dijous, 26 de gener del 2012

Una infinita y eterna hoguera donde ardamos de pasión y placer, H.R.Herzen


¿Se puede amar siempre? Sí, sin dudas. ¿Se puede convivir con una persona durante toda una vida y mantener sexo sólo con ella y obedecer las normas de la Santa Madre Iglesia? ¿Necesitas respuesta?En este planeta vivimos y hemos vivido millones y millones de personas que hemos llevado a cabo relaciones sexoafectivas de todo tipo donde ha predominado un modelo generalizado —lo que entenderíamos por común, convencional, ya sabemos de cuál hablamos— que en algunos casos ha despertado las mejores sensaciones durante toda una vida en convivencia y en otros ha provocado los más dolorosos sentimientos hasta que la muerte o el asesinato o el suicidio separó a esas dos personas. Hasta aquí, nada nuevo.

A mí me encanta el arequipe y, aunque la ciencia y las matemáticas dirán que es posible, no me como un tarro de medio kilo en un solo día porque no me da la gana. Me gusta que me dure y que otras personas lo disfruten, aunque me obsesiona el dulce no me quiero empalagar y prefiero compartirlo. No quiero aburrirme de comer arequipe y por eso también lo hago de diferentes maneras: con pan, con bocadillo, en un pastel, en una bonita espalda, helado, mezclado con chocolate... Si estuviera en una isla desierta lo racionaría al máximo para disfrutarlo hasta el fin de mis días; siempre que puedo tengo en mi nevera, en mi mesilla de noche o en un bolsillo durante un viaje y lo muerdo poco a poco.

Puedo amar toda la vida, pero nunca me ha convencido la convivencia bajo un mismo techo con alguien con quien además tengo sexo. La llevo tan mal que ni siquiera lo he probado porque me ha parecido el principio del derrumbe de todo lo bonito que se desea en el ir y venir. Quizá sea lo último que experimente antes de resignarme a habitar una cueva oscura y acelerar mi crepúsculo viviendo en manada.

El amor nace en libertad y embarcarse en un buque pirata implica asumir todas y cada una de las consecuencias: la adrenalina del asalto a un galeón imperialista y la sentencia de la horca, el ron en compañía y el escorbuto y la sed. Sin embargo, nada ni nadie puede interferir para que nuestro camino lo emprendamos con libre y radical autonomía —algo en lo que deberíamos basar nuestro existir— aunque ella estará siempre en permanente negociación si decidimos entrelazar los dedos de los pies con los de otra u otras personas aunque sea por un minuto de nuestro respirar.

En todo caso sigue siendo mejor dudar que tener certezas falsas y el “pero” siempre asegura nuestras defensas. El “pero” es nuestro enroque, nuestra trinchera, nuestra mejor vía de escape —¡siempre hay que tener una prevista!—. Ármese de “peros” y desquiciará a sus rivales más débiles ya que no podrán soportar la fuerza de esa palabra que derrota lo que parecía que podía haber sido algo bonito y nos coloca en nuestra triste realidad.

En esa delirante disyuntiva quizá sería mejor que priorizáramos los pactos temporales y determinar los objetivos de una relación, los tiempos para cumplirlos y los indicadores de que efectivamente se están cumpliendo. Además hay que regar las flores, renovar el amor e inventarse nuevas sensaciones. Eso no tiene nada que ver con anillos de matrimonio pues esos pactos son de libre disolución por cualquiera de las partes en cualquier momento y se tienen que renovar constantemente.

¿Hablo muy fríamente de un tema tan pasional? Quizá sí, pero cuando esas relaciones se van resquebrajando acaban llegando los apremios y las urgencias por calcular cuánto pierdo y cuánto gano con la distancia inevitable o los candados del miedo, el salvavidas o la piedra al cuello. Entre los terremotos emocionales es difícil sopesar lo bueno y lo malo, todo se vuelve un pez que ya tiene la cola demasiado mordida y, como en una tormenta, los inevitables espasmos provocan tempestades y sosiego. La confusión reina porque en el ojo de un huracán siempre hay calma; mi conclusión es que es preferible la previsión y ajustar las velas antes de que un iceberg hunda efímeros titanics.

Simplemente nos ahorraría cierta angustia del día a día, una parte de la desesperación asociada a los celos inevitables si hay relaciones con diferentes personas y algo de la incertidumbre de sumergirnos en esta sociedad líquida sin botella de oxígeno.

Mi apuesta es que mientras las personas a las que amo sigan prendiendo hogueras, mi alma se sentirá conectada a las suyas por más amores diversos que nos arrastrarán por los caminos del placer y de la vida a flor de piel. El objetivo es claro: una infinita y eterna hoguera donde ardamos de pasión y placer y quienes quieran entren y salgan con una sincera sonrisa e inviten a sus más valientes cómplices.

Entiendo que los escudos estén alerta y nadie se va a dejar encajar fácilmente un golpe en la cara. En esta vida hay personas que no son de fiar por su terrible pasado promiscuo y su moral desobediente de la norma. Yo le canto canciones bonitas a mis sentimientos contradictorios para que se calmen y miren el reloj con desconfianza y se sienten a mirar las olas o las nubes y duerman sin prevenciones. Es por eso que desconfío de quienes me prometen un cuento de hadas eterno y le doy la mano a quien se arriesgue a hacer equilibrios en el vaivén de mi amor.

2 comentaris:

  1. Decía mi abuelo: "El corazón pide una mujer. Los sentidos, muchas. El orgullo, todas". Alejandro Jodorowsky

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  2. ¿Es realmente libertad o un ego inflado que desesperadamente busca ser deseado, necesitado, asediado?

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