Decirle que sí al sexo no es decirle que no al poder
Michel Foucault
I
Como
ludditas sexuales que se precien creemos que los juegos de placer y
deseo y la capacidad de afectación son fuerzas fundamentales,
actividades con el potencial de fortalecer los vínculos, mejorar
nuestras vidas, abrir la consciencia del espíritu, incluso cambiar el
mundo.
Creemos
que cada juego de contra- placer/deseo tiene el potencial puede ser una
fuerza positiva y creativa en nuestras vidas y nuestros ecosistemas.
Una afirmación.
Tenemos
mucha voluntad de poder (capacidad de afectación) y queremos
compartirla, porque nos da alegría compartir el cuerpo, hace que el
mundo sea un lugar más excitante.
II
Somos
aventureras y nos preguntamos ¿Acaso tener menos sexo y con menos
cuerpos es más virtuoso que tener mucho con muchas? Nuestra ética no se
mide por el número de personas con las que hemos cogido, sino por el
cuidado con la que las hemos tratado y nos hemos dejado tratar. Nos
juzgamos a nosotras mismas por nuestros intentos (muchos fallidos) de
vivir hoy de una manera más ética, menos esencial, y más libre. Vivir
hoy como nos gustaría fuera el mañana.
III
La
economía que mueve al mundo nos hace creer que no hay suficiente para
todas. Nos hace creer que si algo es muy bueno –como el sexo con
alguien- debo conservarlo solo para mí porque luego no habrá más. Que si
comparto lo que tengo, me resto algo en mi economía individual.
Nosotras
sabemos poco de economía, pero tenemos intuiciones. Suponemos que más
juegos de placer pueden brindar más deseo, suponemos que más juegos de
placer pueden brindar más conexiones, más cobertura emocional, más
amistades. “Puede” viene a significar “tiene el potencial de”. Hay que
ponerlo en acto.
Nosotras
las ludditas sexuales creemos en una economía que sea holística y
ecológica, una ecología sexual colectivista, del compartir los cuerpos y
los sentidos, como deseo positivo y opuesto a esta economía imperante
de la hambruna de la monogamia y del miedo.
Nuestra
economía se mueve por afinidades…El mundo y la vida en él tiene el
potencial para que podamos construir múltiples compañías, compañeras, y
acompañantes. Un bosque de fluidos palpitantes porque tenemos como
post-humanas la capacidad para que haya suficiente sexo, afinidad, apoyo
mutuo, contención y nutrientes alrededor de nuestro suelo fértil que
devengan relaciones afectivas relevantes.
Las
relaciones afectivas y las sexuales no son balances de contabilidad: no
hay debe, no hay haber, no se pasan bienes de una columna a la otra. Es
solo recordar lo que sí obtenemos en la ecología de la botánica
afectiva que entablamos con esos cuerpos con quienes nos estrechamos.
Recordemos lo conmovedor del encuentro afectivo entre quienes existimos y
tratemos de afectarnos alegremente con alguien más. Alegre no es
desafectadamente, o sin conflictos. Sin confictos, solo la muerte.
IV
Vivimos en una civilización que aún hoy considera aceptable un crimen por pasión
(es decir asesinar a alguien por celos, especialmente cuerpos
biopoliticamente asignados como mujeres), que acepta como causal de
divorcio que alguien haya obtenido placer sexual fuera de un vínculo de
pareja con una moral propiamente de la Inquisición. Castigamos con duras
penas a quien se le haya ocurrido delinquir despertando la más mínima
inseguridad o celos dentro nuestro. Abandonamos hogares, rompemos fotos,
tiramos alianzas. Y esto no es algo que le pasa al pequeño-burgués
solamente.
Por
otra parte, por AmoR prometemos mentiras, mentimos situaciones,
tergiversamos hechos, vivimos en el engaño, falseamos datos. Por AmoR y
por miedo a la soledad, y al abandono y al castigo vivimos presas. El
AmoR es un Amo.
V
Pero
la monogamia no es la cura ni para los celos ni para la inseguridad.
¿Quién no sintió celos de que alguien amado juegue mucho en la
computadora, vea una película a solas, o hable mucho por teléfono?
