Miedos que no tendrían que existir
pero están ahí. Que habitan tu cuerpo y saltan desde la oscuridad a
tus ojos y se quedan formando telarañas. Miedos que forman parte de
ti y que a veces no sabes quién eres sin ellos.
Hemos creado tantas cosas lindas cuerpo
a cuerpo este tiempo que mi cuerpo se ha acostumbrado a desear y
esperar más...Ahora me concentro en alimentar los deseos y no las
expectativas, en pensar en ti más allá de lo que somos juntas y en
contener los impulsos para respetar este espacio aunque ahora no me
lo pida el cuerpo.
-Ser fuerte-
-Buscar, alimentar, respetar mi
espacio-
Pacto de no-agresión conmigo misma,
no-agresión significa: no te alimentes de aquello que sabes que no
es sano, ético, respetuoso. Mantén el espacio para ejercer tu
autonomía aunque ahora no lo estés necesitando.
Hace un tiempo tuve una relación
sexo-afectiva bien linda con una mujer también muy linda (que sigue
formando parte de mi vida, ahora de otra manera, y a la que sigo
queriendo). Fue una relación corta y muy intensa, en la que me
enamoré y por primera vez quise controlar ese enamoramiento. Es
decir, había aprendido algo de otros proyectos afectivos, y es que
en esa primera etapa en la que habíamos alimentado el enamoramiento
por las dos partes habíamos ido estableciendo nuestros límites
personales y nuestras expectativas para con la relación y la otra
persona.
Establecer límites implica decidir
(consciente o inconscientemente) cuáles son mis límites y
comunicarlos (consciente o inconscientemente) a la otra persona, y
viceversa. Ídem ocurre con las expectativas.
Lo que he aprendido de otras
experiencias es que en ese momento de enamoramiento no había(mos)
sido consciente(s) de todo ese proceso, y ello me (nos) había
llevado a establecer pactos o acuerdos no hablados respecto
a nuestros límites y nuestras expectativas en común. No hablados,
no pensados, no conscientes.
¿Qué
ocurre cuando no hacemos conscientemente un proceso cualquiera? Que
lo hacemos conforme a lo que hemos aprendido, de hecho conforme a
paradigmas emocionales y mentales que aprendimos mucho antes de ser
conscientes de ello. Lo aprendemos en casa, de nuestra familia, de la
publicidad, de la televisión, del cine, de los cuentos, de las
revistas, incluso de los refranes y canciones infantiles, vamos, de
nuestro sistema cultural. ¿Y dónde está mi conflicto? Que el
paradigma de relaciones afectivas de nuestro sistema cultural no me
parece neutro ni respetuoso con nuestra autonomía (la de todas las
personas que lo ponemos en práctica, aunque a unxs nos violente más
que a otrxs). Esta cuestión es para pensarla y analizarla aparte,
nomás unas pinceladas de la violencia estructural de este sistema
nuestro puedes ser: la dependencia, los celos, los mecanismos de
control, la posesividad...que forman parte de la estructura misma de
nuestras relaciones.
Retomando
los pactos no hablados, en
mis relaciones me había ocurrido esto: En la fase de enamoramiento
no habíamos gestionado en común esos límites y expectativas, cada
unx había supuesto en función de lo que para esa persona es lo
"normal" cuáles eran las condiciones de ese vínculo que
estábamos creando, y de repente, por un conflicto concreto
cualquiera, nos habíamos dado cuenta de que los acuerdos
de la relación no habían sido
acordados sino presupuestos, y
además, diferían.
Con
esto que suena tan neutro en realidad quiero decir que habíamos
asumido por no pensarlas y hacerlas conscientes un montón de
estrategias de poder, que nos han inculcado desde bien chiquitas. Mis
principales conflictos:
- Suponer que tenemos una relación exclusiva.
- Suponer que si no es una relación exclusiva nuestra relación es prioritaria.
- Suponer que nuestra relación de pareja es prioritaria a cualquiera de nuestras otras relaciones no sexo-afectivas.
- Suponer que amamos y deseamos esta relación por lo que es la otra persona y no por lo que construimos entre las dos (es decir, para mantener una relación hay que alimentarla y construirla entre todas las partes, puedes amar a alguien y sin embargo sentir que la implicación es asimétrica, y no querer una relación más intensa con esa persona).
- Suponer que una relación de pareja implica siempre un proyecto de vida.
