diumenge, 24 de febrer del 2013

El Patriarcado, Vanina Montes

"Nunca he sido capaz de averiguar exactamente en qué consiste el feminismo; sólo sé que la gente me llama feminista siempre que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo" 
                                                                           (Rebecca West)[1]

 FOTOS DEL  MANUAL DE LA BUENA ESPOSA- Publicado en 1953 ENCONTRADAS POR https://www.facebook.com/murguitadelsur.artesanias

Introducción
En este humilde trabajo de reflexión escrita, trataremos de bucear en el concepto del patriarcado, digo bucear por que hace falta ir bien al fondo del significado, y en el uso que la sociedad le da a esta palabra, para poder ver cómo trasciende el hecho de ser concepto para transformarse en una herramienta de dominación social. 
En estos últimos años la palabra patriarcado tomó una relevancia mayor, al ser usada y visibilizada por muchas activistas feministas. Es casi imposible hablar de patriarcado sin hablar de feminismo, ya que sin lugar a dudas podríamos categorizarlos como archí-enemigos. Aunque no se necesita ser feminista, ni mujer para sentir la opresión, la explotación, la dominación y la discriminación de este sistema tan antiguo, aún más que el feminismo. Engels[2] y Weber[3] lo mencionan como el sistema de dominación más antiguo, coincidiendo ambos en que el patriarcado es un sistema de poder y, por lo tanto, de dominio del hombre sobre la mujer. Tan claro como que el archí-enemigo del patriarcado es el feminismo, es que su mejor amigo es el machismo.

Y tan difícil como hablar de patriarcado sin nombrar al feminismo es incorporar el feminismo a este texto, sin hallar lectores y lectoras que se incomoden y hasta le saquen peso a mis palabras, o dejen de leerlo al unísono con el pensar “otra loca feminista”.  Como dice Carlos Zelarayan, licenciado en filosofía, profesor de lengua y literatura especializado en comunicación social “La militancia feminista,  el sólo de hecho de organizarte para luchar por la visibilización de la situación de las mujeres en el entramado social, la lucha por derechos que deberían ser inalienables, son exactamente luchas que incomodan. E incomodan de muchas maneras, y una particularmente intensa es la vinculada con el lenguaje. Es la palabra de una feminista la que "incomoda". Genera murmullo, desdén, rechazo, hasta rabia, cuando no golpes.”
El mayor poder del patriarcado, a mi entender, es habernos convencido de que lo cultural es natural. Que su propio régimen creado y consensuado para la dominación social es natural, que ciertas definiciones o palabras son naturales; pero, como coinciden los semiólogos de distintas épocas: Saussure[4], Pierce,[5] Barthes[6], todos los signos son construcciones culturales, convenciones, no son naturales.

Convencida de que si logramos separar lo natural de lo cultural, podremos pensar mejor, decidir con autonomía y visibilizar la dominación que ejerce el patriarcado sobre hombres y mujeres, me zambullo en esta construcción de reflexiones segura de que como a cualquier otro sistema opresor, se lo puede cambiar con organización y lucha. 

Orígenes del patriarcado
Para reconocer algo hay que conocer su historia, ancestralmente las cosas eran un poco diferentes. Tanto hombres como mujeres eran autosuficientes. La mujer recolectaba vegetales, invertebrados y vertebrados pequeños. Así, podía alimentarse a sí misma y a sus hijos. No existían las parejas a largo plazo ni la redistribución de recursos en virtud de un “contrato sexual”.
Los varones se esforzaban por ganarse la estima de sus compañeros y la admiración femenina cazando presas cada vez más grandes y compartiéndolas. Las mujeres elegían para aparearse a los mejores cazadores.

En una fase evolutiva, en la que el rendimiento de la caza aún era modesto, la monogamia habría sido una estrategia poco interesante para el sexo femenino: estar comprometida con un macho concreto habría sido menos rentable en términos de suministro de carne, hubiera estado mejor abastecida, tendido tratos con más de un proveedor. Tampoco lo era para el varón, ya que no tenía sentido seguir suministrando carne a una hembra embarazada o con hijos lactantes. Además, para las mujeres, la contribución económica del varón no era decisiva, ya que ella era independiente.

Si la caza cooperativa proporciona carne en abundancia a todos los cazadores, entonces las mujeres tienen proveedores de sobra para elegir.

En estas condiciones, un cazador medio habría tenido pocos incentivos para romper el vínculo con la madre del que muy probablemente era su hijo, pues su contribución al buen desarrollo de su descendencia tenía ahora un mayor valor selectivo que la búsqueda insuficiente de apareamientos de dudoso rendimiento reproductivo.

El resultado de este proceso evolutivo habría sido la autoorganización espontánea de la comunidad en familias nucleares monógamas. Así, hace dos millones de años, cuando el género humano se expandió junto a las praderas y colonizó Eurasia, ya habían desarrollado pautas de conducta universales como el vínculo de pareja duradero, los celos y la división sexual del trabajo dentro de la familia nuclear monógama.