La
territorialidad sexual es otra norma social a la cual le oponemos la
alegría del compartir y regalarnos, puro potlatch. Pero un potlatch no
en pos de la destrucción de la otra parte. Sino en post de la
destrucción del viejo mundo para construir nuevas formas de vida, nuevas
educaciones sentimentales. De-construirnos.
Nuestros
celos se combaten con la misma ferocidad que combatimos al Estado y
todos sus aparatos represivos como el género, la familia, la escuela,
las instituciones psiquiátricas, la heternormatividad, la pareja, la
monogamia, las cárceles, y la policía.
VI
Las
razones para tener sexo con muchas personas, hasta incluso tratar de
llevar adelante muchas relaciones afectivas simultáneas son varias:
- Hay distintos tonos y matices de intimidad.
- Hay prácticas de placer que placen a algunos pero no a otros cuerpos.
- Hay necesidades físicas que no todos los cuerpos pueden o desean llevar adelante.
- Hay deseos sin intentos amatorios o amorosos constantes.
- Hay deseos con diferentes géneros que no pueden ser subsumidos a la especificidad de un solo cuerpo.
- Hay deseos en grupos.
- Et cetera.
Por
eso, ¿no es acaso no solo imposible sino también cruel demandarle a un
cuerpo que cumpla entonces con todo esto? Frente a esos múltiples
placeres creemos en a encontrar múltiples partenaires con quien entablar vínculos éticos libertarios. Otro mundo es posible hic et nunc.
VII
Reclamamos también nuestro deseo a ser solas y volver a ser amicae,
amigas para la afectación, amigas para el cariño, amigas para los
placeres, y para la conexión íntima y profunda del cuerpo. Y tener el
potencial de ser muchas otras cosas, compañeras de lucha, de camino, de
andanzas, de aventuras, de carrete…
Ser
sola no es ser soltera, ni una condición temporal entre parejas, no es
un período de sanación frente a una ruptura traumática.
Ser
sola es una manera de vivir, una forma de vida, una construcción
sexo-afectiva para no tratar de encajar mejor en la vida de nadie.
Significa aprender a vivir con una misma, y disfrutarlo. Significa
nuevas formas de vida comunales y en manada.
Nuestra
relación y nuestra amistad con nosotras mismas es para toda la vida,
hasta que decidamos que nuestro tiempo llegó o hasta que ese tiempo
llegué efectivamente. Ser sola y afectarse no es excluyente, sino la
oportunidad de construirnos íntimamente y de trabajar por nuestro propio
cambio.
Vivimos
en una civilización que segrega, margina y señala a quien elige la
aventura de la soledad, de la asociación libre por afinidad, de la
espontaneidad, de la camaradería amorosa. Creemos que si ser sola no
fuera un estigma, la pareja no se desarrollaría como la “opción ideal”,
infinitamente sobrevalorada, tabla de salvación frente a la angustia, al
descontento, y las neurosis del este mundo.
Ser
sola podría permitir, aunque parezca paradójico, el desarrollo de
ecologías impensables hoy, inclasificables, múltiples formas de cariño,
cuidados, y vinculaciones que hoy no podemos ni imaginar…
Ser
solas es devenir lobos, es moverse en manada, ser cazadoras, jauría,
disfrutar de la noche y de la mañana, es poder desear y afectarse
incluso con quienes son distintas a nosotras, con la libertad de poder
disfrutarlas, evitando el gran mito de la completitud.
Ser
sola es poder generar usos de placeres reflexivos, excitantes y éticos
con las amistades sin que se vuelvan vínculos posesivos donde se promete
y se promete y se promete para no perder al ser amado. Y se esconde, y
se miente, y no se dice, y no se confronta y no hay conflicto, tal como
enseña el capitalismo. Ser sola significa vivir, fundamentalmente vivir,
en el abismo del riesgo, al límite, sin caer. Es enriquecernos con
conocimientos ajenos. Es una línea de fuga vitalista.
VIII
Las solas debemos recordar, y debemos recordarle a quienes nos dan su cariño o disfrutan de los placeres con nosotras que:
Deseamos
ser escuchadas y atendidas y respetadas y asistidas en nuestros
sentimientos. No somos ciudadanas de segunda del afecto frente a “los
grandes amores”. Los grandes amores deben ser derrocados.
