Disfrutar del presente aprendiendo del pasado: análisis de las aportaciones teóricas o actitudinales desde las posturas revolucionarias que han podido influir en las diferentes vivencias sexuales y eróticas.
Pretendemos crear el hábito de hablar de estas cuestiones, acostumbrarnos a hacerlo y si fuera necesario dedicar tiempo y esfuerzo a reuniones específicas que versen sobre lo erótico y lo sexual. En definitiva se trata de romper con temas tabúes en nuestros entornos de convivencia anárquica. De este modo, pretendemos reflexionar sobre temas que a menudo se dan por sentado sin que nunca hayan quedado completamente claros. No buscamos la verdad, pero sí evitar el dogma y la injusticia. Pretendemos cuestionar las normativizaciones existentes para poder crear un camino propio. En última instancia el objetivo final será intentar promover una actitud positiva hacia la sexualidad y la erótica, no mediada por el miedo y sí por todo el potencial que poseemos como animales sexuados, sensibles y sensuados que somos. Dejar de percibirnos a nosotr@s mism@s asociad@s al peligro y construirnos como auténticas fuentes de placeres.
Repasemos la normativización sexual y erótica que ha solido ser constante en las luchas y planteamientos revolucionarios.
Personas con ganas de hacer la revolución como el sexólogo Wilhelm Reich (primera mitad del s. XX) no logran esquivar la dichosa tendencia a imponer el “cómo hay que ser”. Y Reich (sin menospreciar sus aportaciones y su valiosa lucha) impuso el orgasmo casi como algo obligatorio, convirtiéndose en criterio que distingue entre las vivencias sexuales que son saludables de las que no lo son: «La salud mental de una persona se puede medir por su potencial orgásmico».
Así mismo, el anterior revolucionario Marqués de Sade (1740-1814) también normativizó a través de modelos a seguir:
«Muchachas demasiado tiempo contenidas en las ataduras absurdas y peligrosas de una virtud fantástica y de una religión repugnante, imitad a la ardiente Eugenia; destruid, pisotead, con tanta rapidez como ella, todos los preceptos ridículos inculcados por imbéciles padres.» (“La filosofía en el tocador”).
Que Sade hiciera llamados a la revuelta erótica no fue casualidad.
Que Wilhelm Reich ensalzase el orgasmo tampoco fue casualidad.
Promover normas que pensamos nos van a liberar no es tan descabellado cuando las normas establecidas por los estamentos más conservadores apestan tanto como puede observarse en el Nuevo Testamento:
«Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni forniquemos, como alguno de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. […] Afligíos y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará. […]. Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en eso pensad». «El hombre siempre recogerá lo que siembre. Si siembra para satisfacer los apetitos de su naturaleza humana, estará plantando la semilla del mal y sin duda recogerá como fruto corrupción y muerte»
Sin embargo, nuestras intenciones de liberación pueden ser muy buenas pero también podemos cometer errores:
Félix Martí Ibáñez (1911-1972) fue un anarquista y sexólogo valenciano que ayudó a muchísimas compañeras y compañeros a resolver cuestiones sexuales y eróticas. Su trabajo fue muy bueno y comprometido y, sin embargo, Félix Martí Ibáñez de algún modo también normativizó en alguna ocasión hacia líneas poco deseables:
«La indiferencia erótica femenina responde muchas veces a un proceso psicológico de lenta formación, que puede esquematizarse así: la adolescencia femenina determina la producción de maniobras onánicas acompañadas de un cierto erotismo cerebral que puede ser muy peligroso (análogas consideraciones podrían hacerse respecto a los peligros psicológicos del onanismo masculino). Al tratar en unos artículos de la frigidez femenina ya nos extenderemos sobre este particular. De momento sólo le diré que por dicho erotismo cerebral van creándose en la mente femenina imágenes sexuales fantásticas y modeladas con arreglo a las tendencias imaginativas dominantes en la adolescente. Así se forja a copia de años, en todas las mujeres, una sexualidad romántica de cuentos de hadas, imágenes monstruosas de aberración sexual o bien representaciones psíquicas de relaciones eróticas normales.