La caza también podría haber tenido cierta función militar: mantener grupos de varones entrenados y vigilando el territorios de posibles grupos rivales. Pero la recolección de la mujer servía como seguro de alimentación de los varones los días en que la caza era infructuosa, cosas que para la caza mayor, no es raro.

Los varones pudieron especializarse en cazar presas cada vez más grandes, cuya caza podía compensar la incertidumbre de su captura, porque contaban con el alimento diario que proveían las mujeres. Este esquema le permitía a la especie explotar eficientemente un amplio abanico de recursos.

Así, tenemos un escenario de división sexual del trabajo pero dependencia económica mutua.

La contribución femenina a la subsistencia en las sociedades protoagrícolas continuó siendo lo bastante importante para que las mujeres conservaran cierto poder económico limitador del dominio masculino.

Pero la degradación de la condición femenina iba a acentuarse con el desarrollo de sociedades agrícolas sedentarias.

La horticultura y la ganadería itinerantes no supusieron el fin del modo de vida nómada, porque la comunidad debía trasladarse a un nuevo emplazamiento cada vez que se agotaba la fertilidad del suelo, lo que obligaba a espaciar los embarazos (a base de prolongar la lactancia) para no cargar con más de una criatura incapaz de seguir la marcha del grupo. Esta limitación dejó de regir en los asentamientos que prosperaron en los deltas de los ríos y otros terrenos cuya fertilidad se renovaba por sí sola; y puesto que una población numerosa era la mejor defensa de estas comunidades sedentarias frente a la presión de los grupos nómadas rivales, ahora resultaba más conveniente que las mujeres se consagraran a la maternidad intensiva y los varones trabajaran duro para mantener familias todo lo numerosas que permitiera el potencial reproductivo femenino.

La dedicación exclusiva a la maternidad extremó la dependencia económica femenina y, con ello, el sometimiento forzoso del sexo femenino al masculino.

Las mujeres se vieron así degradadas a una condición casi subhumana. Pero las tribus con esta mentalidad se demostraron tan competitivas y pujantes que en pocos milenios se propagaron por todo el planeta, desplazando y arrinconando a otras etnias con tasas de natalidad más bajas, hasta convertir el machismo exacerbado, y la violencia sexual, en un rasgo casi universal del comportamiento social humano.[7]

El patriarcado surge con la monogamia del hombre, al mismo tiempo aparece la esclavitud, junto a ellos nace, en la economía y la propiedad privada.[8]

Engels escribe con relación al matriarcado que se despedía de la historia: “A medida que iba en aumento la fortuna, por una parte daba al hombre una posición más importante que a la mujer, y, por otra parte, hacía nacer la idea en él de valerse de esta ventaja para derribar en provecho de los hijos el orden de suceder establecido. Pero esto no pudo hacerse mientras permaneció vigente la filiación de derecho materno, la cual tenía que ser abolida, y lo fue” (Engels, 1980: 62).

Ahora bien, reflexionemos, la lucha fue históricamente para dominar, la igualdad debía cambiarse por la dominación de un grupo hacia otro. Y las herramientas utilizadas por el patriarcado para dominar a las mujeres fueron y siguen siendo la maternidad y la economía.
Ya nadie cree en la diferenciación y el significado que en la escuela nos han enseñado sobre civilización y barbarie.

Y a través de esas construcciones lingüísticas se han matado millones de personas, se han violado derechos y cuerpos, se han eliminado comunidades enteras.

Nos hicieron creer que la independencia y la igualdad es barbarie y la dominación, la discriminación y la esclavitud civilización, al punto que hoy no concebimos un mundo sin estado, sin quien nos gobierne, sin leyes. Porque los que imponen las normas, los mandatos, lo hacen desde otro lugar ajeno al de la comunidad, partiendo de la base de que es superior al resto y que el resto no sabe pensar ni decidir por sí solo.



Etimología del patriarcado
La palabra patriarca proviene de las palabras griegas άρχω que significa “mandar” y πατήρ que significa "padre"[9]. Fueron patriarcas los jefes de las primeras familias hebreas. Luego pasó a ser el nombre de una jerarquía eclesiástica de la iglesia cristiana primitiva. Varias iglesias cristianas modernas siguen usando el nombre pero es para las iglesias cristianas ortodoxas la máxima jerarquía y el patriarcado, su área geográfica de influencia.

La real academia española lo define como “Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje”.

Desde dónde habla el patriarcado
Esto para algunos y algunas es muy difícil de detectar, lo primero que nos viene a la cabeza es el patriarca, pero ¿quién es?, ¿quiénes son?

La iglesia es la institución que más representa el patriarcado, pero no la única, prácticamente todas las instituciones hablan desde un discurso patriarcal, la familia, la escuela, la justicia, las universidades.
Asumiendo que el patriarcado domina a través de la maternidad, y que la iglesia o las religiones son las principales opositoras a los métodos anticonceptivos, podríamos decir que son estas las instituciones que mantienen y sostienen la vigencia de este sistema de dominación.

