
suficiente pero no que me idealicen, a nadie le sienta bien. Recibo
insultos de 10 a 11 de la mañana y críticas el resto del día y de
la noche para aprender hacia delante y desandar lo necesario para
comprender profundamente si los errores se pueden sanar. Aunque
generalmente le pongo bastante paciencia, mucho humor y todo el
cariño posible, hay días que me baño con aceite y todo me resbala:
especialmente los reclamos, que me alejan de la pista de baile.
A veces no sabes cómo mirar a alguien a la cara y expresarle tus
sentimientos más profundos, los buenos y los no tan buenos. Lo que
ocurre es que un mal día no significa tener una mala vida, pero
puede ser la chispa que mande todo a la mierda si el fondo de la olla
no se frota con insistencia de vez en cuando. Ante la dificultad de
la comunicación hay que buscar estrategias ingeniosas. Cuando las
relaciones son explosivas hacer daño es sencillamente inevitable; si
lo comparas, es mejor eso a que la rutina y el aburrimiento
adormezcan los sentidos y las pasiones ya solo las veas en pantalla
de plasma. A veces un tarro de arequipe ayuda a distensionar los
malos momentos, otras una lengua jugosa desencalla terribles
problemas, casi siempre comerse el orgullo es buena terapia frente a
la distancia; otras no habrá más remedio que ubicar la vía de
escape más cercana para que el ambiente se renueve a tu vuelta. La
distancia insalvable es sinónimo de que el proceso no empezó bien o
las personas implicadas lo dejaron pudrir sin atajar la gangrena.
Corre, salta o vuela, pero no mires mucho para atrás a menos que
quieras una torticulis crónica.
Descubrir lo menos agradable de una persona nos lleva a pensar
inevitablemente si estamos en el barco correcto. Pero como esto no es
el arca de noé, te miras en un espejo y descubres la influencia de
los dioses más irreverentes y provocadores en tu nacimiento. Nada
que hacer: tu vida está marcada y nunca vivirás relaciones
angelicales, el lado más salvaje te alimenta. Y ante el miedo al no
retorno lo saludable es la valentía de devolver lo que no quieres ni
amas ni deseas ni necesitas lo antes posible, sin esperar devolución
de nada de lo que empeñaste, es mejor vivir sin deudas ni hipotecas
para caminar a buen paso. La alternativa podría ser cambiar los
miedos por retos y las excusas por soluciones; si los miedos y las
excusas siguen a pesar de todo es que definitivamente los rumbos son
diferentes. Si lo comunicas con sinceridad, cariño y respeto,
quienes tienes cerca te lo agradecerán más temprano que tarde. ¡Qué
bonita es la teoría!
Aunque nadie se dé cuenta: no dejes de ser tú misma. El mundo y tus
amistades serán afortunadas; crecerás y volarás. Seguro que ya has
pensado todo esto, tantas neuronas interconectadas preguntándose
700.000 veces por segundo si lo que haces es lo correcto que aunque
no tengas las respuestas por lo menos estarás entretenida mientras
pasa el tiempo. Y lo hará de tal manera que incluso las teorías de
los ciclos de los enamoramientos habrán caducado y el reloj de arena
se convertirá en ruleta impredecible a cada nueva vuelta.
Tras los meses o años reglamentarios, hay quien cree que todo se solucionará con un cambio de nombre y de personalidad y se inventará un pasado, otras manías, otros chistes y pretenderá engañarte de nuevo con cualquier truco nuevo para que le regales el brillo de tu mirada otro plazo más. No te dejes, más bien explica a quien te quiera escuchar y no juzgar que el amor es posible toda la vida o un poquito menos, que no quedan traumas y hay que equivocarse muchas veces para mejorar un milímetro. No necesitarás pruebas para demostrar que las personas que se aman apasionada y sinceramente aunque solo sea por un minuto siguen locamente enamoradas hasta que les dé la gana o hasta que se dan cuenta que cumplieron una etapa muy importante juntas. Es entonces cuando les toca inventarse otra estrategia para ser las mismas personas con la misma belleza y el mismo amor pero distinta cotidianidad para que reverdezca aquello que se empezaba a secar.
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