"Nunca he sido capaz de
averiguar exactamente en qué consiste el feminismo; sólo sé que la gente me
llama feminista siempre que expreso sentimientos que me diferencian de un
felpudo"
(Rebecca West)[1]
Desde dónde habla el patriarcado
Características del patriarcado
El lenguaje como instrumento del
patriarcado
(Rebecca West)[1]
FOTOS DEL MANUAL DE LA BUENA ESPOSA- Publicado en 1953 ENCONTRADAS POR https://www.facebook.com/murguitadelsur.artesanias
Introducción
En este humilde trabajo de reflexión escrita,
trataremos de bucear en el concepto del patriarcado, digo bucear por que hace
falta ir bien al fondo del significado, y en el uso que la sociedad le da a
esta palabra, para poder ver cómo trasciende el hecho de ser concepto para
transformarse en una herramienta de dominación social.
En estos últimos años la palabra patriarcado
tomó una relevancia mayor, al ser usada y visibilizada por muchas activistas
feministas. Es casi imposible hablar de patriarcado sin hablar de feminismo, ya
que sin lugar a dudas podríamos categorizarlos como archí-enemigos. Aunque no
se necesita ser feminista, ni mujer para sentir la opresión, la explotación, la
dominación y la discriminación de este sistema tan antiguo, aún más que el
feminismo. Engels[2] y
Weber[3]
lo mencionan como el sistema de dominación más antiguo, coincidiendo ambos en
que el patriarcado es un sistema de poder y, por lo tanto, de dominio del
hombre sobre la mujer. Tan claro como que el archí-enemigo del patriarcado es
el feminismo, es que su mejor amigo es el machismo.
Y tan difícil como hablar de patriarcado sin
nombrar al feminismo es incorporar el feminismo a este texto, sin hallar
lectores y lectoras que se incomoden y hasta le saquen peso a mis palabras, o
dejen de leerlo al unísono con el pensar “otra loca feminista”. Como dice Carlos Zelarayan, licenciado en
filosofía, profesor de lengua y literatura especializado en comunicación social
“La militancia feminista, el sólo de
hecho de organizarte para luchar por la visibilización de la situación
de las mujeres en el entramado social, la lucha por derechos que deberían ser
inalienables, son exactamente luchas que incomodan. E incomodan de muchas
maneras, y una particularmente intensa es la vinculada con el lenguaje. Es
la palabra de una feminista la que "incomoda". Genera murmullo,
desdén, rechazo, hasta rabia, cuando no golpes.”
El mayor poder del patriarcado, a mi entender,
es habernos convencido de que lo cultural es natural. Que su propio régimen
creado y consensuado para la dominación social es natural, que ciertas
definiciones o palabras son naturales; pero, como coinciden los semiólogos de
distintas épocas: Saussure[4],
Pierce,[5]
Barthes[6],
todos los signos son construcciones culturales, convenciones, no son naturales.
Convencida de que si logramos separar lo
natural de lo cultural, podremos pensar mejor, decidir con autonomía y
visibilizar la dominación que ejerce el patriarcado sobre hombres y mujeres, me
zambullo en esta construcción de reflexiones segura de que como a cualquier
otro sistema opresor, se lo puede cambiar con organización y lucha.
Orígenes del patriarcado
Para reconocer algo hay que conocer su
historia, ancestralmente las cosas eran un poco diferentes. Tanto hombres como
mujeres eran autosuficientes. La mujer recolectaba vegetales, invertebrados y
vertebrados pequeños. Así, podía alimentarse a sí misma y a sus hijos. No existían las parejas a largo plazo ni la redistribución
de recursos en virtud de un “contrato sexual”.
Los varones se esforzaban por ganarse la estima
de sus compañeros y la admiración femenina cazando presas cada vez más grandes
y compartiéndolas. Las mujeres elegían para aparearse a los mejores cazadores.
En una fase evolutiva, en la que el
rendimiento de la caza aún era modesto, la monogamia habría
sido una estrategia poco interesante para el sexo femenino: estar comprometida
con un macho concreto habría sido menos rentable en términos de suministro de
carne, hubiera estado mejor abastecida, tendido tratos con más de un proveedor.
Tampoco lo era para el varón, ya que no tenía sentido seguir suministrando
carne a una hembra embarazada o con hijos lactantes. Además, para las mujeres, la
contribución económica del varón no era decisiva, ya que ella era
independiente.
Si la caza cooperativa proporciona carne en
abundancia a todos los cazadores, entonces las mujeres tienen proveedores de
sobra para elegir.
En estas condiciones, un cazador medio habría
tenido pocos incentivos para romper el vínculo con la madre del que muy
probablemente era su hijo, pues su contribución al buen desarrollo de su
descendencia tenía ahora un mayor valor selectivo que la búsqueda insuficiente
de apareamientos de dudoso rendimiento reproductivo.
El resultado de este proceso evolutivo habría
sido la autoorganización espontánea de la comunidad en familias nucleares
monógamas. Así, hace dos millones de años, cuando el género humano se expandió
junto a las praderas y colonizó Eurasia, ya habían desarrollado pautas de
conducta universales como el vínculo de pareja duradero, los celos y la
división sexual del trabajo dentro de la familia nuclear monógama.