Pero existen también un conjunto de instituciones de la sociedad política y civil que se articulan para mantener y reforzar el consenso expresado en un orden social, económico, cultural, religioso y político, que determina que las mujeres como categoría social siempre estarán subordinadas a los hombres.
Aunque pueda ser que una o varias mujeres tengan poder, hasta mucho poder, o que todas las mujeres ejerzan cierto tipo de poder como lo es el poder que ejercen las madres sobre los y las hijas.
Su discurso se multiplica y llega hasta los medios de comunicación, aparecen los mensajes sexistas, y por más modernidad y tecnología que llegue a los medios, el discurso no cambia, al hombre se le venden productos tecnológicos, a las mujeres productos de limpieza. 

Características del patriarcado

  • Es un sistema histórico, tiene sus inicios en la historia y no es natural. Esto da cuenta de la exclusión histórica que han vivido las mujeres al negárseles la posibilidad de registrar su historia y por otra, permite concebir la posibilidad de cambio en la situación de las mujeres ¿alguna vez pensaste por qué en la escuela la mayoría de los textos son escritos de autores masculinos, y por qué los maestros, maestras, profesores y profesoras no explican el por qué de ese hecho?

  • Se fundamenta en el dominio del hombre ejercido a través de los distintos tipos de violencia contra la mujer: violencia sexual, física, emotiva, sicológica, económica; todo sistema de dominación requiere de la fuerza y el miedo para mantener y reproducir los privilegios de aquellos que dominan.

  • Existen hombres en relación de opresión en todo sistema patriarcal. El hecho de que se trata de un sistema de dominio que se ejerce sobre las mujeres no implica que todos los hombres gocen de los mismos privilegios. La experiencia de dominación aprendida sirvió para que algunos grupos de hombres la proyectaran hacia otros grupos, sea de personas o de animales. Instalando jerarquías como categoría o distinción válida en la convivencia social. Así, el paradigma de lo humano, el varón blanco, rico, en edad productiva, sin discapacidades físicas y heterosexual fija el punto máximo de la jerarquía respecto de cualquier otra condición y variable.

  • La justificación que encuentra el patriarcado para dominio de las mujeres tiene su origen en las diferencias biológicas entre los sexos. [10] 


El lenguaje como instrumento del patriarcado
Barthes indaga sobre el lenguaje que hace posibles los discursos en los diferentes ámbitos de la actividad humana, el lenguaje que oculta detrás de una aparente universalidad la cultura como historia. En la práctica, se presentan los signos como si fueran naturales, cuando, en rigor no lo son: No tiene nada de natural, que a los nenes halla que vestirlos de celeste y a las nenas de rosa, o que los varones tengan que jugar a la pelota, y las mujeres a las muñecas, o que los hombres no lloren. Se trata de convenciones, de fenómenos históricos, de usos de época y sin embargo, como en el discurso, aparecen naturalizados como si provinieran de una “cultura universal” de la que no es posible sustraerse sin resultar sospechoso.[11]

El lenguaje es un fenómeno social presente en casi todas las especies, en la especie humana es en la que ha logrado mayor desarrollo, habilita y crea vida social. Así como en una cultura en la que el lenguaje no registra la existencia de un sujeto femenino podíamos concluir que no existen las mujeres o estas no son vistas como sujetos en dicha cultura.

El uso del lenguaje que desecha el sujeto femenino consolida y proyecta hacia el futuro una sociedad en donde la mujer no vale lo mismo que el varón.

En las sociedades patriarcales el lenguaje refleja estos dos efectos. Por una parte da cuenta de la situación de la mujer en la cultura patriarcal y por otra la mantiene y reproduce.

El poder del nombrar, es el poder de trasformar una cultura determinada, de establecer lo que existe y lo que no existe. Lo que se considera natural y lo que no lo es, lo bueno y lo malo, el poder de la palabra es el poder de escoger los valores que guiarán una determinada sociedad, pero más aun es el poder de crear una determinada realidad.

A las mujeres nos han impedido ejercer este poder, poder que nos definiría como sujetos de una sociedad, sujetos que en las sociedades patriarcales no hemos sido.

Una de las expresiones más claras del ejercicio del poder masculino en el lenguaje es el que progresivamente la voz hombre sirviera para denominar tanto al varón de la especie como a la especie toda. Y la creación de reglas gramaticales que permitieran que lo masculino pudiera tanto excluir como incluir/ocultar a lo femenino, mientras relegan a lo femenino a la categoría de específico y particular de ese sexo.

¿Quién dice que en el artículo masculino entramos los dos géneros? Muchas mujeres  nos  sentimos excluidas de los discursos, no por ser locas feministas, si no por el simple hecho de saberse discriminadas y excluidas.

Lo que existe es lo que la lengua puede nombrar (idea saussuriana).