No
digo que estos modelos de relación sean negativos o peores que otros
para todxs (cada una tiene su posicionamiento político al respecto),
sencillamente no podemos asumir que son los mejores para todas las
personas y todas las relaciones, ni que todas las personas los
deseamos y queremos construir desde ahí nuestras relaciones. Es el
modelo hegemónico, y por eso nos sale cuando no lo pensamos.
En
todas las relaciones y con nosotrxs mismxs estamos renegociando los
acuerdos constantemente, aun sin pensarlo, cosas que antes hacíamos
de una manera ahora las hacemos de otra y nos hacen sentir de otra
forma, y pensamos que ese cambio se produce de forma "natural"
o "espontánea" (en realidad se produce de forma
inconsciente, pero forma parte de un paradigma cultural muy concreto,
no es "nuestra naturaleza"). El principal problema de
darnos cuenta de esos pactos no hablados una
vez ya estamos alimentando la relación es que ya estamos implicadxs
emocionalmente. Y si ya es difícil y a veces duro gestionar nuestros
sentimientos, y más en común, pues muchas veces no tenemos las
herramientas (colectivas e individuales) para gestionar los
conflictos de forma asertiva, positiva y respetuosa desde la
implicación emocional.
Pues
aquella relación fue mi primera vez en querer controlar
conscientemente ese proceso de gestionar las bases, los acuerdos. De
no querer meterme en la burbuja y cuando se pinchara no saber dónde
estoy.
Igual
me metí en la burbuja, pero desde otra posición emocional.
Pensando,
hablando, poniendo en común. Haciéndome fuerte con mis amigas
también, haciendo fuertes otros lazos para no invertir el 80% de la
energía y tiempo en una relación y el 20% a repartir en las demás.
Eso me dio espacio y apoyos, red, para cuando la relación ya no pudo
seguir construyéndose en la misma línea, en un momento dado en el
que ella no quiso continuar construyendo la relación conmigo en esos
términos, y yo sí los deseaba.
El
texto con el que abría lo escribí en ese momento, en el que sentía
muchos miedos (de que de verdad terminara la relación que yo
deseaba, de qué iba a pasar después con Nosotras, de si íbamos a
ser capaces de redirigir la relación a otro tipo en el que
pudieramos seguir construyendo de otra forma, de cómo iba yo a
gestionar mis sentimientos...), pero decidí que no iba a alimentar
los miedos sino que tenía que alimentar mi espacio, mi autonomía, y
que eso poco a poco me iba a dar fuerza otra vez para afrontar el
cambio, y gestionarlo de forma asertiva y positiva.
Mantener
el espacio para ejercer mi autonomía, aunque lo que me pide el
cuerpo sea llamarla, querer darle vueltas, querer saber
porquéporquéporqué. Igual mantener mi espacio en los momentos en
los que ella pudiera querer compartir conmigo algo que para ella no
tenga importancia y yo sé que a mí me va a enganchar más, y luego
me voy a tener que gestionar sola la impotencia, la frustración o el
dolor. Eso significa pacto de no auto-agresión, no
aferrarnos a algo que sabemos que no es sano y nos hace daño, sólo
por mantener el vínculo, porque nos den algo más de atención.
Ser
consciente de que para gestionar de forma sana los conflictos y los
cambios, YO tengo que estar sana. Para cuidar una relación (y es un
momento muy importante y que hay que cuidar mucho, cuando una de las
partes quiere cambiar la implicación o el tipo de relación y la
otra parte no) YO tengo que cuidarme. Si yo estoy descuidándome y
poniéndome en riesgo constante, llevándome al límite a mí misma
(por ejemplo no respetando el espacio con la otra persona, que me
sale ir y decirle no se qué y montamos una escena, y después me
siento super mal, y necesito que ella lo sepa pero ella no quiere
hablar conmigo, etc, etc. O por ejemplo, compartiendo sexo o
intimidad con esa persona, que para ella tiene otro significado y
otra intensidad, y yo lo hago por sentirla un ratito cerca y luego me
quedo hecha polvo) voy a llevar al límite la relación. Si estoy
intoxicada, procuremos desintoxicarnos con otras relaciones, fuera,
no intoxicar el proceso de resolución de conflictos.
Sé,
siento y vivo que es difícil. Pero también sé, siento y vivo que
es posible, y necesario.
Nosotras
supimos redirigir esa relación hacia otra forma, también bien linda
y que nos aportara felicidad, y poder seguir compartiendo. Es real,
mi utopía es real, tiene nombre, cuerpo y un piercing en el pezón
:P
Te
quiero,
y Me
quiero,
cada
día mejor.
republicado de el bosque en el que vivo
Gracias! me late tu blog :) un saludo!
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