La caza también podría haber tenido cierta
función militar: mantener grupos de varones entrenados y vigilando el
territorios de posibles grupos rivales. Pero la recolección de la mujer servía
como seguro de alimentación de los varones los días en que la caza era
infructuosa, cosas que para la caza mayor, no es raro.
Los varones pudieron especializarse en cazar
presas cada vez más grandes, cuya caza podía compensar la incertidumbre de su
captura, porque contaban con el alimento diario que proveían las mujeres. Este
esquema le permitía a la especie explotar eficientemente un amplio abanico de
recursos.
Así, tenemos un escenario de división sexual
del trabajo pero dependencia económica mutua.
La contribución femenina a la subsistencia en
las sociedades protoagrícolas continuó siendo lo bastante importante para que
las mujeres conservaran cierto poder económico limitador del dominio masculino.
Pero la degradación de la condición femenina
iba a acentuarse con el desarrollo de sociedades agrícolas sedentarias.
La horticultura y la ganadería itinerantes no
supusieron el fin del modo de vida nómada, porque la comunidad debía
trasladarse a un nuevo emplazamiento cada vez que se agotaba la fertilidad del
suelo, lo que obligaba a espaciar los embarazos (a base de prolongar la
lactancia) para no cargar con más de una criatura incapaz de seguir la marcha
del grupo. Esta limitación dejó de regir en los asentamientos que prosperaron
en los deltas de los ríos y otros terrenos cuya fertilidad se renovaba por sí
sola; y puesto que una población numerosa era la mejor defensa de estas
comunidades sedentarias frente a la presión de los grupos nómadas rivales,
ahora resultaba más conveniente que las mujeres se consagraran a la maternidad
intensiva y los varones trabajaran duro para mantener familias todo lo
numerosas que permitiera el potencial reproductivo femenino.
La dedicación exclusiva a la maternidad
extremó la dependencia económica femenina y, con ello, el sometimiento forzoso
del sexo femenino al masculino.
Las mujeres se vieron así degradadas a una
condición casi subhumana. Pero las tribus con esta mentalidad se demostraron
tan competitivas y pujantes que en pocos milenios se propagaron por todo el
planeta, desplazando y arrinconando a otras etnias con tasas de natalidad más
bajas, hasta convertir el machismo exacerbado, y la violencia sexual, en un
rasgo casi universal del comportamiento social humano.[7]
El patriarcado surge con la monogamia del
hombre, al mismo tiempo aparece la esclavitud, junto a ellos nace, en la
economía y la propiedad privada.[8]
Engels escribe con relación al matriarcado que
se despedía de la historia: “A medida que iba en aumento la fortuna, por una
parte daba al hombre una posición más importante que a la mujer, y, por otra
parte, hacía nacer la idea en él de valerse de esta ventaja para derribar en
provecho de los hijos el orden de suceder establecido. Pero esto no pudo
hacerse mientras permaneció vigente la filiación de derecho materno, la cual tenía
que ser abolida, y lo fue” (Engels, 1980: 62).
Ahora bien, reflexionemos, la lucha fue
históricamente para dominar, la igualdad debía cambiarse por la dominación de
un grupo hacia otro. Y las herramientas utilizadas por el patriarcado para
dominar a las mujeres fueron y siguen siendo la maternidad y la economía.
Ya nadie cree en la diferenciación y el
significado que en la escuela nos han enseñado sobre civilización y barbarie.
Y a través de esas construcciones lingüísticas
se han matado millones de personas, se han violado derechos y cuerpos, se han
eliminado comunidades enteras.
Nos hicieron creer que la independencia y la
igualdad es barbarie y la dominación, la discriminación y la esclavitud civilización,
al punto que hoy no concebimos un mundo sin estado, sin quien nos gobierne, sin
leyes. Porque los que imponen las normas, los mandatos, lo hacen desde otro
lugar ajeno al de la comunidad, partiendo de la base de que es superior al
resto y que el resto no sabe pensar ni decidir por sí solo.
Etimología del patriarcado
La palabra patriarca proviene de las palabras
griegas άρχω que significa “mandar” y πατήρ
que significa "padre"[9].
Fueron patriarcas los jefes de las primeras familias hebreas. Luego pasó a ser
el nombre de una jerarquía eclesiástica de la iglesia cristiana primitiva.
Varias iglesias cristianas modernas siguen usando el nombre pero es para las
iglesias cristianas ortodoxas la máxima jerarquía y el patriarcado, su área
geográfica de influencia.
La real academia española lo define como
“Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe
de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un
mismo linaje”.
Esto para algunos y algunas es muy difícil de
detectar, lo primero que nos viene a la cabeza es el patriarca, pero ¿quién
es?, ¿quiénes son?
La iglesia es la institución que más
representa el patriarcado, pero no la única, prácticamente todas las
instituciones hablan desde un discurso patriarcal, la familia, la escuela, la
justicia, las universidades.