El diccionario amigo del patriarcado
Comprobaremos la marginalidad de lo femenino y la centralidad de lo masculino.

Los adjetivos están siempre en su forma masculinas agregándoles /a para las formas femeninas.
Veamos la definición de: perro m. Mamífero doméstico de la familia de los Cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos, según las razas. Tiene olfato muy fino y es inteligente y muy leal al hombre. Y ahora perra 1. f. Hembra del perro. 2. f. prostituta.[12]

Con solo esos dos ejemplos podemos comprobar que lo masculino es la norma o el paradigma y lo femenino es lo “otro” o lo que existe solo en función de lo masculino o para lo masculino. Podríamos comparar al patriarcado con el pequeño burgués que Barthes define como “un hombre, impotente para imaginar al otro (a lo distinto). Le es imposible pues lo otro se trasforma en él mismo: lo otro, el otro, se reduce, y por lo tanto, se excluye”. Barthes señala en sus estudios que se crean simulacros de villanas, de mujeres de mala vida, pero solo son esteriotipas para recriminar y condenar, para mitigar la diferencia basados en la distorsión que supone sostener que lo que no es como soy yo (natural) es desvío (los otros).

Con el diccionario podemos ver que el lenguaje no es neutral, si no que tiene una perspectiva masculina y además presenta a las mujeres como seres inferiores o más cercanas a los animales. Como dice la mexicana Elena Urrutia, “acudiendo al diccionario de la Real Academia Española de la lengua deducimos que la mujer es un ser débil, delicado, con afición al regalo y no apta para el trabajo. El hombre es todo lo contrario”.

Sexo débil: 1. m. Conjunto de las mujeres.

Sexo Fuerte: m. Conjunto de los hombres

Fuerte: animoso varonil

Débil: 1. adj. De poco vigor o de poca fuerza o resistencia 2. adj. Que por flojedad de ánimo cede fácilmente ante la insistencia o el afecto. 3. adj. Escaso o deficiente, en lo físico o en lo moral.

Femenino/na: Débil, endeble

Varonil: relativo al varón, esforzado, valeroso y firme

Hombrada: acción propia de un hombre generoso y esforzado

Afeminación: Molicie, flojedad del ánimo

Molicie: afición al regalo, afeminación

Afeminar: Hacer perder a uno la energía varonil

Blando: Afeminado y que no es fuerte para el trabajo

En el caso de la definición de afeminar , Hacer perder a uno la energía varonil, se expresa claramente que las definiciones fueron consensuadas y escritas por hombres, si debería decir : hacer perder la energía varonil.
El diccionario también dice que “ser mujer” es “haber llegado una doncella a estado de menstruar” mientras que “ser hombre” significa “valiente y esforzado” y que no es igual ser una “mujer pública” que un “hombre público”, ya que la primera es una ramera y el segundo es “el hombre que interviene públicamente en los negocios políticos”.

Otra definición para mujer es “animal del sexo femenino” mientras que el hombre es “un ser racional”.

En castellano, por ejemplo, hembra y macho, varón y varona no son términos complementarios unos de otros. Hembra es definida como “animal del sexo femenino y también como sinónimo de mujer, mientras que macho solo es definido como animal del sexo masculino, porque para la criatura racional del sexo masculino existe una palabra: varón. Y aunque existe la palabra varona esta no es usada para responder a la pregunta de a qué sexo pertenece una determinada bebé. Más bien es usada en su segunda acepción como “mujer varonil”.

Esto demuestra que en nuestra cultura, las mujeres no existimos, al menos no como protagonistas. Lo femenino existe solo como la hembra de.

Si el lenguaje es una de las principales formas de comunicación no es de extrañar que las mujeres y lo femenino estemos invisibilizadas o marginadas del quehacer humano, ya que el mismo lenguaje que utilizamos para comunicar los hábitos culturales, se encarga de ocultarnos tras el género masculino, o por lo menos minimizarnos, relativizarnos o ridiculizarnos frente al sexo “fuerte”. El lenguaje no solo refleja y comunica los hábitos y valores de una determinada cultura si no que conforma y fija esos hábitos y valores.


FEMISNISMO
Antes de contar qué es el feminismo quisiera dejar claro que el feminismo no es el antónimo de machismo. El contrario de machismo es el hembrismo. La diferencia es clara, el machismo considera al hombre superior a la mujer y el feminismo lucha por la igualdad de géneros.

El machismo es la creencia en la supremacía del hombre respecto a la mujer, lo que lleva a pensar que las mujeres no deben tener los mismos derechos que los hombres, sino que deben ser dependientes de ellos en muchos aspectos de la vida pública y familiar, ya que hay cosas "propias de hombres" y cosas "propias de mujeres". O sea "diferencia de género". Lamentablemente el machismo no se da sólo en los hombres. También las mujeres somos machistas ya que hemos recibido la misma educación patriarcal.

