dimecres, 27 de juny del 2012

La pasión aumenta la inteligencia, Mario Alonso Puig



Parecía que la razón estaría siempre en el podio del cerebro. No fue así. Hace unos años descubrieron que esa facultad tiene limitaciones. De nada sirve un genio encerrado en sus pensamientos. Lo que hace que una persona consiga sus sueños es la fe y la pasión.

Mario Alonso Puig, cirujano y fellow de la Harvard University Medical School pretendía dar algunas claves para construir sueños en proyectos reales. Alonso Puig partió de una distinción. La fantasía no es lo mismo que la imaginación. “La primera aleja de la realidad. La segunda ayuda a construirla”, puntualizó. “Los humanos tenemos la capacidad de crear nuevas realidades y dibujar algo nuevo en nuestra mente que nos haga ilusión. Pero a veces sentimos vértigo”.


¿Qué podemos hacer cuando sentimos ese tipo de miedo? La respuesta a la pregunta que él mismo había hecho arrojó de los altares al coeficiente intelectual. “Durante mucho tiempo se ha considerado que lo único que servía era el intelecto. Cuando miramos a las personas que tienen éxito en la vida, vemos que muchas no han pasado por las universidades. Lo que descubrimos es que la gente con más éxito es la que acumula más conocimiento”.

Pero para que el pensamiento se convierta en acción es imprescindible un trampolín y en las dependencias cerebrales donde se acumula el conocimiento no hay ninguno. Hay que buscarlo en la pasión y en la fe.
“Tu fe y tu pasión han de ser mayores que tu miedo”, dijo el especialista en aparato digestivo. Pero no siempre se cultivan con tanto ahínco como suenan los voceros del temor.

“¿Qué valor se le da a la pasión en el colegio, en la universidad y en la vida en general?”, se preguntó Alonso Puig. “Si sentimos pasión, vencemos el miedo. Es una palanca excelente. La pasión y la fe son los únicos que tienen la capacidad de despertar algo que está dormido”.

Y entonces salió un gusano del proyector. La imagen formaba parte de su presentación. El animal deslizaba el discurso hacia otro tema: “Todos tenemos talentos, capacidades y energías dormidas. Muchos nos vamos del planeta azul sin conocerlas”. La oruga había cumplido su papel de metáfora de transformación.

“Por eso es fundamental pasar tiempo en introspección. Es la forma de saber qué queremos en la vida. Vamos demasiado rápido para parar a pensar en nuestras metas”, indicó el miembro de la New York Academy of Sciences. “Lo decía Gaugin: Cierro mis ojos para poder ver. Hay que desconectar del exterior para meterte en tu interior. Es necesario dedicar algo de tiempo al día a preguntarse qué es importante en tu vida”.

La teoría de Mario Alonso Puig confirma el dicho popular de que la fe mueve montañas. Pero la ciencia, además de demostrarlo, llegó a un hallazgo. Santiago Ramón y Cajal averiguó que “esta penetración en el interior, salir de tu estado de confort, produce cambios profundos en el tejido cerebral”, especificó. “Las espinas dendríticas de Cajal aumentan cuando una persona se apasiona en hacer algo. Los individuos que abrazan la incertidumbre y tienen pasión aumentan la conexión entre sus neuronas. Esto hace que se vuelvan más inteligentes. Este proceso se llama neuroplasticidad. La conexión entre neuronas provoca también el movimiento de las células madre a los hipocampos y esto produce la nuerogénesis o producción de nuevas neuronas”.

El cirujano advirtió que, por este mismo motivo, hay que ser “muy cauto con las conversaciones negativas”. “Nos reducen como personas. Esos mensajes nos achican como humanos. Nos producen un robo de sangre en la parte prefrontal y ahí están las neuronas que estimulan la creatividad”.

“Tenemos que creer en nuestro potencial”, continuó. “Necesitamos tener esa chispa. Tenemos que entender que todas las personas estamos aquí para hacer algo importante. Cuando estás inmerso en lo divino, no hay quien te pare. La clave para levantarte es la fe y la pasión. El intelecto solo ayuda”.

Alonso Puig trajo a escena Albert Camus. El filósofo y escritor dejó una frase para la sabiduría inmortal: “Descubrí por fin que dentro de mí hay un ser invencible”. “Mi sugerencia es que penséis en grande. Los sueños racionales no inspiran a nadie. Aunque no basta el corazón. Haz una estrategia, un plan de acción. Actúa en pequeño. Poco a poco. Pero todo lo que hagas dirígelo a tu sueño”.

texto de Mar Abad en yorokobu

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