Asumiendo que el patriarcado domina a través
de la maternidad, y que la iglesia o las religiones son las principales
opositoras a los métodos anticonceptivos, podríamos decir que son estas las instituciones
que mantienen y sostienen la vigencia de este sistema de dominación.
Pero existen también un conjunto de
instituciones de la sociedad política y civil que se articulan para mantener y
reforzar el consenso expresado en un orden social, económico, cultural,
religioso y político, que determina que las mujeres como categoría social
siempre estarán subordinadas a los hombres.
Aunque pueda ser que una o varias mujeres
tengan poder, hasta mucho poder, o que todas las mujeres ejerzan cierto tipo de
poder como lo es el poder que ejercen las madres sobre los y las hijas.
Su discurso se multiplica y llega hasta los
medios de comunicación, aparecen los mensajes sexistas, y por más modernidad y
tecnología que llegue a los medios, el discurso no cambia, al hombre se le
venden productos tecnológicos, a las mujeres productos de limpieza.
- Es un sistema histórico, tiene sus inicios en la historia y no es natural. Esto da cuenta de la exclusión histórica que han vivido las mujeres al negárseles la posibilidad de registrar su historia y por otra, permite concebir la posibilidad de cambio en la situación de las mujeres ¿alguna vez pensaste por qué en la escuela la mayoría de los textos son escritos de autores masculinos, y por qué los maestros, maestras, profesores y profesoras no explican el por qué de ese hecho?
- Se fundamenta en el dominio del hombre ejercido a través de los distintos tipos de violencia contra la mujer: violencia sexual, física, emotiva, sicológica, económica; todo sistema de dominación requiere de la fuerza y el miedo para mantener y reproducir los privilegios de aquellos que dominan.
- Existen hombres en relación de opresión en todo sistema patriarcal. El hecho de que se trata de un sistema de dominio que se ejerce sobre las mujeres no implica que todos los hombres gocen de los mismos privilegios. La experiencia de dominación aprendida sirvió para que algunos grupos de hombres la proyectaran hacia otros grupos, sea de personas o de animales. Instalando jerarquías como categoría o distinción válida en la convivencia social. Así, el paradigma de lo humano, el varón blanco, rico, en edad productiva, sin discapacidades físicas y heterosexual fija el punto máximo de la jerarquía respecto de cualquier otra condición y variable.
- La justificación que encuentra el patriarcado para dominio de las mujeres tiene su origen en las diferencias biológicas entre los sexos. [10]
Barthes indaga sobre el lenguaje que hace
posibles los discursos en los diferentes ámbitos de la actividad humana, el
lenguaje que oculta detrás de una aparente universalidad la cultura como
historia. En la práctica, se presentan los signos como si fueran naturales,
cuando, en rigor no lo son: No tiene nada de natural, que a los nenes halla que
vestirlos de celeste y a las nenas de rosa, o que los varones tengan que jugar
a la pelota, y las mujeres a las muñecas, o que los hombres no lloren. Se trata
de convenciones, de fenómenos históricos, de usos de época y sin embargo, como
en el discurso, aparecen naturalizados como si provinieran de una “cultura
universal” de la que no es posible sustraerse sin resultar sospechoso.[11]
El lenguaje es un fenómeno social presente en
casi todas las especies, en la especie humana es en la que ha logrado mayor
desarrollo, habilita y crea vida social. Así como en una cultura en la que el
lenguaje no registra la existencia de un sujeto femenino podíamos concluir que
no existen las mujeres o estas no son vistas como sujetos en dicha cultura.
El uso del lenguaje que desecha el sujeto
femenino consolida y proyecta hacia el futuro una sociedad en donde la mujer no
vale lo mismo que el varón.
En las sociedades patriarcales el lenguaje
refleja estos dos efectos. Por una parte da cuenta de la situación de la mujer
en la cultura patriarcal y por otra la mantiene y reproduce.
El poder del nombrar, es el poder de
trasformar una cultura determinada, de establecer lo que existe y lo que no
existe. Lo que se considera natural y lo que no lo es, lo bueno y lo malo, el
poder de la palabra es el poder de escoger los valores que guiarán una
determinada sociedad, pero más aun es el poder de crear una determinada realidad.
A las mujeres nos han impedido ejercer este
poder, poder que nos definiría como sujetos de una sociedad, sujetos que en las
sociedades patriarcales no hemos sido.
Una de las expresiones más claras del
ejercicio del poder masculino en el lenguaje es el que progresivamente la voz
hombre sirviera para denominar tanto al varón de la especie como a la especie
toda. Y la creación de reglas gramaticales que permitieran que lo masculino
pudiera tanto excluir como incluir/ocultar a lo femenino, mientras relegan a lo
femenino a la categoría de específico y particular de ese sexo.
¿Quién dice que en el artículo masculino
entramos los dos géneros? Muchas mujeres nos sentimos
excluidas de los discursos, no por ser locas feministas, si no por el simple
hecho de saberse discriminadas y excluidas.
Lo que existe es lo que la lengua puede
nombrar (idea saussuriana).
El diccionario amigo del patriarcado
Comprobaremos la marginalidad de lo femenino y
la centralidad de lo masculino.
