dissabte, 21 de juliol del 2012

Déjame comerte tu entrepierna en la mañana, Mila Mores



Ya ves, es raro, pero no me entiendo,
el amor cuerdo no es amor:
vamos a darnos besos en la cama,
en el balcón, en la cocina,
en la calle, en la ducha,
en el patio, en la esquina,
en la playa o donde gustes;
pero déjame comerte
tu entrepierna en la mañana
—me encanta mirarte mientras tanto—
porque el desayuno
es la comida más importante del día.
Sueño que vienes,
que estás, que te quedas,
que me dejas ser tu despertador
más mañanas de las que imagino,
más de las que sueño,
más de las que espero
antes de que te canses de mí.
Anhelo ser una de tus compañías,
que dormimos en cucharita,
que huyes en bicicleta,
que no entendemos,
pero ahí estamos:
cuando quieras echar a correr,
hazlo sin volver la vista atrás,
me harás un gran favor.
Te diría que me gusta cuando te enfadas
pero yo quiero bailar contigo esta noche
—y que me escribas todos los días—
untarte de algo dulce
y besarte los labios
—pero con tus pantalones puestos
me va a resultar difícil—.
No quiero mandarte besos,
porque prefiero dártelos cuando te vea,
quién sabe cuándo ni dónde ni cómo
—el porqué lo sé de sobras,
me lo repito cada vez que voy a visitarte:
ya sabes que tengo
más de 1.000 razones para amarte—.
El amor es como las mariposas
y espero con los ojos cerrados
que te poses en mi vida,
que me odies varias veces,
que no quieras ni verme,
que anheles a otros seres y los deleites;
yo simplemente tomo caminos
más largos y difíciles de los habituales
imaginando ser quien te lance los cuchillos
porque la rutina es somnolienta.
Y mucho más importante que eso:
no olvido tu espectacular sonrisa y alegría,
tampoco se me despista tu vitalidad,
tu energía;
no se me ocurre dejar de pensar
que todo lo vivido
es la punta del volcán que nos une las almas;
me gusta la incertidumbre
pero tengo los mismos miedos que tú
—y probablemente más—:
ya sabes que admiro tu arte y tu inteligencia,
tu decisión y valentía.
Y vuelvo:
por más que tus manos callosas
no se me acerquen;
por más que tu cuerpo musculoso
se aleje de mis dedos;
por más que tus pechos sensuales
no reciban mi saliva...
no se me borran de la mente,
no se me borran de la mente,
no se me borran de la mente.

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