Hoy
no quedamos.
Voy
a dedicarme
a
frenar el galgo enclenque
que
me agarra las amígdalas
y
me corre por las venas.
Túmbate,
si quieres, en la acera
y
no me dejes pasar.
Párame,
tropiézame,
aunque
liemos un colapso de tumultos,
erizados
de galgos y carreras.
A
salto de mata cógeme,
porque
quizá después ya no me veas:
los
relojes se cansaron
de
marcar las horas
para
que yo las perdiera.
Pero
hoy no te voy a ver.
Voy
a encerrarme
donde
no me lleve el viento,
donde
no me empujen
humedades
y desplantes,
donde
no me huelas,
donde
no me duelas,
donde
no me tientes a seguir
lo
que no empezó siquiera.
Hoy
puedes dedicarte a esperar.
Tómate
un vasito de tiempo:
te
regalo todas mis horas muertas,
con
sus moscas
y
sus minutos
y
sus segundos
y
lo que tú quieras.
O
túmbate en la acera
a
contar fantasmas,
sueños
y fronteras.
Y
si me ves, no me dejes pasar,
aunque
lleve prisas de tormenta,
aunque
huela a galgo en celo,
aunque
suene a estruendo de trompetas.
Hazme
un lugar a tu lado,
en la acera,
y
los tumultos que se paren
o
que nos pisen,
que
es sólo un momento,
o
una eternidad,
lo
que nos queda.
Hoy
no voy a salir.
Que
se pare el mundo entero,
que
los relojes no mientan.
Hoy
me voy a dedicar
a
frenar los galgos
que
me corren por las venas.
Y
tú, mientras tanto,
no
me huyas, no te mientas,
no
te enciendas, no me duelas.
Dedícate
a esperar
que
se pase la tormenta.
Y
si me ves pasar,
cargadita
de realidades muertas,
túmbate
en la acera
y
no me dejes pasar.
Mírame
desde el suelo otra vez
para
verme todas las estrellas.
Cógelas.
Cógeme.
Pero no me huyas. No me duelas.
de la serie Canciones de Alcoba
Isis: isis.sainz(at)gmail.com
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