Los adjetivos están siempre en su forma masculinas
agregándoles /a para las formas femeninas.
Veamos la definición de: perro m. Mamífero
doméstico de la familia de los Cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos,
según las razas. Tiene olfato muy fino y es inteligente y muy leal al hombre. Y
ahora perra 1. f. Hembra del perro. 2. f. prostituta.[12]
Con solo esos dos ejemplos
podemos comprobar que lo masculino es la norma o el paradigma y lo femenino es
lo “otro” o lo que existe solo en función de lo masculino o para lo masculino.
Podríamos comparar al patriarcado con el pequeño burgués que Barthes define
como “un hombre, impotente para imaginar al otro (a lo distinto). Le es
imposible pues lo otro se trasforma en él mismo: lo otro, el otro, se reduce, y
por lo tanto, se excluye”. Barthes señala en sus estudios que se crean
simulacros de villanas, de mujeres de mala vida, pero solo son esteriotipas
para recriminar y condenar, para mitigar la diferencia basados en la distorsión
que supone sostener que lo que no es como soy yo (natural) es desvío (los
otros).
Con el diccionario podemos
ver que el lenguaje no es neutral, si no que tiene una perspectiva masculina y
además presenta a las mujeres como seres inferiores o más cercanas a los
animales. Como dice la mexicana Elena Urrutia, “acudiendo al diccionario de la Real Academia Española
de la lengua deducimos que la mujer es un ser débil, delicado, con afición al
regalo y no apta para el trabajo. El hombre es todo lo contrario”.
Sexo débil: 1. m. Conjunto de las mujeres.
Sexo Fuerte: m. Conjunto de los hombres
Fuerte: animoso varonil
Débil: 1. adj. De poco vigor o de poca fuerza o
resistencia 2. adj. Que por flojedad de
ánimo cede fácilmente ante la insistencia o el afecto. 3. adj. Escaso
o deficiente, en lo físico o en lo moral.
Femenino/na: Débil, endeble
Varonil: relativo al varón, esforzado, valeroso y
firme
Hombrada: acción propia de un hombre generoso y
esforzado
Afeminación: Molicie, flojedad del ánimo
Molicie: afición al regalo, afeminación
Afeminar: Hacer perder a uno la energía varonil
Blando: Afeminado y que no es fuerte para el trabajo
En el caso de la definición
de afeminar , Hacer perder a uno la
energía varonil, se expresa claramente que las definiciones fueron consensuadas
y escritas por hombres, si debería decir : hacer perder la energía varonil.
El diccionario también dice
que “ser mujer” es “haber llegado una doncella a estado de menstruar” mientras
que “ser hombre” significa “valiente y esforzado” y que no es igual ser una
“mujer pública” que un “hombre público”, ya que la primera es una ramera y el
segundo es “el hombre que interviene públicamente en los negocios políticos”.
Otra definición para mujer
es “animal del sexo femenino” mientras que el hombre es “un ser racional”.
En castellano, por ejemplo,
hembra y macho, varón y varona no son términos complementarios unos de otros.
Hembra es definida como “animal del sexo femenino y también como sinónimo de
mujer, mientras que macho solo es definido como animal del sexo masculino,
porque para la criatura racional del sexo masculino existe una palabra: varón.
Y aunque existe la palabra varona esta no es usada para responder a la pregunta
de a qué sexo pertenece una determinada bebé. Más bien es usada en su segunda
acepción como “mujer varonil”.
Esto demuestra que en
nuestra cultura, las mujeres no existimos, al menos no como protagonistas. Lo
femenino existe solo como la hembra de.
Si el lenguaje es una de las
principales formas de comunicación no es de extrañar que las mujeres y lo
femenino estemos invisibilizadas o marginadas del quehacer humano, ya que el
mismo lenguaje que utilizamos para comunicar los hábitos culturales, se encarga
de ocultarnos tras el género masculino, o por lo menos minimizarnos,
relativizarnos o ridiculizarnos frente al sexo “fuerte”. El lenguaje no solo
refleja y comunica los hábitos y valores de una determinada cultura si no que
conforma y fija esos hábitos y valores.
FEMISNISMO
Antes de contar qué es el feminismo quisiera
dejar claro que el feminismo no es el antónimo de machismo. El contrario de
machismo es el hembrismo. La diferencia es clara, el machismo considera al
hombre superior a la mujer y el feminismo lucha por la igualdad de géneros.
El machismo es la creencia en la supremacía
del hombre respecto a la mujer, lo que lleva a pensar que las mujeres no deben
tener los mismos derechos que los hombres, sino que deben ser dependientes de
ellos en muchos aspectos de la vida pública y familiar, ya que hay cosas
"propias de hombres" y cosas "propias de mujeres". O sea "diferencia
de género". Lamentablemente el machismo no se da sólo en los hombres.
También las mujeres somos machistas ya que hemos recibido la misma educación
patriarcal.
