Es hora de que
empecemos a hablar de amor, de emociones y de sentimientos en
espacios en los que ha sido un tema ignorado o invisibilizado: en las
Universidades, en los congresos, en las asambleas de los movimientos
sociales, las asociaciones vecinales, los sindicatos y los partidos
políticos, en las calles y en los foros cibernéticos, las
comunidades físicas y virtuales. Hay que deconstruir y repensar el
amor para poder crear relaciones más igualitarias, más sanas, más
abiertas, más libres, más bonitas. Tenemos que hablar de cómo
podemos aprender a querernos mejor, a llevarnos bien, a crear
relaciones bonitas, a extender el cariño hacia la gente y no
centrarlo todo en una sola persona.
Hay que romper con la idea de que el
amor solo puede darse entre dos personas, y hay que romper con los
miedos que nos separan: los racismos, la homofobia, la transfobia, la
xenofobia, la misoginia, el clasismo... para poder crear mundos más
horizontales, más abiertos, más solidarios. Ahora más que nunca,
necesitamos ayudarnos, trabajar unidos por mejorar nuestras
condiciones de vida y luchar por los derechos humanos.