El feminismo en cambio cree en la igualdad de derechos de niñas y niños, de mujeres y hombres, lo que lleva a pensar que deberían existir las mismas oportunidades y el mismo trato en el ámbito familiar y en el ámbito público. No cree el feminismo que las mujeres sean ni mejores ni superiores, pero sí que debemos valorar y dar a conocer el papel que esta mitad de la humanidad ha cumplido a lo largo de la historia, y que ha sido y es tan importante como el de nuestros compañeros de ruta. El feminismo ha sido y es una lucha activa para conseguir una situación de justicia y equilibrio en las relaciones entre hombres y mujeres.

Las feministas son mujeres que a lo largo de la historia han tomado conciencia de que sólo por el hecho de ser mujeres estaban sometidas a una situación injusta e inaceptable. En todas las épocas ha habido mujeres muy valientes que se han salido del molde, de lo que se esperaba de ellas (es decir, de lo que denominamos como "estereotipo"). Sin embargo, a partir del siglo XVIII es el momento en el que las mujeres empiezan a luchar de una manera organizada por sus derechos, como fruto de los ideales de la Revolución Francesa (libertad, igualdad y fraternidad). [13]

No son pocos los derechos que las feministas con su lucha valiente y solidaria han conquistado a costa, en muchos casos, de su propia vida

- Que las nenas accedan a la educación primaria.
- Que las chicas puedan obtener una formación terciaria junto a sus compañeros varones y tengan acceso a la cultura.
- Que las jóvenes asistan a la Universidad y alcancen una cualificación profesional.
- Que las mujeres accedan al mercado laboral en “igualdad” de condiciones.
- Que las mujeres podamos votar en las elecciones de los sistemas políticos democráticos.
-Patria Potestad Compartida, que las madres compartan la autoridad con los padres de sus hijas e hijos.
-Ley de Cupo y de Cuota Alimentaria
- Exclusión del hogar de golpeadores
-Confección de listado de padres incumplidores de Cuota Alimentaria
-Sanción al acosador sexual
-Ley contra la violencia familiar
-Ley de Salud Sexual y Reproductiva
-Leyes de Protección Integral de la mujer durante el parto 
- El matrimonio igualitario

Recientemente logramos la media sanción de la Ley de Infanticidio y se ha discutido por primera vez en el Congreso de la Nación la Ley por el Aborto Legal Seguro y Gratuito, y continúa nuestra pelea por el efectivo cumplimiento de estos avances conquistados.



Reflexión

Este trabajo debía ser con una mirada semiológica, y tengo la sensación de no haberlo logrado, a pesar de contar para esto con el extraordinario aporte de Carlos Zelarayan[14], único profesor con verdadera perspectiva de género (mas allá de todos y todas, los las, etc.) de la Universidad Nacional de Avellaneda. Lo nombro y lo destaco no para ganarme un punto más en este trabajo, si no porque me parece importantísimo destacar a hombres que luchan contra el patriarcado y los mandatos que éste impuso. Son hombres valientes que luchan por reivindicar su género o como él mismo dice “debo ser consecuente traidor de un género que oprime a otro” Y en este caso además, por su profesión, lleva adelante una tarea importantísima, crear conciencia en los más jóvenes.

Tal vez el afán de que entendamos la historia y el concepto de patriarcado y mi propia ideología me impidieron tener una mirada más semiológica, aunque me esforcé.

Como defensa a este temor de no haber cumplido el cometido semiológico usaré palabras del mismo Barthes “La semiológica se ha enajenado pero sigo pensando como en un comienzo que toda critica ideológica no puede ser más que semiológica”.[15]

Ni Saussure, ni Pierce, ni Barthes que han estudiado la lingüística y la semiología, han contemplado la exclusión que el lenguaje ejercía con las mujeres. Pero nos dieron las técnicas necesarias para hacerlo. Y así llegaron irremediablemente las lingüistas feministas y echaron luz sobre estos conceptos. Y aunque la inclusión en el lenguaje va a llevar tiempo para modificar la cultura, seremos pacientes y será otro derecho conquistado.

El patriarcado se camufla bajo la sombra de la moralidad, y aunque tal vez hoy es más detectable para algunos y algunas, sigue teniendo influencia en todos y todas. Todavía los padres y madres repiten mandatos patriarcales que sus hijos transmitirán a los suyos.

Si no visibilizamos esto y lo extrapolamos de lo natural seguiremos reproduciendo y acentuando una cultura patriarcal opresora y explotadora.

Veamos algunos de los mandatos culturales:
Los nenes no lloran, y si llorás te “calman” diciéndote: “¡no llores maricón! ¿Qué sos?, ¿una nena?
El hombre debe poder mantener a la mujer.
La mujer debe mantener la casa, los hijos e hijas y complacer al hombre, porque si no se va con otra.
Por más modernos que nos creamos todavía hay padres que se ponen muy nerviosos si sus hijos e hijas no se centran en la regla de juegos femeninos o masculinos, según corresponda. Son cosas tan naturalizadas que realmente creemos que son mandatos divinos, pero ¿de quién? ¿Lo pensaste?
¿Quién dice que las nenas lloramos más que los varones?, ¿o que éstos no pueden llorar?, ¿quién dice que una mujer para ser mujer completa debe parir? ¿Quién dice que la belleza son 90/60/90?