Al llegar al matrimonio y soñar con él la hora de las realizaciones plásticas, para que la sexualidad se deslice por cauces normales han de superponerse las imágenes mentales de la mujer y lo que la realidad le ofrece.
Si esa fusión no se verifica, entonces la normal relación amorosa resulta basta, grosera y despreciable para la mujer que ensoñó amores ideales en la góndola de cristal de sus quimeras, o bien deviene sosa y fría para la que pobló su mente con sensualismos absurdos y fantásticos. En uno y otro caso, el final inevitable es la frigidez sexual femenina. Entonces es cuando la esposa, orientada por un psicólogo o por la propia y potente voluntad, tiene el sendero de salvación de ir paulatinamente llenando su mente de imágenes eróticas normales y desplazando las indeseables, con lo cual renace la sensibilidad amorosa normal.»
Por suerte, ésta es una excepción de Félix Martí Ibáñez, no quisiéramos empañar la loable labor que realizó como asesor sexual.
Y podemos cometer errores muy graves:
Hildegart Rodríguez o también conocida como la “virgen roja” fue víctima de la normativización o del “como hay que ser”. Su madre la hizo nacer (Madrid, 1914) y la crió para un firme proyecto político y cuando Hildegart dejaba de ser un instrumento válido para los ideales maternos, su propia madre la mato de cuatro tiros (1933, Madrid). Hildegart posiblemente deseaba ser libre, militó apasionadamente por la libertad sexual y murió a causa de los deseos ajenos.
Hildegart no es la única persona que muere físicamente por los deseos de otras. Hay también mucha gente que siente estar muerta en vida por no aceptar sus propios deseos y vivir conforme a la deseabilidad social.
Las personas revolucionarias creamos nuestra propia sociedad con sus propias normas.
Muchas de las normas que hoy por hoy nos “regulan” son herederas de una mezcla extraña entre la época de la Revolución Sexual (los ´60 y ´70) y la más conservadora reacción posterior. Pongamos por ejemplo la pornografía.
¿Cómo nos posicionamos como anarquistas con respecto a la pornografía?
Responderíamos que hay tantas opiniones como anarquistas, y es cierto a nivel individual. Sin embargo, a nivel colectivo, en cada ateneo, en cada Centro Social, en cada asamblea concreta y particular suele haber unas normas concretas sobre ello (¿quién las fija?) o no haber absolutamente ninguna posición clara porque es, sencillamente, un tema tabú, un tema del que no se habla (y quizá no porque no interese).
Veamos dos definiciones de pornografía dirigidas a adolescentes según las dos posturas señaladas anteriormente (Revolución Sexual y Contrarrevolución):
«Los libros, revistas, fotos que están destinados únicamente a excitar sensual y sexualmente a la gente, reciben el nombre de “pornografía”. La pornografía no está autorizada en España y sólo se vende libremente en algunos países, como Dinamarca, por ejemplo. En muchos países se halla prohibida.
La pornografía sirve para diversas finalidades.
Muchos la compran por curiosidad. Otros la leen o la miran a la vez que se masturban. A veces parejas de casados la utilizan para excitarse, sobre todo si el hombre no es demasiado “potente”, es decir, tiene alguna dificultad en mantener duro su miembro tanto tiempo o tan a menudo como quisiera. Algunas veces hay parejas que se inspiran en las fotos o las descripciones para hacer el amor de forma más original. En las fotos pornográficas, corrientemente aparecen personas desnudas completamente, en especial chicas, o bien hombres y mujeres en situación de acariciarse. Existen también escenas de otro tipo, por ejemplo hombres y mujeres haciendo el “amor” con animales, o azotándose o lastimándose unos a otros. La pornografía es siempre igual.
La pornografía trata siempre los mismos temas. Los deseos sexuales de las personas son muy distintos. Se puede obtener un cierto placer al ver o leer cosas que no se tendrían especial deseo de hacer. No se debe ignorar tampoco que hay deseos sexuales que son peligrosos para los demás y que la pornografía puede satisfacer de forma muy inofensiva. Lo que es indiscutible es que, en Dinamarca, el número de crímenes sexuales ha disminuido considerablemente desde que está permitida legalmente la venta libre de pornografía.
