Hoy he descubierto tu trampa. Te he mirado fijamente a los ojos y esta vez no me has podido ocultar tus atormentadas verdades.
Por fin te he desenmascarado.
Ahora
comprendo por qué una jornada tras otra, al llegar la noche no puedo
continuar con mi vida y caigo como narcotizado hasta que pasada la noche
me despiertas cálidamente, entonando mi cuerpo y volviéndolo a la vida.
Ahora
sé por qué no me permites permanecer despierto por las noches y
deleitarme con un firmamento rebosante de alientos lejanos y poderosos
como el tuyo.
Tú
eres quién se interpone diariamente entre mis ojos y el resto de
cuerpos del firmamento. Ahora sé que están detrás de ti y que tú me los
vedas con tu luminosa presencia.
Tu cegadora exhibición de brillo sólo trata de ocultarme que hay más como tú, miles, millones, trillones como tú.
Tienes
miedo. Miedo de que me de cuenta de que son como tú. Que descubra que
es tu misma esencia maravillosa en otros lugares, en otros tiempos, más
expertos o más jóvenes.
Incluso
he observado como envías a la luna llena a espiarme ciertas noches en
las que escapo a tu hechizo. Ella actúa con tus mismas artes, pero
también la he sorprendido observando el fragante firmamento de las
noches de junio.
He descubierto tus mañas celosas. Y me enternece que sea tan importante para ti que tengas miedo de que deje de adorarte.
No
temas. Tu sóla visión me maravilla. Soy adicto a tu calor, a tu luz, a
la tuya y a la de ningún cuerpo celeste distinto. No te amo ni por más
cercano, ni por más conocido. Te amo por ti mismo. No necesito más luz
que la tuya.
Sólo deseo que esta noche brilles en mis sueños.
Publicado en keagustitomekedao
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