Parte 1: ¿Cómo puedo ser machista? ¡Si soy Anarquista!
"¡Cómo que soy un machista!". Me quedé helado. Yo
siempre me había comportado de forma normal con las mujeres, y desde
luego no era un machito prepotente clásico ni un misógino. "¿Pero
cómo puedo ser un machista si soy anarquista?" No pude evitar
ponerme a la defensiva, nervioso. Yo creía en la lucha por una
sociedad mejor, yo formaba parte de los oprimidos. Los opresores eran
los capitalistas, ¿no?, eran ellos quienes se beneficiaban de la
injusticia. Cuando pasó esto, en 1993, yo tenía 19 años y llevaba
más de 4 de actividad política. Nilou, acariciando mi mano, me lo
intentó explicar con paciencia. "No estoy diciendo que seas un
malvado, sólo te estoy diciendo que tienes actitudes sexistas.
Mira,
hay conductas que son muy claramente machistas, pero a veces el
machismo no es tan obvio, es más sutil, sale en los detalles
pequeños. A menudo me cortas cuando hablo, y desde luego prestas más
atención cundo habla un hombre que cuando lo hace una mujer. El otro
día, cuando estábamos tomando un café con Mike, os comportabais
como si yo fuera invisible, como si sólo estuviera allí para
contemplaros. Un par de veces que intenté participar en la
conversación no me hicisteis ni caso, seguisteis como si no hubiera
pasado nada. Cuando os reunís unos cuantos hombres, sólo os hacéis
caso entre vosotros, si hay una mujer no le prestáis atención. El
grupo de estudio se ha convertido en un foro para que los hombres
larguen sus rollos sobre este libro y aquel otro, como sabios
sentando cátedra, y tod@s tenemos que estar allí mirando y
escuchando.