Fueron hombres de carne y hueso, hombres como vos que se juntaron y convencionaron y le pusieron nombres a las cosas, y normas a la vida de todos y de todas.

Pero ahora somos hombres y mujeres las que tenemos la posibilidad de escribir nuestra historia y decidir si cortar con este mandato patriarcal, con la repetición de signos con significantes excluyentes y dominantes, a veces hasta aberrantes de la condición femenina, o si modificamos o inventamos nuestras propias convenciones.

En las últimas décadas los movimientos feministas han avanzado y crecido en todo el mundo. En Argentina, por ejemplo, se realizan desde hace 26 años los Encuentros Nacionales de Mujeres, donde mujeres de todas las provincias se encuentran para escucharse, debatir y organizarse. Los encuentros son democráticos, pluralistas y autogestionados. En ellos, las mujeres participan de talleres con más de 55 temáticas que atraviesan todas las opresiones: mujer y sexualidad, mujer y trabajo, pueblos originarios, mujeres y trata de personas, estrategias para el aborto legal, seguro y gratuito, etc. Con el transcurso de los años el número de mujeres que se suma a los Encuentros va creciendo. En 2010 fuimos 30.000 mujeres las que participamos en Paraná, Entre Ríos. Este año se realizó en San Carlos de Bariloche, y como las mujeres que participamos de estos Encuentros somos en su mayoría mujeres de los barrios, trabajadoras, desocupadas, amas de casa, estudiantes, el costo del viaje no permitió que todas puedan llegar, pero igualmente el número de mujeres participantes fue de 18.000. Esto demuestra que cada vez somos más las mujeres y los varones también, que visibilizamos la opresión que ejerce este sistema patriarcal, machista y capitalista, sobre nosotros y nosotras.

Violencia hacia las mujeres hubo siempre, fuimos perseguidas históricamente, recordemos la casa de brujas, la inmensa mayoría de las personas procesadas por brujería fueron mujeres. En la mayoría de las regiones de Europa, la proporción de mujeres sobrepasó el 75%, y en algunas llegó incluso al 90%. Esto se explica en gran medida por el fuerte carácter misógino de muchos de los tratados sobre la brujería escritos en la época (S.XV-XVII), que consideraban a las mujeres moralmente más débiles y presa más fácil para el Diablo. Muchas de estas mujeres eran curanderas, aunque también cocineras y comadronas, así como las encargadas de cuidar niños, fueron objeto de la caza de brujas. Gran parte de ellas eran de edad avanzada, mayores de 50 años, lo que se ajusta al estereotipo tradicional de la bruja. La mayoría de las mujeres acusadas de brujería eran solteras o viudas, y en general pertenecían a los niveles más bajos de la sociedad. Hay cosas que nunca cambian, ¿no? La pobreza siempre fue criminalizada: otro mandato patriarcal.

La lucha por el cambio en el lenguaje va mas allá de cambiar algunos conceptos, la lucha feminista incorpora términos nuevos, como ha sido la figura del “Femicidio[16]”, una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, el asesinato en manos de sus parejas, novios, maridos, o ex, por el solo hecho de ser mujeres y ser consideradas de su propiedad. Hoy se lucha por incorporarla al Código Penal, pero antes se luchó por algo que parecía imposible: generar conciencia en los medios de comunicación que llamaban crímenes pasionales a los femicidios. La importancia de implementar este término no es menor. En primera instancia porque decir “crímenes pasionales” es la vacuna a la que se refiere Barthes, “que consiste en confesar un mal menor para ocultar su mal principal, lo imaginario colectivo se inocula de la enfermedad conocida para defenderse de una subversión generalizada”[17] es decir confesamos que somos una sociedad con “crímenes pasionales” y al ponerle esta connotación romántica casi poética a la cuestión, escondemos el verdadero significado de esta construcción, somos una sociedad victima del femicidio, donde los hombres dominados por el machismo matan a las mujeres, por el simple hecho de pertenecer al género femenino y considerarlas de su propiedad. Hoy activistas feministas buscan incorporar el término Femicidio al Código Penal, para que las condenas sean más justas.

En Argentina,  en 2010, fueron 260[18] las mujeres muertas por femicidio, hasta julio del 2011 se contabilizaban 151 mujeres asesinadas de las formas más crueles. 151 historias de vida atravesadas por la violencia machista y truncadas por el asesinato cobarde perpetrado por varones violentos. 86 de estos femicidios se cometieron en el domicilio de la víctima, en su hogar. Y la mayoría de las víctimas habían realizado denuncias previas por maltratos.