El feminismo en cambio cree en la igualdad de
derechos de niñas y niños, de mujeres y hombres, lo que lleva a pensar que
deberían existir las mismas oportunidades y el mismo trato en el ámbito
familiar y en el ámbito público. No cree el feminismo que las mujeres sean ni
mejores ni superiores, pero sí que debemos valorar y dar a conocer el papel que
esta mitad de la humanidad ha cumplido a lo largo de la historia, y que ha sido
y es tan importante como el de nuestros compañeros de ruta. El feminismo ha
sido y es una lucha activa para conseguir una situación de justicia y
equilibrio en las relaciones entre hombres y mujeres.
Las feministas son mujeres que a lo largo de
la historia han tomado conciencia de que sólo por el hecho de ser mujeres
estaban sometidas a una situación injusta e inaceptable. En todas las épocas ha
habido mujeres muy valientes que se han salido del molde, de lo que se esperaba
de ellas (es decir, de lo que denominamos como "estereotipo"). Sin
embargo, a partir del siglo XVIII es el momento en el que las mujeres empiezan
a luchar de una manera organizada por sus derechos, como fruto de los ideales
de la Revolución
Francesa (libertad, igualdad y fraternidad). [13]
No son pocos los derechos que las feministas
con su lucha valiente y solidaria han conquistado a costa, en muchos casos, de
su propia vida
- Que las nenas accedan a la educación
primaria.
- Que las chicas puedan obtener una formación terciaria
junto a sus compañeros varones y tengan acceso a la cultura.
- Que las jóvenes asistan a la Universidad y alcancen
una cualificación profesional.
- Que las mujeres accedan al mercado laboral
en “igualdad” de condiciones.
- Que las mujeres podamos votar en las
elecciones de los sistemas políticos democráticos.
-Patria Potestad Compartida, que las madres
compartan la autoridad con los padres de sus hijas e hijos.
-Ley de Cupo y de Cuota Alimentaria
- Exclusión del hogar de golpeadores
-Confección de listado de padres incumplidores
de Cuota Alimentaria
-Sanción al acosador sexual
-Ley contra la violencia familiar
-Ley de Salud Sexual y Reproductiva
-Leyes de Protección Integral de la mujer
durante el parto
- El matrimonio igualitario
Recientemente logramos la media sanción de la Ley de Infanticidio y se ha
discutido por primera vez en el Congreso de la Nación la Ley por el
Aborto Legal Seguro y Gratuito, y continúa nuestra pelea por el efectivo
cumplimiento de estos avances conquistados.
Reflexión
Este trabajo debía ser con una mirada
semiológica, y tengo la sensación de no haberlo logrado, a pesar de contar para
esto con el extraordinario aporte de Carlos Zelarayan[14],
único profesor con verdadera perspectiva de género (mas allá de todos y todas,
los las, etc.) de la Universidad Nacional
de Avellaneda. Lo nombro y lo destaco no para ganarme un punto más en este
trabajo, si no porque me parece importantísimo destacar a hombres que luchan
contra el patriarcado y los mandatos que éste impuso. Son hombres valientes que
luchan por reivindicar su género o como él mismo dice “debo ser consecuente
traidor de un género que oprime a otro” Y en este caso además, por su
profesión, lleva adelante una tarea importantísima, crear conciencia en los más
jóvenes.
Tal vez el afán de que entendamos la historia
y el concepto de patriarcado y mi propia ideología me impidieron tener una
mirada más semiológica, aunque me esforcé.
Como defensa a este temor de no haber cumplido
el cometido semiológico usaré palabras del mismo Barthes “La semiológica se ha
enajenado pero sigo pensando como en un comienzo que toda critica ideológica no
puede ser más que semiológica”.[15]
Ni Saussure, ni Pierce, ni Barthes que han
estudiado la lingüística y la semiología, han contemplado la exclusión que el
lenguaje ejercía con las mujeres. Pero nos dieron las técnicas necesarias para
hacerlo. Y así llegaron irremediablemente las lingüistas feministas y echaron
luz sobre estos conceptos. Y aunque la inclusión en el lenguaje va a llevar
tiempo para modificar la cultura, seremos pacientes y será otro derecho
conquistado.
El patriarcado se camufla bajo la sombra de la
moralidad, y aunque tal vez hoy es más detectable para algunos y algunas, sigue
teniendo influencia en todos y todas. Todavía los padres y madres repiten
mandatos patriarcales que sus hijos transmitirán a los suyos.
Si no visibilizamos esto y lo extrapolamos de
lo natural seguiremos reproduciendo y acentuando una cultura patriarcal
opresora y explotadora.
Veamos algunos de los mandatos culturales:
Los nenes no lloran, y si llorás te “calman”
diciéndote: “¡no llores maricón! ¿Qué sos?, ¿una nena?
El hombre debe poder mantener a la mujer.
La mujer debe mantener la casa, los hijos e
hijas y complacer al hombre, porque si no se va con otra.
Por más modernos que nos creamos todavía hay
padres que se ponen muy nerviosos si sus hijos e hijas no se centran en la
regla de juegos femeninos o masculinos, según corresponda. Son cosas tan
naturalizadas que realmente creemos que son mandatos divinos, pero ¿de quién? ¿Lo
pensaste?
