Me
va muy mal con las hojas,
los
lápices y también con el teclado;
pero
me va peor con la boca,
las
cuerdas y lo que opinan mis sentimientos.
Yo
también dije “no más”,
y
fue como haber dicho “nunca más”
cuando
me brotas la sonrisa
y
me quitas la alegría.
Nunca
digas nunca,
porque
esto no había pasado antes entre los dos;
y
no diré nunca,
porque
jamás lo había experimentado.
Te
prestaré mi sonrisa solo si me prestas la tuya:
esta
noche me quedaré contigo
—para
que podamos dormir mejor—,
y
todos los días que sean necesarios;
para
asegurarme que tu alma descanse,
para
que te despiertes más de mil veces.
Y
si te duermes boca arriba,
te
pasaré las nalgas por los ojos:
mira
que mañana será un nuevo día.
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