Ahora ustedes dirán, ¿cuál es el poder de esta vacuna a la que Barthes se refiere casi con vehemencia? Aquí veremos también el gran poder de la palabra y el lenguaje. Al decir en vez de femicidios, crímenes pasionales, se lo asocia en primera instancia y muy erróneamente con el amor y lo más significativo, con lo íntimo, con lo privado, y de esta manera duele, y nos involucra menos como sociedad.
Es asombroso ver que nuestra sociedad se consterna, se horroriza y se moviliza más si un extraño entra a una casa a robar y mata a su propietario o propietaria, y nada sucede con esta misma sociedad cuando un marido, un novio o una pareja asesina a su mujer.

Una mujer muere cada dos días en manos de su pareja, en manos de la persona a la que le confió su cuerpo y su alma y a nadie le importa.

La mayoría de los crímenes quedan impunes, porque la Justicia es una de las instituciones más patriarcales, pero ya es normal para esta sociedad que todos los días en los periódicos, la televisión y en la radio se notifique un femicidio.

Pero realmente, ¿se podría pensar que el amor mata? No señoras, no señores, el amor y la pasión no matan, lo que mata es el hombre, el machismo y el patriarcado.

El femicidio es la última fase de la violencia sexista, pero hay distintos tipos de violencia sexista, la violencia emocional, económica, psicológica, sexual y física.
Este año en el 26 Encuentro Nacional de Mujeres en Bariloche, pude participar del taller de adolescencia y juventud, escuchar los testimonios de muchas adolescentes de entre 13 y 20 años del país, en cuanto a la violencia en los noviazgos. Fueron claras, aun a pesar de su corta edad, en que les era muy difícil detectarla, decían que generalmente son terceros los que las advierten. ¿Cuánto de no analizar los verdaderos significados de los signos y mandatos patriarcales hay en que hoy no podamos detectar la violencia machista? ¿Cuántas de nosotras todavía creemos, o pero aun, cuántas madres aconsejan a sus hijas creyendo que si sus novios las persiguen, les dicen con quién juntarse y con quién no, si les dicen qué vestir, es porque las están cuidando, y es función del hombre cuidar a la mujer ya que ésta es considerada inferior?
Y así tomamos como naturales las mayores aberraciones, opresiones y dominaciones a nuestro género.

En este taller las jóvenes se quejaban de que la educación sexual impartida en los colegios era de un tinte muy biológico. El óvulo, el semen, la fecundación, pero no se hablaba del trato, de las ganas, del amor. Pedían otro tipo de educación sexual y hasta una ginecóloga en los colegios para poder consultar de manera individual. Pero lo que más me llamó la atención fue que cuando una adulta interrumpió el planteo para caer con peso sobre el vacío estatal en el tema, y decir que la solución era más presupuesto, una de las jóvenes se apresuró a decir con toda seguridad, que por más presupuesto que halla, si no hay un cambio en la comunicación, en el lenguaje, tanto en la familia, como en la escuela, el cambio no sería posible.

Para concluir me gustaría recordar la diferencia que señala Barthes entre “estar haciéndose” y el “ya ser” argumentando que “el habla rural es el habla de una humanidad que se hace, el discursó burgués es el habla de una humanidad que es”[19]. El que “ya es” puede dictaminar, sentenciar. La verificación burguesa vale por el orden arbitrario del que habla, que asentándose en su “buen sentido” como si fuera el buen sentido de todos”, decide “qué es lo natural”.
Por esta razón, el o la intelectual tiene para Roland Barthes, la misión de buscar la forma de exponer sobre tal operación naturalizadora y los escritores contribuir a que su público sea más consciente de la sociedad en la que vive.[20]

Yo creo que esta misión no es solo de los intelectuales, si no de toda la sociedad, y que la mejor enseñanza que nos deja este semiólogo, es la necesidad de generar un olfato semiológico, y a desconfiar de todos los signos, y sobre todo de los que se presentan como naturales.

Hay mucho trabajo por delante, y es menester construir nuevos signos y significantes en nuestro lenguaje que incluya a todos los géneros y que no menosprecie a ninguno.