Deseamos
poder pedir lo que necesitamos aunque la persona a la quien le pidamos
no pueda (que no es lo mismo que no quiera) dárnoslo.
Deseamos ser honradas en nuestros acuerdos y nuestros planes.
Deseamos
que se nos cuide si estamos enfermas o sino podemos hacerlo solas, que
se nos quiera, que se nos atienda si tenemos una emergencia, como las
amigas se atienden las unas a las otras.
Deseamos
ser incluidas y tenidas en cuenta en cualquier ecología donde nuestras
amantes se encuentren. No somos un secretito sucio.
Deseamos no ser consideradas un problema.
Deseamos ser apreciadas y ser amigablemente bienvenidas.
Deseamos no ser consideradas invulnerables u omnipotentes.
Deseamos ser iguales en nuestra ecología y en nuestro bienestar emocional a los demás cuerpos.
Deseamos la abolición de la pareja en post de la construcción colectiva de afinidad y afectación.
Y la verdad es que todas todos todos los cuerpos con las que decidimos involucrarnos sexual y afectivamente nos merecemos esto.
IX
Deseamos
que nuestras amantes tomen juntas el desayuno, que sean amigas, que se
conviertan en amantes. Ese es nuestro ideal y como todo ideal, creemos
que es materialmente realizable aquí y ahora.
Nuestras
amantes tienen mucho en común, ¿por qué no pueden compartirse, y
compartirlo? Ser amantes mutuas fortalece las posibilidades de crecer y
desarrollarnos en manadas. De abandonar el binomio macho/hembra, la
parejita, la monogamia que constriñe los sueños y los deseos, y animarse
a la aventura de a muchas. Las redes afectivas se expanden y en algo
recuerdan a nuevas formas tribales de afectación y apoyo mutuo.
Si
nos tratamos entre amantes como amigas, y permitimos que nuestros
afectos y nuestras amantes, nuestras afines y nuestros apoyos en la vida
tomen la forma que la espontaneidad les dicte en vez de aquellas normas
sociales que forzamos en ellas, nuestros vínculos se acrecentarán.
Seremos más prosperas afectivamente. Y menos temerosas de la soledad.
No
debería resultarnos raro que entre afines nos gusten los mismos cuerpos
o por lo menos no nos resulten amenazantes, o espeluznantes. Si acaso
este fuera el caso, y la amante de mi amante me resultara un ser
insoportable por razones de peso es momento de replantearse esa
afinidad. Y variar.
X
La
recompensa por la abolición de celos, envidias e inseguridades contra
nuestras amigas-amantes y sus amigas-amantes será nuestra propia
libertad sexual. Libertad sexual que encontrará su propia gimnasia y
agilidad con quienes deseemos correr mucho tiempo juntas. Esos cuerpos a
los que deseamos hoy tan cerca nuestro como el primer día, con ésas
estableceremos redefiniciones, resignificaciones y resemantizaciones
mutantes a lo largo de nuestro tiempo de vida (Aetatis brevis tempus satis longum ad bene vivendum est).
No
nacemos grandes amantes libertarias, nos convertimos, devenimos. Y
desaprender los celos, y las inseguridades resulta, como todo
entrenamiento, una tarea dura que demanda disciplina, como toda
gimnástica, una tecnología del Yo.
XI
Ni
los celos ni las inseguridades son crímenes, o secretos a esconder como
ropa sucia. No hay por que negar que los tenemos del mismo modo que no
hay por que negar que se nos ha biopoliticamente asignado a un
sexo/género. Pero todo –menos la muerte- se puede des-hacer. La
experiencia del dolor romántico que deviene libertad sexual y afinidad
afectiva no es del orden moral: nadie puede acusarnos de “esto está
bien” o “esto está mal”. Más aun, aquella que sienta dolor
(devenir/modificarse/mutar duele) que se trate indulgentemente. Las
varas y los azotes son para las prácticas consensuadas de los juegos
sexuales llamados S/M, no para la gimnasia del devenir amantes
libertarias.