¿Quién dice que las nenas lloramos más que los
varones?, ¿o que éstos no pueden llorar?, ¿quién dice que una mujer para ser
mujer completa debe parir? ¿Quién dice que la belleza son 90/60/90?
Fueron hombres de carne y hueso, hombres como
vos que se juntaron y convencionaron
y le pusieron nombres a las cosas, y normas a la vida de todos y de todas.
Pero ahora somos hombres y mujeres las que
tenemos la posibilidad de escribir nuestra historia y decidir si cortar con
este mandato patriarcal, con la repetición de signos con significantes
excluyentes y dominantes, a veces hasta aberrantes de la condición femenina, o
si modificamos o inventamos nuestras propias convenciones.
En las últimas décadas los movimientos
feministas han avanzado y crecido en todo el mundo. En Argentina, por ejemplo,
se realizan desde hace 26 años los Encuentros Nacionales de Mujeres, donde
mujeres de todas las provincias se encuentran para escucharse, debatir y
organizarse. Los encuentros son democráticos, pluralistas y autogestionados. En
ellos, las mujeres participan de talleres con más de 55 temáticas que
atraviesan todas las opresiones: mujer y sexualidad, mujer y trabajo, pueblos
originarios, mujeres y trata de personas, estrategias para el aborto legal,
seguro y gratuito, etc. Con el transcurso de los años el número de mujeres que
se suma a los Encuentros va creciendo. En 2010 fuimos 30.000 mujeres las que
participamos en Paraná, Entre Ríos. Este año se realizó en San Carlos de
Bariloche, y como las mujeres que participamos de estos Encuentros somos en su
mayoría mujeres de los barrios, trabajadoras, desocupadas, amas de casa,
estudiantes, el costo del viaje no permitió que todas puedan llegar, pero
igualmente el número de mujeres participantes fue de 18.000. Esto demuestra que
cada vez somos más las mujeres y los varones también, que visibilizamos la
opresión que ejerce este sistema patriarcal, machista y capitalista, sobre
nosotros y nosotras.
Violencia hacia las mujeres hubo siempre,
fuimos perseguidas históricamente, recordemos la casa de brujas, la inmensa
mayoría de las personas procesadas por brujería fueron mujeres. En la mayoría
de las regiones de Europa, la proporción de mujeres sobrepasó el 75%, y en
algunas llegó incluso al 90%. Esto se explica en gran medida por el fuerte
carácter misógino de muchos de los tratados sobre la brujería escritos en la
época (S.XV-XVII), que consideraban a las mujeres moralmente más débiles y
presa más fácil para el Diablo. Muchas de estas mujeres eran curanderas, aunque
también cocineras y comadronas, así como las encargadas de cuidar niños, fueron
objeto de la caza de brujas. Gran parte de ellas eran de edad avanzada, mayores
de 50 años, lo que se ajusta al estereotipo tradicional de la bruja. La mayoría
de las mujeres acusadas de brujería eran solteras o viudas, y en general
pertenecían a los niveles más bajos de la sociedad. Hay cosas que nunca cambian,
¿no? La pobreza siempre fue criminalizada: otro mandato patriarcal.
La lucha por el cambio en el lenguaje va mas
allá de cambiar algunos conceptos, la lucha feminista incorpora términos
nuevos, como ha sido la figura del “Femicidio[16]”,
una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, el asesinato en
manos de sus parejas, novios, maridos, o ex, por el solo hecho de ser mujeres y
ser consideradas de su propiedad. Hoy se lucha por incorporarla al Código Penal,
pero antes se luchó por algo que parecía imposible: generar conciencia en los
medios de comunicación que llamaban crímenes pasionales a los femicidios. La
importancia de implementar este término no es menor. En primera instancia
porque decir “crímenes pasionales” es la vacuna a la que se refiere Barthes, “que
consiste en confesar un mal menor para ocultar su mal principal, lo imaginario
colectivo se inocula de la enfermedad conocida para defenderse de una
subversión generalizada”[17]
es decir confesamos que somos una sociedad con “crímenes pasionales” y al
ponerle esta connotación romántica casi poética a la cuestión, escondemos el
verdadero significado de esta construcción, somos una sociedad victima del
femicidio, donde los hombres dominados por el machismo matan a las mujeres, por
el simple hecho de pertenecer al género femenino y considerarlas de su
propiedad. Hoy activistas feministas buscan incorporar el término Femicidio al Código
Penal, para que las condenas sean más justas.
En Argentina, en 2010, fueron 260[18]
las mujeres muertas por femicidio, hasta julio del 2011 se contabilizaban 151
mujeres asesinadas de las formas más crueles. 151 historias de vida atravesadas
por la violencia machista y truncadas por el asesinato cobarde perpetrado por
varones violentos. 86 de estos femicidios se cometieron en el domicilio de la
víctima, en su hogar. Y la mayoría de las víctimas habían realizado denuncias
previas por maltratos.
Ahora ustedes dirán, ¿cuál es el poder de esta
vacuna a la que Barthes se refiere casi con vehemencia? Aquí veremos también el
gran poder de la palabra y el lenguaje. Al decir en vez de femicidios, crímenes
pasionales, se lo asocia en primera instancia y muy erróneamente con el amor y
lo más significativo, con lo íntimo, con lo privado, y de esta manera duele, y
nos involucra menos como sociedad.
