Jaime Jaramillo, en su libro Te amo… pero soy feliz sin ti propone una serie de herramientas sencillas y eficientes que han sido probadas por personas de diferentes culturas, edades, religiones, etc. y que ayudan a recuperar la consciencia y a evitar sus dos grandes enemigos, los apegos y el miedo. Una idea fundamental es que la solución a estos dos últimos no está en el exterior, no depende de nada ni nadie, sino que está en el interior de cada una. “Recuerda siempre que donde pones tu mente, allí estará tu corazón”.
El apego implica que dependemos psicológica o emocionalmente de otras personas o de ciertas cosas. Supone que depositamos en ellas nuestra felicidad y empezamos a vivir condicionados. La felicidad pasa a estar en el exterior, en manos de otras personas. “El apego se nutre del miedo y estos miedos son el origen de todo el sufrimiento humano; debido a estos miedos, desarrollamos un sistema de autodefensa o negación persistente que nos lleva al autoengaño”.
Existen tres tipos de apegos que pueden tener diferentes manifestaciones e intensidad a lo largo de nuestra vida. El apego afectivo, que se puede confundir con el amor y se muestra con mayor intensidad en las relaciones de parejas o ante la muerte de un ser querido, implica que convertimos a la otra persona en la razón de nuestro ser. El apego material supone centrar la felicidad en el tener, poseer y ostentar; lo que lleva a creer que valemos más por lo que tenemos que por lo que somos. El apego ideológico, las creencias falsas y los fanatismos extremos, están en la base de los peores pasajes de la historia y es el origen de guerras y rivalidades. “La solución está en tus manos. No importa cuál sea tu situación; realmente, la solución es la misma para todos, y cada una tendrá que recorrer su propio camino”. Se trata de despertar, de elegir y decidir salir del estado de inconsciencia en el que te encuentras.
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