La pornografía literaria o fotográfica da, casi siempre, una imagen falsa de la realidad. Los hombres que pueden hacer el amor durante horas y horas, y tener placer varias veces en muy poco tiempo, ¡¡no existen!!. Las chicas que sienten continuamente deseos de hacer el amor y de la forma que sea, ¡¡tampoco existen!!
La pornografía es algo divertido e inofensivo si uno no se la toma en serio y si no se cree que lo que muestra tenga parecido con lo que ocurre en la vida real. Si, por el contrario, os la creéis, ¡¡quedareis muy decepcionados!!.
Sin embargo, la pornografía puede, a veces, dar buenas ideas para hacer el amor; puede dar deseos de ensayar algunas cosas en la que no habíais nunca pensado.» (“El libro rojo del cole”. 1979. Guía para escolares afín a la Revolución Sexual en el Estado español (con retraso gracias a Franco))
«La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico» (Catecismo de la Iglesia Católica. ARTÍCULO 6. EL SEXTO MANDAMIENTO: No cometerás adulterio.)
Ya que como bien catequizan l@s católic@s: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón».
Creemos que necesitamos hablar, reflexionar y crear mucho todavía. Cuestiones como el respeto, la libertad sexual, la rebeldía y la transgresión, el uso y el abuso, la normativización, la culpa, las normas sociales, la gestión de encuentros y desencuentros, etc.
Por el momento, simpatizamos públicamente con todos aquellos discursos (aunque sean manifiestos a modo de consignas), que invitan e incitan al gozo y permiten disfrutarnos desde el respeto y la libertad. Para cerrar os regalamos uno:
«Lancémonos sin miedo, y con desenfreno, al vacío. Esa situación que extrañamos con tanta ansiedad, y que nos es impedida cotidianamente, está llena de besos y mordiscos deseosos de ser compartidos en un cama gigante hecha de libertad, entre sábanas rotas y disfraces eróticos u hojas frescas cayendo mientras la tierra tiembla, seduciendo nuestro contagiante salvajismo delictivo. La noche del sexo nos deparará, a cualquier hora y en cualquier momento, placeres subversivos de incontrolables fuerzas.
La lucha es larga, así que vamos meneando las caderas, seducidos por el pecado, la perversión y el amor criminal. Nuestros cuerpos se precipitan y sudan, nuestras sombras bailan como mariposas aleteando fuera de las jaulas, generando destellos de sensualidad que se pierden por todo el mundo. Y estamos contentos por ello, porque lo que se pierde nunca se desperdicia. Nuestras pasiones no tienen límites, ni dueños, así que perdámonos. Cerremos los ojos a la vez, presionémonos las manos fuertemente, abracémonos y desgarrémonos la piel con los dientes apretando. Y perdámonos. Perdámonos en el vacío, una y otra vez, acompañados de nuestros secuaces y seamos víctimas del libertinaje.
Incitamos practicar delitos lúdicos para acabar con el aburrimiento que ordena la ciudad. Haremos el amor con nuestrxs compañerxs y la guerra a nuestros patrones. No permitiremos que nos pongan límites, ni en nuestras mentes ni en nuestros cuerpos. Nuestros deseos son incontrolables. No solamente vamos a salir a la calle, sino que vamos a recuperar nuestras vidas, sin pedirle permiso a la policía y alejados de la náusea producida por las rutinarias manifestaciones ordenadas y disciplinadas del trabajo asalariado.
El trabajo es una burla de la libertad. Lo erótico es una ampliación de la libertad.
La libido está desesperada y no quiere mejoras laborales, ni adaptarse al sistema de ningún modo, sino acabar con el empleo y las horas de trabajo. Eros le coloca una barba al patrón y le introduce el dedo en el culo, pero no quiere nada en retribución, excepto la desaparición de la mercancía, sabe que la belleza está fuera del discurso sindical y que la libertad ha sido maquillada y convertida en una vieja prostituta de tacos rotos de Cayllona Avenue. Ya no queremos vender nuestros besos. Róbennoslos.
Lxs Amigxs del Sol Negro de la Anarquía.»
(“Desobediencia”. Periódico Ácrata de Lima.)
Móstoles, Octubre de
2009.
republicado de encuentro libro anarquista 2009
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