Es asombroso ver que nuestra sociedad se
consterna, se horroriza y se moviliza más si un extraño entra a una casa a
robar y mata a su propietario o propietaria, y nada sucede con esta misma
sociedad cuando un marido, un novio o una pareja asesina a su mujer.
Una mujer muere cada dos días en manos de su
pareja, en manos de la persona a la que le confió su cuerpo y su alma y a nadie
le importa.
La mayoría de los crímenes quedan impunes,
porque la Justicia
es una de las instituciones más patriarcales, pero ya es normal para esta
sociedad que todos los días en los periódicos, la televisión y en la radio se
notifique un femicidio.
Pero realmente, ¿se podría pensar que el amor
mata? No señoras, no señores, el amor y la pasión no matan, lo que mata es el
hombre, el machismo y el patriarcado.
El femicidio es la última fase de la violencia
sexista, pero hay distintos tipos de violencia sexista, la violencia emocional,
económica, psicológica, sexual y física.
Este año en el 26 Encuentro Nacional de
Mujeres en Bariloche, pude participar del taller de adolescencia y juventud,
escuchar los testimonios de muchas adolescentes de entre 13 y 20 años del país,
en cuanto a la violencia en los noviazgos. Fueron claras, aun a pesar de su
corta edad, en que les era muy difícil detectarla, decían que generalmente son
terceros los que las advierten. ¿Cuánto de no analizar los verdaderos
significados de los signos y mandatos patriarcales hay en que hoy no podamos
detectar la violencia machista? ¿Cuántas de nosotras todavía creemos, o pero
aun, cuántas madres aconsejan a sus hijas creyendo que si sus novios las
persiguen, les dicen con quién juntarse y con quién no, si les dicen qué
vestir, es porque las están cuidando, y es función del hombre cuidar a la mujer
ya que ésta es considerada inferior?
Y así tomamos como naturales las mayores
aberraciones, opresiones y dominaciones a nuestro género.
En este taller las jóvenes se quejaban de que
la educación sexual impartida en los colegios era de un tinte muy biológico. El
óvulo, el semen, la fecundación, pero no se hablaba del trato, de las ganas,
del amor. Pedían otro tipo de educación sexual y hasta una ginecóloga en los
colegios para poder consultar de manera individual. Pero lo que más me llamó la
atención fue que cuando una adulta interrumpió el planteo para caer con peso
sobre el vacío estatal en el tema, y decir que la solución era más presupuesto,
una de las jóvenes se apresuró a decir con toda seguridad, que por más
presupuesto que halla, si no hay un cambio en la comunicación, en el lenguaje,
tanto en la familia, como en la escuela, el cambio no sería posible.
Para concluir me gustaría recordar la
diferencia que señala Barthes entre “estar haciéndose” y el “ya ser”
argumentando que “el habla rural es el habla de una humanidad que se hace, el
discursó burgués es el habla de una humanidad que es”[19].
El que “ya es” puede dictaminar, sentenciar. La verificación burguesa vale por
el orden arbitrario del que habla, que asentándose en su “buen sentido” como si
fuera el buen sentido de todos”, decide “qué es lo natural”.
Por esta razón, el o la intelectual tiene para
Roland Barthes, la misión de buscar la forma de exponer sobre tal operación
naturalizadora y los escritores contribuir a que su público sea más consciente
de la sociedad en la que vive.[20]
Yo creo que esta misión no es solo de los
intelectuales, si no de toda la sociedad, y que la mejor enseñanza que nos deja
este semiólogo, es la necesidad de generar un olfato semiológico, y a
desconfiar de todos los signos, y sobre todo de los que se presentan como
naturales.
Hay mucho trabajo por delante, y es menester
construir nuevos signos y significantes en nuestro lenguaje que incluya a todos
los géneros y que no menosprecie a ninguno.
BIOGRAFIA
-Victorino
Zecchetto. La danza de los signos. Nociones de semiótica general. La Crujia, Bs As 2010.
-Jorge
Waeley. ¿ Que es la semiológica? Didáctica de los signos y discursos
sociales.
-Victorino
Zecchetto(coord) (2008) Seis semiólogos en busca de un lector, cap. I, II, III La Crujia, Bs As
-Ferdinand De Saussure, Curso de
lingüística general, cap I, II, III, IV , V.
-Marafioti
Roberto, Charles S. Peirce , El éxtasis de los signos, Biblas, Bs AS
-La
aventura semiológica, conferencia pronunciada en Italia . Publicada en Le
Monde, 7 de junio de 1974 www.esnips.com/web/Lalia
-García
Leal, Ambrosio (2004/2005) Sesgos
ideológicos en las teorías sobre la evolución del sexo. Tesis doctoral.