XII
Sin
embargo, quien tenga el compromiso de modificarse en cuanto a lo
sentimental debe mirar de frente a los dioses, osar. ¿Qué imagen es la
que nos asusta más? Poder verla en toda su dimensión para alejar al
fantasma. ¿Tiene un nombre? ¿Se llama soledad? ¿Belleza? ¿Juventud?
Poder
invocar la imagen que concita el odio pasional, traerla y amigarse con
ella –hasta, quién sabe, podríamos masturbarnos pensando en esa imagen-
es nuestro deseo.
XIII
Aprendamos
a disculpar, no cristianamente, sino libertariamente, nuestros
desaciertos para volver a empezar. Al fin de cuentas somos solo
principiantes en el mar de los sargazos.
Quizás la única manera de poder construir nuestra propia homeostasis
sea cruzar los límites, desestabilizarnos. Con pequeños pasos, el dolor
de la mutación puede ser mínimo: ninguna bailarina elonga en frío,
ninguna elonga lo mismo al comienzo de una práctica que al estar ya más
avezada en su ejercicio.
No
estamos diciendo reformismo, sino cuidados mutuos, afectividades, y
afinidades. La aspiración no es la reforma, no es poder alcanzar “yo no
pregunto, vos no me contás”, sino poder llegar a la colectivización de
nuestro propio cuerpo. Al comunismo del placer y del deseo. Nuevas
formas de vida. Pero solo se puede compartir lo que se tiene para
compartir, lo que se desea compartir.
XIV
Un
ejercicio: dejar de pensar psiconaliticamente: lo que no está, lo que
me falta, lo que se fue a otra parte. Oponerle a ese pesimismo un deseo
activo, un optimismo de la voluntad: lo que si está, lo que si viene, la
energía que me envuelve. Las afirmaciones. El vitalismo.
XV
Es
esforzado. Lo sabemos. Pero la monogamia lo es más y brinda mucho
menos. Nuestra aspiración: emanciparse del concepto propietario sobre
otros cuerpos, y eso incluye no solo animales y ecosistemas, sino la
biología de los vínculos de placer y por afinidad. Devenir capaces de
enfrentar nuestros temores, y desaprender lo aprendido, capaces de
administrar nuestras emociones en una ecología vital de disfrute y
proliferación. Difundamos el mensaje, y repitámonoslo cuando el pánico
nos quiera capturar: Devenimos capaces, devenimos potentes. Podemos
re-programar nuestros deseos para atentar contra el estado de las cosas
contra las cosas del Estado.
XVI
El
afecto es algo que también experimentamos en situaciones donde no hay
otro ser humano. ¿Quién no sintió que se le cortaba el aire y tenía
palpitaciones frente a la belleza del mar despejado de turistas en una
playa desierta? ¿O en la cima de una montaña desde donde vemos un bosque
y a la cual nos ha costado ascender? ¿O frente a un plato de comida que
nosotras mismas cocinamos y nos salió bien? ¿Frente a palabras escritas
y que juzgamos acertadas en un poema, una carta o un ensayo? ¿O ante la
insurrección popular? ¿Acaso no sentimos grandes pasiones ante gestos
de cariño de extrañas y extraños? Alguien que nos indica y nos ayuda a
llegar a un sitio en una ciudad que no conocemos. Alguien que nos hace
compañía compartiendo su libro en un viaje. Alguien que parte su comida o
comparte lo que tiene. Y en estos momentos de profunda intimidad y
afectación no existe desesperación, ni deseo basado en la ausencia, ni
compañía que sea un remedio contra la soledad. Porque ni la soledad y el
miedo que concita son buenas compañías a la hora de elegir
acompañantes.
XVII
¿Y
si fallamos? Fallamos. Nada pasa. Volveremos a intentar. Nuestras
derrotas no nos demuestran equivocadas. Y el dolor por el fracaso
amatorio duele, y cala hondo, su herida no cicatriza pronto. Pero
cicatriza, y del dolor de un desenlace afectivo que no deseábamos puede
resurgir una nueva amistad. Toda herida se cierra, toda cicatriz es
poderosa. No se puede perder lo que no se desea.
Publicado en luddismosexxxual
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