BIOGRAFIA
-Victorino Zecchetto. La danza de los signos. Nociones de semiótica general. La Crujia, Bs As 2010.
-Jorge Waeley. ¿ Que es la semiológica? Didáctica de los signos y discursos sociales. 
-Victorino Zecchetto(coord) (2008) Seis semiólogos en busca de un lector, cap. I, II, III La Crujia, Bs As
-Ferdinand De Saussure, Curso de lingüística general, cap I, II, III, IV , V.
-Marafioti Roberto, Charles S. Peirce , El éxtasis de los signos, Biblas, Bs AS
-La aventura semiológica, conferencia pronunciada en Italia . Publicada en Le Monde, 7 de junio de 1974 www.esnips.com/web/Lalia
-García Leal, Ambrosio (2004/2005) Sesgos ideológicos en las teorías sobre la evolución del sexo. Tesis doctoral. Departamento de Filosofía. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma de Barcelona http://tdx.cat/bitstream/handle/10803/5168/agl1de1.pdf?sequence=1
- Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 25 (2010.1) Hector Bernal Mora. Universidad de Guadalajara, México. http://www.ucm.es/info/nomadas/25/hectorbernal.pdf
- Landrobe, Horacio S. Etimologías griegas. Palabra 42, en p. 4 y palabra 349 en p. 23 http://www.educa.madrid.org/web/ies.camilojosecela.pozuelodealarcon/latin/horaciosilvestre/Etymologiae.pdf
- Facio, Alda, Feminismo, Género y Patriarcado http://www.cidem-ac.org/
- Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición
- Feminismo no es lo contrario de machismo - Loles Martínez - IES Estuaria. Huelva. http://www.ustea.org
- Promover /Dinamizar, Verbos de la vinculación, Cuaderno de capacitación Universidad Tecnológica Nacional, Bs. As http://www.edutecne.utn.edu.ar/vinc_tecnologica/prom_dinam.pdf
- Observatorio de Femicidios en Argentina de la Sociedad Civil “Adriana Marisel Zambrano" http://www.observatorioviolencia.org










[1] Dame Rebecca West, DBE (Kerry, Irlanda, 21 de diciembre de 1892 - Londres, 15 de marzo de 1983) es el seudónimo de la escritora y periodista Cecily Isabel Fairfield, adoptado de la obra de Ibsen, Rosmersholm.
[2] Friedrich Engels (1820/1895) científico social, escritor, teórico político, filósofo. Desarrolló el socialismo científico, el comunismo moderno y el marxismo (con Karl Marx), contribuyó a la teoría marxista de la alienación, a la teoría de la lucha de clases, y a la concepción materialista de la historia.
[3]) Fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno, antipositivista, de la sociología y la administración pública. (Erfurt, 21 de abril de 1864 – Múnich, 14 de junio de 1920
[4]Fue un lingüista suizo, cuyas ideas sirvieron para el inicio y posterior desarrollo del estudio de la lingüística moderna en el siglo XX. Se le conoce como el padre de la lingüística del siglo XX. Sin embargo, muchos lingüistas y filósofos consideran sus ideas fuera de tiempo. (Ginebra, Suiza, 26 de noviembre de 1857 – ibídem, 22 de febrero del 1913)
[5] Filósofo, lógico y científico estadounidense. Es considerado el fundador del pragmatismo y el padre de la semiótica moderna. Cambridge, Massachusetts (10 de septiembre de 1839) - Milford, Pennsylvania (19 de abril de 1914)
[6] Crítico, ensayista y semiólogo francés. Fue uno de los principales representantes de la nueva crítica o crítica estructuralista. (Cherbourg, 1915 - París, 1980)
[7] García Leal, Ambrosio (2004/2005) Sesgos ideológicos en las teorías sobre la evolución del sexo. Tesis doctoral. Codirectores: Jorge Wagensberg y Magi Cadevall. Departament de Filosofia. Facultat de Filosofia i Lletres. Universitat Autònoma de Barcelona, pp. 130 y ss. y pp. 116 y ss.

[8] Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 25 (2010.1) Hector Bernal Mora. Universidad de Guadalajara, México.

[9] Landrobe, Horacio S. Etimologías griegas. Palabra 42, en p. 4 y palabra 349 en p. 23.

[10] Facio, Alda, Feminismo, Género y Patriarcado.

[11] Zecchetto, Victorino (2008), Seis semiólogos en busca del lector, La Crujía, Buenos Aires.

[12] Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición.
[13] Feminismo no es lo contrario de machismo - Loles Martínez - IES Estuaria. Huelva. http://www.ustea.org
[14] Carlos Zelarayan es licenciado en filosofía, profesor de lengua y literatura especializado en comunicación social, docente en el nivel medio en la ciudad de Bs. As y universitario en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Formador de formadores en el centro de políticas de anticipación (CePA) y otras instancias formativas universitarias. Cuenta con una gran experiencia en capacitación, y en la elaboración de proyectos pedagógicos.
[15] Ibidem, Introducción, p11. Primera edición en francés (1985)

[16] El concepto Femicidio fue desarrollado por la escritora estadounidense Carol Orlock en 1974 y utilizado públicamente en 1976 por la feminista Diana Russell, ante el Tribunal Internacional de Los Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas.
[17] Zecchetto, Victorino (2008), Seis semiólogos en busca del lector, La Crujía, Buenos Aires.
[18] Observatorio de Femicidios en Argentina de la Sociedad Civil “Adriana Marisel Zambrano", informe de investigación de femicidios en argentina, 1º de enero al 31 de diciembre de 2010
[19] Posfacio, p.251.
[20] Zecchetto, Victorino (2008), Seis semiólogos en busca del lector, La Crujía, Buenos Aires. p.99
republicado de sin careta fm

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