Departamento de Filosofía. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma
de Barcelona http://tdx.cat/bitstream/handle/10803/5168/agl1de1.pdf?sequence=1
-
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 25 (2010.1) Hector Bernal
Mora. Universidad de Guadalajara, México. http://www.ucm.es/info/nomadas/25/hectorbernal.pdf
-
Landrobe, Horacio S. Etimologías griegas.
Palabra 42, en p. 4 y palabra 349 en p. 23 http://www.educa.madrid.org/web/ies.camilojosecela.pozuelodealarcon/latin/horaciosilvestre/Etymologiae.pdf
-
Facio, Alda, Feminismo, Género y
Patriarcado http://www.cidem-ac.org/
-
Diccionario de la Lengua Española,
Vigésima segunda edición
-
Feminismo no es lo contrario de machismo - Loles Martínez - IES Estuaria.
Huelva. http://www.ustea.org
-
Promover /Dinamizar, Verbos de la vinculación, Cuaderno de capacitación
Universidad Tecnológica Nacional, Bs. As http://www.edutecne.utn.edu.ar/vinc_tecnologica/prom_dinam.pdf
-
Observatorio de Femicidios en Argentina de la Sociedad Civil “Adriana Marisel
Zambrano" http://www.observatorioviolencia.org
[1] Dame
Rebecca West, DBE (Kerry, Irlanda, 21 de diciembre de 1892 - Londres, 15 de
marzo de 1983) es el seudónimo de la escritora y periodista Cecily Isabel
Fairfield, adoptado de la obra de Ibsen, Rosmersholm.
[2]
Friedrich Engels (1820/1895) científico social, escritor, teórico político,
filósofo. Desarrolló el socialismo científico, el comunismo moderno y el
marxismo (con Karl Marx), contribuyó a la teoría marxista de la alienación, a
la teoría de la lucha de clases, y a la concepción materialista de la historia.
[3]) Fue
un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán,
considerado uno de los fundadores del estudio moderno, antipositivista, de la
sociología y la administración pública. (Erfurt, 21 de abril de 1864 – Múnich,
14 de junio de 1920
[4]Fue un
lingüista suizo, cuyas ideas sirvieron para el inicio y posterior desarrollo
del estudio de la lingüística moderna en el siglo XX. Se le conoce como el
padre de la lingüística del siglo XX. Sin embargo, muchos lingüistas y
filósofos consideran sus ideas fuera de tiempo. (Ginebra, Suiza, 26 de
noviembre de 1857 – ibídem, 22 de febrero del 1913)
[5] Filósofo,
lógico y científico estadounidense. Es considerado el fundador del pragmatismo
y el padre de la semiótica moderna. Cambridge, Massachusetts (10 de septiembre
de 1839) - Milford, Pennsylvania (19 de abril de 1914)
[6]
Crítico, ensayista y semiólogo francés. Fue uno de los principales
representantes de la nueva crítica o crítica estructuralista. (Cherbourg, 1915
- París, 1980)
[7] García Leal, Ambrosio (2004/2005) Sesgos ideológicos en las teorías sobre la
evolución del sexo. Tesis doctoral. Codirectores: Jorge Wagensberg y Magi
Cadevall. Departament de Filosofia. Facultat de Filosofia i Lletres. Universitat
Autònoma de Barcelona, pp. 130 y ss. y pp. 116 y ss.
[8] Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 25
(2010.1) Hector Bernal Mora. Universidad de Guadalajara, México.
[9] Landrobe, Horacio S. Etimologías griegas. Palabra 42, en p. 4 y palabra 349 en p. 23.
[10] Facio, Alda, Feminismo,
Género y Patriarcado.
[11] Zecchetto, Victorino (2008), Seis semiólogos en busca del lector, La Crujía, Buenos Aires.
[12] Diccionario de la Lengua Española, Vigésima
segunda edición.
[13] Feminismo no es lo
contrario de machismo - Loles Martínez - IES Estuaria. Huelva. http://www.ustea.org
[14]
Carlos Zelarayan es licenciado en filosofía, profesor de lengua y literatura
especializado en comunicación social, docente en el nivel medio en la ciudad de
Bs. As y universitario en la Universidad
Nacional de Avellaneda (UNDAV). Formador de formadores en el
centro de políticas de anticipación (CePA) y otras instancias formativas
universitarias. Cuenta con una gran experiencia en capacitación, y en la
elaboración de proyectos pedagógicos.
[15]
Ibidem, Introducción, p11. Primera edición en francés (1985)
[16] El
concepto Femicidio fue desarrollado por la escritora estadounidense Carol
Orlock en 1974 y utilizado públicamente en 1976 por la feminista Diana Russell,
ante el Tribunal Internacional de Los Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas.
[17] Zecchetto, Victorino (2008), Seis semiólogos en busca del lector, La Crujía, Buenos Aires.
[18] Observatorio de
Femicidios en Argentina de la Sociedad Civil
“Adriana Marisel Zambrano", informe de investigación de femicidios en
argentina, 1º de enero al 31 de diciembre de 2010
[19] Posfacio, p.251.
[20] Zecchetto, Victorino (2008), Seis
semiólogos en busca del lector, La Crujía, Buenos Aires. p.99
republicado de sin careta fm
gracias por compartirlo !!
ResponElimina