Cuando estaba en los brazos de mi primer novio, era feliz. Deseaba que se detuviera el tiempo en aquellos momentos, y me sentía a salvo de cualquier peligro.
-"Te voy a querer siempre"
Cuando caí en brazos de mi segundo novio, era feliz. Deseaba que se detuviera el tiempo en aquellos momentos, y me sentía a salvo de cualquier peligro.
-"Te voy a querer siempre"
Cuando amanecía en brazos de mi tercer novio, era feliz. Deseaba que se detuviera el tiempo en aquellos momentos, y me sentía a salvo de cualquier peligro.
-"Te voy a querer siempre"
Cuando volé hacia los brazos de mi cuarto novio, era feliz. Deseaba que se detuviera el tiempo en aquellos momentos, y me sentía a salvo de cualquier peligro.
-"Te voy a querer siempre"
Cuando ya perdí la cuenta de los brazos, piernas y tentáculos que me envolvieron para salvarme de las amenazas y las angustias del mundo, me di cuenta de que no era realmente feliz, de que en ningún sitio estaba segura y de que el tiempo jamás se detiene.
Que mentimos al decir "siempre", porque "siempre" es tan improbable como "nunca".
Nunca voy a ser feliz.
Nunca voy a estar a salvo.
Siempre es igual...
Ana Elena Pena ("Antídotos contra la belleza"- plaquette en proceso)
republicado de su blog ana elena pena
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